He leído muy poco de la
literatura Africana, este año me propongo dedicar la mayoría de
lecturas a sus autores más emblemáticos,
el universo creativo es extenso, original, rico, pese a seguir buscando
imponer una voz propia, recurriendo al cumulo de reservas en el inconmensurable bagaje de su tradición milenaria, que parecía perderse para literatura en el
proceso de occidentalización del último siglo, lastre de un colonialismo harto traumático, paradójicamente este factor le ha dado un corpus muy
particular, el amalgama de estas dos miradas generaron una
literatura valiosa, que el mundo empieza a reconocer, leer y estudiar con rigor.
España es un país que siempre ha estado muy comprometido con los escritores
Africanos.
Como lector itinerante,
aquel que le saca tiempo a la vida para estos menesteres, es difícil estar al
tanto de todo lo que se produce en el mundo. Ahora que los países escandinavos están
en momento creativo explosivo, que tienen en su haber una gama de escritores
valiosos, lo mismo que la literatura Irlandesa, para sólo hablar de algunos países,
es complicado seguirle el paso a tanta publicación. Seleccionar y priorizar se vuelve una actitud
necesaria. Al final ayudados de la prensa y de las buenas revistas, vamos
leyendo lo más afín a nuestros gustos. La literatura Africana de hecho está en
boca de los especialistas, está pasando algo parecido al boom latinoamericano
de los 70, pero este continente extenso y variopinto hay que abordarlo en
principio desde las obras más importantes, una especie de antología. En todo
caso no estoy tan alejado de su producción, he leído algunas obras, la labor
apenas comienza.
El callejón de los milagros
de Naguib Mahfuz, me parece una obra de suma importancia no sólo para la
literatura Africana sino para el concierto mundial, las historias entrecruzadas
de un Barrio egipcio en una narración polifónica, escrita en 1947, el escritor
quien abreva en la más antigua tradición ( Por ejemplo, las mil y una noche) para
describir la sociedad moderna en que se crió, el Cairo en el caso concreto, narrando
como la gente enfrenta no solo la
sobrevivencia, sino a la más ancestral tradición cargada de radicalismos en
medio de retos nuevos, inimaginables, desde el callejón, lugar del barrio donde
ocurren la mayoría de hechos, el cual termina siendo un personaje más, describe un mundo completo, de la mano de una
prosa cercana al realismo mágico nuestro, exaltada, entretenida, atrapa al
lector desde la primera página y por supuesto atiende a la naturaleza humana en
toda su complejidad.
He leído mucho a John
Maxwell Coetzee, para mí es un escritor de culto, tiene una cofradía y lectores
que le seguimos y esperamos con cierta pasión paranoica, sus temas siempre
escrutan la naturaleza humana en sus más corrientes y complejos conflictos, siendo
los mismos históricamente hablando, en cada personaje suyo vuelven a ser
abordados con una mirada novedosa y sorprendente, terminan dominados por cierta
impotencia frente al peso de ciertos hechos, derrotados. Cuando un hombre cae en “Desgracia”, la
existencia se desflora en sus más caóticas consecuencias, se le cae toda la
estantería, su caos, el caso del profesor de esta novela, empieza con la
decisión de una meretriz con la que tenía encuentros sexuales muy puntuales y
quien decide encauzar su vida y abandonar esa penosa forma de ganarse la vida. El corolario de hechos desgraciados del
profesor de literatura inglesa nos deja atónitos. Me encanta el tono de la
historia, lleno reflexiones muy sabias[1],
el personaje (Laurie) a pesar de sus arrogancias, de cierta terquedad que nos
saca de casillas, cautiva. Este texto es también una mirada a la vejez, al
implacable tiempo.
He leído Wolw Soyinka,
Nadine Gordiner, además algunas antologías del cuento y de la tradición oral, ensayos, he visto conferencias de los propios
escritores, donde se analiza la atribulada relación y paternidad con occidente, pasado que
aun pesa mucho. Hay una África negra, blanca, mestiza, subsariana, el espectro
es amplio y complejo
Ahora que he comenzado a
realizar una mirada completa de la literatura Africana: Chimananda Ngozi
Adichie, Mia Couto, Chinua Achebe, Wole Soyinka, Nadine Gordiner, Alain Macbankou,
Ndalu De Almeida, para sólo citar algunos, empiezo el proceso de búsqueda, oteo
entre bibliotecas y librerías. Esperaremos como me va en esta virtuosa intromisión.
Como ella lo complace, como el placer
que le da es inagotable, él ha terminado por tomarle afecto. Cree que, hasta
cierto punto, ese afecto es recíproco. Puede que el afecto no sea amor, pero al
menos es primo hermano de este. Habida cuenta del comienzo tan poco prometedor
por el que pasaron, los dos han tenido suerte: él por haberla encontrado, ella
por haberlo encontrado a él.