viernes, 19 de febrero de 2010

GUILLERMO CABRERA INFANTE

Dentro de seis días se publicará el manuscrito de Cuerpos divinos que estaba, como tantos otros papeles, notas y cuadernos de Guillermo Cabrera Infante, en la casa de Gloucester Road, en Londres, donde el escritor cubano vivió hasta su muerte, el 22 de febrero de 2005. Muy a su pesar, Cuerpos divinos no era una novela sino unas memorias -"veladas", dijo él- que arrancaban en 1958 y se cerraban (de momento) en 1962. Un libro inacabado de alto valor testimonial ya que en él se encierra, según explica Miriam Gómez, viuda del escritor, "todo el dolor" del autor de Tres tristes trigres y de La Habana para un infante difunto (1).

Cuerpos divinos (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores) saldrá a la venta la próxima semana. Casi 600 páginas llenas de encantos y desencantos. La Habana, el cine, el sexo, la música y, cómo no, la revolución y el exilio: "No sólo la historia, sino la geografía nos condena", escribe Cabrera. "Han hecho truco hasta con la topografía. Nacimos en un oasis y con un pase de mano nos encontramos en pleno desierto".

Alguna vez escribimos a propósito de la publicación del último libro de Cortázar, que los editores muchas veces mantienen trabajando a los escritores, aun después de muertos.

"Fue aquélla la mejor época de nuestra vida.

-Sí -le dije-. Es muy posible que fuera la mejor". Así termina un libro que podía haber terminado de otras mil maneras distintas. Para Toni Munné, director de las obras completas del escritor cubano que aparecerán a partir de otoño en la misma editorial, Cuerpos divinos es un libro fundamental dentro de la obra de Cabrera. "Es el libro que le acompañó toda su vida. Si seguimos las entrevistas a Guillermo vemos que él siempre estaba escribiendo Cuerpos divinos. Es un libro escrito desde el recuerdo, desde la voluntad de recordar".

"Le dolía. Luchaba para escribirlo", explica Miriam Gómez. "Yo le tenía miedo a Guillermo cuando la escribía. Se desnudaba y sólo la luz de su lámpara le calentaba. Me aterraba saber qué podía contar". Intimidades sexuales, reflexiones políticas, amigos desenmascarados y otros fusilados o muertos en vida. "Estaba todo el horror y yo no he querido ni he podido tocarlo", dice Gómez. "Quedan notas, muchas, pero era imposible encajarlas bien. Todas estarán incluidas en las obras completas, pero el libro debía salir así, hasta el desencanto".

La escritura de Cabrera está por fuera de la ortodoxia, es un creador en todo el sentido amplio de la palabra. Fue admirador de Borges, compañero de Severo Sarduy, vivió como Joyce, en un ambiente de exilio: su corazón en Cuba y su casa en Londres. Esto respondió algan vez a la pregunta sobre la sonoridad en su obra:

“Es un experto en reflejar la oralidad en la escritura, ¿es la literatura un acto del "oído" más que de la "vista"?

- Eso es lo que yo he dicho. En realidad, yo presto más atención a cómo suena cuando se lee que a cómo se ve cuando se escribe.

- ¿Cree que sus retruécanos son melodías que suenan de fondo en sus relatos, o es simplemente un juego del ingenio? (2)“

- No; son simplemente un sistema poético. Una manera de embarullar, componer con palabras algo menos directo que una frase usual, menos artificioso que un verso.

Esperamos disfrutar de esta obra.


(2) Revista especulo numero 4.

http://www.ucm.es/info/especulo/numero4/gcabrera.htm








domingo, 14 de febrero de 2010

A PROPOSITO DE UN ESCANDALO LITERARIO EN ALEMANIA


"Las comillas, signos gráficos que corresponden a ciertas entonaciones de la lengua hablada, aíslan lo que dicen otros de lo que dice un locutor. Además la introducción de una cita puede ir acompañada de una actitud hacia el dicho ajeno: aceptación, burla, ironía, distanciamiento, refuerzo de fidelidad. Pueden ser empleadas con varias funciones: a) En algunos enunciados referidos, para marcar la diferencia de voces [...]. d) Las comillas también se usan para que el sujeto de la enunciación establezca cautela, distancia con respecto a un término o a un concepto con el cual no está de acuerdo. Es un enunciado de otro, mencionado o no, que no produce adhesión total. Pablo Valle"(1)

Esto escribía hace dos años en mi blog: “Hace más de veinte años leí un escrito del filósofo Colombiano Rubén Sierra sobre las comillas y el papel que jugaban en el ensayo. El autor dejaba en claro, que con este recurso se podría citar la totalidad del quijote y agregar algún comentario al margen sin caer en el pecado del plagio. El dominical del semanario Argentino el Clarín de la pasada Semana, se refirió al plagio frente al universo avasallador de la información en Internet, que va reduciendo al autor a su mínima condición y que de cierta manera es absolutamente legítimo.” Adelante agregaba en mi blog: “Foucault, trato el tema desde un marco estrictamente filosófico y desde la perspectiva del poder en relación con los discursos. El análisis, como lo deja ver Giorgio Agamben (Profanaciones, Anagrama, 2005), establece que “el autor, como persona con cara y ojos que escribe o practica cualquier otra forma de creatividad cultural, sería para Foucault necesario pero irrelevante. Lo que sería relevante para Foucault sería lo que denominaba la función-autor que “caracteriza el modo de existencia, de circulación y de funcionamiento de ciertos discursos en el interior de la sociedad”. Esta función-autor tendría para Foucault diversas características según refiere Agamben en el ensayo correspondiente al Autor de la obra citada.” Se agrega delante de manera magistral que “un particular régimen de apropiación que sanciona el derecho de autor”. Pero también hay que entender esta función como un conjunto de posibilidades como la de “distinguir y seleccionar los discursos en textos literarios y científicos”, como la de “autentificar los textos constituyéndolos como canónicos”, como la de “dispersar la función enunciativa en una variedad de sujetos” o como la de “construir una “función transdisciplinar que hace del autor un instaurador de discursividad.” Hoy en Alemania, se vive un escándalo de plana mayor: “La novela Axolotl Roadkill de Helene Hegemann, una joven alemana de 17 años, ocupa el quinto lugar entre los libros más vendidos. Acusada de plagio, Hegemann se defiende argumentando que lo suyo es "intertextualidad", mientras espera recibir el premio de la Feria del Libro de Leipzig.” El diario el clarín de Buenos Aires, en la revista “ Ñ “, revive la controversia:

"Axototl Roadkill, ése es el nombre de la novela de Hegemann, habla del mundo de los excesos de drogas, sexo y alcohol de ciertas fiestas berlinesas; ha saltado al quinto lugar de las listas de libros más vendidos y ha sido escogida entre las candidatas al Premio de la Feria del Libro de Leipzig. Esa es la parte positiva de la historia. La parte negativa es que, después de que un bloguero la acusase de plagio, Hegemann ha admitido que ha tomado parte de sus libros de otras fuentes y se ha disculpado por no haberlas mencionado convenientemente.



La primera sospecha fue que Hegemann había tomado algunos pasajes de su libro de una novela llamada Strobo, escrita por un autor que utiliza el pseudónimo de Airen y cuyos temas giran también en torno a las drogas, el sexo y el alcohol. Airen también tiene un blog, en donde se dedica a registrar experiencias de fiestas extremas."

"No obstante, Hegemann rechaza la acusación de plagio y dice que de lo que se trata es de "intertextualidad", y que, si a todo escritor que hiciera lo que ella ha hecho se le acusara de plagio, la vida literaria terminaría por acabarse."



El autor plagiado de un pragmatismo impresionante al respecto señaló:

"Theison, naturalmente, ha sido consultado por los medios alemanes sobre el caso Hegemann y ha dicho que, aunque naturalmente es posible partir de la idea postmoderna de que todo está escrito y de que ya no se puede ser original, el escritor que asuma esa idea tiene que reflejarla en su obra y no ocultar su procedimiento. Airen, cuya verdadera identidad se desconoce, ha dicho, en declaraciones al diario Frankfurter Allgemeine, que Helene Hegemann no le ha hecho nada y que, si en la próxima edición se reconoce la deuda con sus textos, él dará el asunto por saldado.



 
Esta demostrado, los tiempos cambiaron sustancialmente. Amanecerá y veremos.

ADDENDA: Recomienda Pablo Valles. Sobre el tema de las comillas en la literatura, recomiendo también: Tamara Kamenszain, “Juan L. Ortiz: la lírica entre comillas”, en El texto silencioso, México, UNAM, 1983; y Raúl H. Castagnino, “Margen de coincidencias: las ‘formas de relieve’ por vía tipográfica en la técnica de algunos narradores argentinos contemporáneos”, en Márgenes de los estructuralismos, Buenos Aires, Nova, 1975
(1) http://correctores.iespana.es/comillas.htm