lunes, 11 de marzo de 2019

CARLOS MONSIVAIS ESCENAS DE PUDOR Y LIVIANDAD


Cronistas como Osvaldo Soriano en Argentina o Ezequiel Martínez estrada, German Castro Caicedo, representan la expresión de un pueblo, de una ciudad, describen la vibración urbana con todas sus tensiones, los significantes que determinan la cultura popular, las identidades de un pueblo, sobre todo aquellas iconoclastas, contestarias,  la relación entre lo local y lo global, el lumpen. Carlos Monsiváis, fue el cronista y narrador de Ciudad de México.  En un texto sobre su vida y obra, en ocasión de su muerte, se escribió: Carlos Monsiváis (1938-2010) se despidió de sus lectores entre una gran profusión de notas, análisis, memorias y entrevistas. El cortejo fúnebre que acompañó su salida de este mundo confirmó su importancia en la vida de la sociedad mexicana, y captó la atención de un amplio sector del mundo más allá de México. Quizá la reacción más generalizada durante días y semanas después del fallecimiento del cronista fue la incredulidad. El hombre que había estado ahí siempre presente —para reportar virtualmente todo aspecto de la vida mexicana: comprobando, midiendo, sopesando diversos aspectos culturales— a sus 72 años dejaba a todos los que lo conocían y leían con fervor, debido a una fibrosis pulmonar. Su amiga Elena Poniatowska resumió los diversos comentarios y la colectiva sensación de luto: “¿Qué haremos sin ti, Monsi?” De modo más o menos explícito, la conclusión fue general: Carlos Monsiváis había sido un escritor, intelectual, crítico y celebridad pública de un talento extraordinario y una lealtad ética que México no volvería a conocer”.

Narrar una ciudad en el complejo entramado de sus significantes no es tarea fácil. Compenetrarse con el alma de lo urbano, de sus historias íntimas, de sus padecimientos cotidianos, de los personajes y momentos, con el talento de Monsivais es crear a partir de la vida de una ciudad, dejando una obra que está por encima de las narrativas cotidianas descritas.
Escenas de pudor y liviandad, es un texto de crónicas, sobre la ciudad de México, sus personajes, los iconos que la hacen tan especial, la vida íntima de sus calles, con toda la carga de historia y tensiones que genera la vida cotidiana de esta urbe cosmopolita, el cine tan importante para este país, la fotografía, la cultura popular. Monsivais, es uno y muchos, dice el mismo texto citado[1]: “Por ello “No tenemos que enumerar todas las “vidas” intelectuales que obligaban a Monsiváis a llegar perennemente tarde. A lo largo de muchos años se le conoció principalmente como el conocedor número uno de la cultura popular en México, esa cultura de masas tan distinta de la “alta” cultura que desde luego también conocía al derecho y al revés. El cronista mantuvo una visión siempre positiva de estas culturas y sus practicantes: creía en las piedras fundacionales de la democracia, o de lo que más recientemente él llamaba la sociedad diversa y civil. La cultura está inexorablemente entrelazada con la política, y a Monsiváis se le asociaba —y siempre se le asociará— con la vida política de México y América Latina, sobre todo con las ideologías que afectaban el poder electoral y la relación entre el gobierno y la iglesia católica”.
Monsiváis tiene dos obsesiones: El cine y los personajes populares (El santo, Cantinflas, Blue Demon). Escribió una autobiografía, algún libro de aforismos y muchos ensayos, sobre cine y cultura popular. Aun así es un escritor muy universal, pues la tragedia humana se repite invariablemente en todas partes del orbe. La lucha del ser con los poderes no cesa. Este libro, rescatado de una biblioteca pública de Medellín ha sido un bálsamo y una manera de entender mejor a México.






[1] Leyendo a Monsiváis.
http://www.literatura.unam.mx/images/stories/pdf/egan-monsivais.pdf