sábado, 30 de junio de 2018

LA ESQUINA DE JHONY ( RELATO)



La rutina también genera trascendencia, esta no se crea sólo desde lo que reconocemos como grandes acontecimientos, solemos medirla casi siempre por logros y  resultados que consideramos de suma importancia en nuestra escala de ascenso: El nacimiento, nuestros estudios, la graduación, la boda etc...etc., siendo fundamentales, no son los únicos, pareciera que el día a día no vale. Lo mismo pasa con los espacios, aquellos lugares donde transcurre la mayor parte de nuestra vida, algunos muy especiales parecen no contar dentro de nuestros recuerdos, curiosamente los traemos muy poco a nuestra mente, bastante etéreos por cierto: La ciudad, el colegio, la universidad. Siempre existen espacios entrañables, con un sabor a permanencia único, tienen imán y son inclasificables. En la floresta un barrio tradicional de Medellín Colombia, ciudad todavía con grandes manzanas al viejo estilo del cuadrante que nos dejaron los españoles, en una esquina, se encuentra la tienda del amigo Jhony. Es especial por todo: Su ubicación, mantiene un fresco gracias a unas corrientes de aire que la privilegian; tiene una terraza que le da un aire mediterráneo,  y es el punto de encuentro de un grupo de gente heterogéneo, de clase media, que la ve como su segundo hogar, cuando llegan a este lugar encuentran una atmósfera de cofradía única, tal vez por la renuncia espontanea a los egos, de hecho se comportan con sentido de gratitud y amistad, extraño en esta época llena de intereses y egoísmos, aquí no hay diferencias que ofendan, pese  a que se dan debates de toda índole, hay dialéctica. Cuando conocí el sitio me pareció en principio una tienda como todas. Con el tiempo empecé a ver el sentido de pertenencia de sus clientes, eso que los reyes del mercadeo llaman fidelización, pero con una diferencia absoluta, la gente se siente como en su casa, se comporta con sentido de congregación, la libertad es el eje que los une: Para comprar, para ver el fútbol, para beber, siempre con cierto toque de importaculísmo. Cuando se encuentram, saludan con sentido familiar, sin ataduras, se sienten como en casa, con una excepción, aquí nadie regaña, nadie cohíbe.
Su dueño Jhony, es un ser igualmente excepcional, frentero, perdió la pena hace mucho tiempo, sincero, no tiene problema para decir algo por feo que parezca; guarda una amabilidad inenarrable, mucha calidad  y un sentido humano sin igual.  Es un Antioqueño  a carta cabal, padre de una hermosa hija y con una esposa que le ayuda de sobremanera, leal y siempre en su lugar. Esta tienda me recuerda la cueva de Barranquilla, el lugar que se hizo famoso por ser el punto de reunión de un grupo de escritores en los años cincuenta del siglo pasado, que engalanaría las letras colombianas años después: Gabo, Cepeda Samudio, Fuemayor, German Vargas, el sabio catalán, no por ser esta esquina un punto de encuentro propiamente de intelectuales, sino por el sentido de la amistad entre lo cotidiano, una especie de vecindad bien construida, capacidad de asociación sin miserablesas, sin arribísmos. En los últimos días hemos compartido el mundial de futbol, posamos de comentaristas doctos, aquí a nadie se le indilga nada, la democracia es total. Este lugar, es un remanso….difícil encontrar sitios que nos llenen tanto. Los espacios también desaparecen, se vuelven recuerdos que se van diluyendo. Espero este nos acompañe por mucho tiempo.



martes, 26 de junio de 2018

DE LECTURAS Y OTROS TEMAS

Un artículo leído por casualidad, se preguntaba cuantas obras de mitad del siglo pasado se leen hoy, se refería por su puesto a la literatura Colombiana, señalaba el cumulo de novelas, antologías, libros de poesía, ensayos, que hoy están en el olvido, ni se citan si quiera, estoy hablando del común de los lectores, del ciudadano de a pie, pues tan sólo un sector especializado de la crítica y la academia, los traen a colación en estudios muy importantes, pero en cierta forma son marginales. Cuántos autores sobreviven a una generación. En la pasada feria del libro de Bogotá, me quede impresionado de la oferta tan vasta, lo que me dejó muy satisfecho de cierta forma, pese a que nos coloca en una posición incómoda como lectores, debemos escoger entre ese bosque las lecturas de nuestra predilección y preferencias, pues es imposible abarcar semejante universo, al final, cuántos textos sobreviven. El tema ha sido tratado por muchos críticos con absoluto rigor. Del siglo XIX, realmente qué autores Colombianos tienen vigencia, me refiero a que se lean realmente, tengan cierta popularidad. Citaría a “María” de Isaac y  a Silva como poeta. No son los únicos  con valor literario por su puesto, hablo de aquellos autores que se leen actualmente, los que sobreviven en el tiempo en cierta forma.  Pasa lo mismo con el principio del siglo XX, nadie recuerda un autor, están en total olvido. Pongo un ejemplo puntual. Estoy leyendo algunos ensayos de Eduardo Caballero Calderón compilados en un texto editado por Villegas Editores, bajo el nombre de  “Hablamientos y habladurías”, está descontada la calidad de la narrativa de este excelente escritor, del conocimiento profundo de la literatura universal, de Cervantes, de Proust, del cual no solo fue un lector asiduo, sino un estudioso apasionado de su obra. Sus artículos de prensa fueron una verdadera guía en materia literaria. Realice una encuesta casual entre jóvenes, algunos lectores muy serios y casi ninguno conoce a cabalidad la obra de este autor, menos sus ensayos: “Ancha es Castilla”, muchos trabajos sobre literatura Francesa….En fin. En estos días se publico la totalidad de la obra de Marvel Moreno, escritora Barranquillera de mucha importancia, resalta el desconocimiento total de esta autora or las nuevas generaciones. Me pasa lo mismo con muchos autores leídos en el 70 del siglo pasado, hablo de literatura universal, pocos sobreviven. Los clásicos, esos textos que nunca pierden vigencia, en el caso Colombiano: María, La vorágine, Cien años de Soledad, La tejedora de coronas, para citar algunos, se siguen leyendo y realmente son muy conocidos. Pero son pocos, sí se mira el espectro de publicaciones de cada tiempo. Cuantos autores de esta época se leerán en pocos años. Es un interrogante. Siempre cito al poeta Guillermo Valencia, fue el poeta nacional, hablo de principios del siglo XX, hoy ha caído en el olvido. Estos son esbozos de un lector desprevenido, así de simple.