Sigo pensando
que la conferencia sobre la “Divina Comedia”, hecha por Borges y que hace parte
del texto “Borges Oral”, es también una elucidación sobre la creación poética y
un ejemplo de cómo debe ser leído un poema. Hay mucha tinta alrededor del
tema, pero curiosamente este nunca pierde vigencia a pesar de las formas de
expresión alrededor de la multimedia que agregan otra manera de crear, es
innegable que la imagen es poesía, pero no será tema de esta columna.
“Platón nos dice que el
artista reproduce la apariencia de las cosas distando tres grados de la verdad:
el primero sería Dios, que crea la idea; el segundo el hombre artífice que
fabrica algo con la idea; y el tercero el que recrea lo fabricado, que sería el
artista”. La creación nace del fuero personal, busca expresar un sentimiento y
encuentra en la poesía el mejor instrumento. El poeta también es un Dios, en el
sentido más literal del término. Borges en el texto citado nos dice: “Ya
entonces observé que los versos, sobre todo los grandes versos de Dante, son
mucho más de lo que significan. El verso es, entre tantas otras cosas, una
entonación, una acentuación muchas veces intraducible. Eso lo observé desde el
principio”.
NOCTURNO III
Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos
y de músicas de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda
las luciérnagas fantásticas,
A mi lado lentamente,
contra mí ceñida, toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el más secreto fondo de las fibras te
agitara,
Por la senda florecida que atraviesa la
llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos
esparcía su luz blanca,
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Este poema lleno de música,
de un ritmo inigualable, donde el fulgor de las palabras parece recuperar la
esencia del lenguaje, resulta ser un ejemplo de lo que espera Borges de un
poema, pues este se debe al universo del autor, hay intensidad, entonación……..
Olga Orozco, que es una poeta
memorable, escribió con lucidez sobre el tema: “La poesía puede
presentarse al lector bajo la apariencia de muchas encarnaciones diferentes,
combinadas, antagónicas, simultáneas o totalmente aisladas, de acuerdo con la
voz que convoca sus apariciones. Puede ser, por ejemplo, una dama oprimida por
la armadura de rígidos preceptos, una bailarina de caja de música que repite su
giro gracioso y restringido, una pitonisa que recibe el dictado del oráculo y
descifra las señales del porvenir, una reina de las nieves con su regazo
colmado de cristales casi algebraicos, una criatura alucinada con la cabeza
sumergida en una nube de insectos zumbadores, una anciana que riega las plantas
de un reducido jardín, una heroína que canta en medio de la hoguera, un pájaro que
huye, una boca cerrada. Las imágenes creadas por sus resonancias se fijan, se
superponen, se suceden. Adelante remata: “Pero estas conclusiones enuncian
características y no significados de la poesía. Y es casi fatal que así sea,
porque la poesía en su esencia, en su representación total, así como el
universo, como esa esfera de la que hablaban Giordano Bruno y Pascal, cuyo
centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna, es inaprensible”.
Cuando releo la conferencia
de Borges, pienso que el tema ha quedado solo en manos de especialistas, pero
que nunca ha dejado de perder vigencia, la creación poética, constituye una de
las elucidaciones más bellas sobre la esencia del lenguaje. En ella expresa su
función primaria: “Pero la idea es la misma, la idea de que nosotros estamos
hechos para el arte, estamos hechos para la memoria, estamos hechos para la
poesía o posiblemente estamos hechos para el olvido. Pero algo queda y ese algo
es la historia o la poesía, que no son esencialmente distintas”.
Olga, en un aparte de su
texto expresa: “Es decir, la actitud inicial del poeta tiñe con un sentido
último a su poesía, a esa faz particular de la poesía. Quiéralo o no, cada uno
funda su arte poética, aun remitiéndose a la negación de toda regla, y le
impone sus leyes: las de la libertad absoluta, las del rigor extremo, las del
abandono y la brusca vigilancia. Bajo estas directivas que rigen un material en
ebullición, una arquitectura pétrea o una sustancia cristalina, el acto creador
se convierte, en uno y otro caso, en arco tendido hacia el conocimiento, en
ejercicio de transfiguración de lo inmediato, en intento de fusión insólita
entre dos realidades contrarias, en búsquedas de encadenamientos musicales o de
símbolos casi matemáticos, en exploración de lo invisible a través del
desarreglo de todos los sentidos, en juego verbal librado a las variaciones del
azar, en meditación sobre momentos y emociones altamente significativos, en
trama de correspondencias y analogías, en ordenamiento de fuerzas misteriosas
sometidas a la razón, en dominio de correlaciones íntimas entre el lenguaje y
el universo".
Borges también pronunció una
conferencia en Francia, sobre la creación poética. Esta sigue siendo para mí, uno de los misterios más bellos de la literatura y de la creación artística, claro está, la misma tiene reglas, unas formas que la diferencian del lenguaje comun, aun así, no se descifra del todo. Borges por ejemplo, se opone a Poe en esta charla, que
decía que la creación era un acto intelectual. Decía: “Según él, comenzó por el
último verso, Shall be lifted nevermore!, y después escribió el resto para
llegar a ese fin, un poco melancólico, diría yo. Y bien, esta teoría de la
composición poética como un acto intelectual, como una serie de razonamientos y
de silogismos es, me parece, del todo inexultable. Es extraño que esa idea
clásica sea la obra de un gran escritor romántico, como lo era sin duda Edgar
Allan Poe, sobre todo siendo que él no escribía versos sino maravillosas
fábulas en prosa, por ejemplo, Las aventuras de Arthur Gordon Pym. Y tenemos la
otra idea. Es la antigua idea de la inspiración. Esa palabra es demasiado grandiosa
para mí, pero ¿por qué no aceptarla durante el curso de esta charla?... Y bien,
la idea de la inspiración es la idea del poeta como secretario, digamos: como
alguien que recibe el dictado de una fuerza desconocida. Entonces, los griegos
pensaban en las musas, los hebreos pensaban en los reyes, en el espíritu... Esa
idea es más posible”. Borges, siempre que habla de la creación poética, habla
de la condición del lector. Así lo hace en “Siete Noches” y lo mismo insiste en
la conferencia en Francia: “ Y bien, eso
puede aceptarse o no. Una cosa es más verosímil que la otra. Yo quisiera hablar
de mi larga experiencia, mi modesta experiencia. Yo pasé... yo consagré toda mi
vida a la literatura. Siempre supe, desde que era un niño, que mi destino sería
literario, es decir: yo me veía siempre saturado de libros como en la
biblioteca de mi padre, quien quizá me dio esa idea. Y bien, sabía que pasaría
toda mi vida leyendo, soñando y escribiendo, y tal vez publicando, pero eso no
es importante, no hace parte de un destino literario, pero en fin... yo hice
eso. Hice lo posible, no por leer todos los libros, como decía Mallarmé, sino,
en fin, para leer los libros que me gustaban. Tuve conciencia de que la lectura
debe ser considerada no como una carga, sino como una fuente de felicidad,
posible y fácil. Entonces voy a contarles, puesto que estamos hablando de una
manera tranquila, espero, mis experiencias personales. Y bien, yo camino por
las calles de Buenos Aires, por la Biblioteca Nacional, que dirigí hace un
tiempo y que dejé después, y, de pronto, siento que algo va a llegar. Entonces
espero. Ese algo llega. Es quizá una fábula, una noción cualquiera, que no
concibo de manera clara, pero percibo siempre el comienzo y el fin y después me
toca inventar lo que hay entre esas dos cosas. Hago lo que puedo. Después
siento que esa idea exige, digamos, un cuento, un poema, un ensayo. Eso me es
revelado después...”
El poeta piensa
en el lector, en la felicidad que produce. Borges es en esencia un lector: “Pero
yo quiero que el lector, cuando lea mis libros (...) los mejores son El libro
de arena, El informe de Brodie, La cifra. Son mis mejores libros, se pueden
olvidar los otros ampliamente, yo lo he hecho. Yo pienso que alguien que no ha
leído nada puede comenzar por La cifra, en la poesía, y por El libro de arena,
en la prosa. En el presente intento ser lo más simple posible, siendo complejo
pero de una manera secreta y modesta, de una manera no evidente. Es decir, yo
no tengo estética, no busco los temas, los temas me buscan, yo intento
detenerlos pero al final ellos me encuentran, entonces hay que escribir para
quedarse tranquilo (...) En ese momento yo público o no. En general lo hago
para quedar libre de los borradores, como decía Reyes. Pero creo que cada tema
tiene su estética”.
Ahora, que sigo pensando en
la vida y en mis libros, pienso que este es uno de los temas más sublimes de la
literatura. No es fácil agotarlo, en este blog seguiré escrutándolo.