miércoles, 13 de mayo de 2015

COMENTARIOS VARIOPINTOS SOBRE LITERATURA

Un  evento como la feria de Bogotá o la de Guadalajara, terminan generándome mucha angustia como lector ambicioso que soy,  recorriéndoles,  verificamos que realmente son excesivas las ofertas, las novedades,  con excelentes escritores, de una calidad incuestionable, paradójicamente el tiempo para leer cada vez es más corto. La labor de revistas como “Arcadía” por ejemplo, para hablar hoy solo de esta publicación entre las muchas que leemos, es muy valiosa en este sentido, constituye un filtro crítico impecable, que nos sirve de guía para ir oteando lo que pasa en el mundo del libro, sobre todo en lo que corresponde a la literatura. En lo particular tenía muchos temores después de la salida de la dirección de Marienne Panasford de Arcadia, pero realmente continuó con su misma filosofía y calidad. La traigo a colación porque le dedicó un número especial a la feria de Bogotá, que fue excelente, como todo lo que hace.
El papel de la crítica es fundamental, pese a que es indiferente con autores nuevos, pues poco se exponen, su capacidad de riesgo es muy poca, no se atreven a hablar de autores inéditos hasta la fecha, y de hecho tienen  poca referencias y reseñas de las publicaciones de la academia que pasa desapercibida para la gran mayoría del público.
Quiero hablar de la última novela de William Ospina, que se lanzó en la feria, quien a su labor de ensayista, poeta y crítico avezado, le suma la de novelista. El género de la novela lo permite todo, para un escritor como William, la oportunidad que le brinda es amplia, pues es un intelectual a carta cabal, en toda la extensión de la palabra, enamorado de la poesía, siempre será un poeta, pero con una cultura universal muy valiosa que le sirve para armar historias bien articuladas: historia, estética, arte, poesía y utopía. Sus condiciones de ensayista formidable están descontadas, además es un agudo crítico literario. Ahí están las “Auroras De La Sangre”, el trabajo critico más importante de los últimos años en Colombia, más de cinco libros de ensayos cortos, un trabajo crítico sobre Aurelio Arturo, nuestro poeta Pastuso. “El año de verano que nunca llego”, es el título de su última novela, es la cuarta después de la trilogía publicada en los diez años de este periplo que comenzó con “Ursua”.  Me encontré con una excelente reseña publicada por el periódico el tiempo de Bogotá escrita por Dasso Saldivar, el biógrafo de Gabo, creo un deber publicarla por su claridad:
“Fue a mediados de septiembre de 2010, estando en Buenos Aires, cuando empezó su camino de azares, de sombras y de luces. William Ospina se dispuso, inmovilizado por una tormenta en el hotel, a verificar en internet la escritura correcta del complicado apellido de Mary Wollstonecraft, cuando se encontró repasando con avidez la vida de la autora de Frankenstein, que lo llevó a su marido Percy Shelley, que lo llevó a Lord Byron, que lo llevó a John William Polidori, y los cuatro a Villa Diodati, a orillas del lago Leman, donde estos personajes coincidieron, en parte por el destino y en parte Claire Clairmont, hermanastra de Mary, la noche que duró tres días del 16 al 19 de junio de 1816. La historia de este encuentro en esa noche inabarcable, en la cual se concibieron El vampiro de Polidori y el Frankenstein de Mary Shelley, se apoderó de tal manera de Ospina que a medianoche estaba ya leyendo sobre 'El paraíso perdido', pues Milton también había inspirado su poema en la misma Villa Diodati, en 1638, cuando estuvo visitando a Galileo Galilei, en Pisa”[1].  He leído tan sólo las primeras cincuenta páginas de esta novela, su textura es absolutamente encantadora, una prosa cargada de poesía, llena de elementos históricos y que convoca a personajes en materia literaria, míticos; pocos saben que Polidori era un sirviente de Bayron y que una noche de tormenta en Inglaterra donde los grandes castillos se vuelven como barcos a la deriva, aislados entre lluvias eternas, este decidió que todos  las personas que estaban en el castillo contaran o inventaran una historia, para pasar la noche y de este ejercicio nacieron los vampiros en la voz de Polidori.
Remata Dasso su reseña, contando como se forja esta historia en el escritor:
“La compleja y azarosa realidad que se perfilaba ante él era tan fantástica, como habían dicho Conrad y Borges que es casi siempre la realidad, que pensó que para llegar a ella debía hacerlo por caminos reales, incluso cotidianos, y que esto es lo que tal vez le daría un valor literario a esas historias fantásticas y trilladas. La erupción del volcán Tambora, el verano que no fue al año siguiente por su culpa, la noche de tres días, el encuentro de los cinco personajes en Villa Diodati, el nacimiento del Vampiro y de Frankenstein a raíz de una apuesta entre Byron y sus amigos, las consecuencias y las ramificaciones de estos hechos a través de los siglos venideros, la forma como esta trama infinita de hombres, historias, amores, traiciones y sueños había arrobado al escritor, todo eso era el material, el disperso, múltiple y complejo mundo que estaba entrando a raudales en el libro y que su autor no sabía cómo encausar y entretejer. No sabía entonces si aquello sería una novela, un ensayo o un libro de viajes, y quién lo podría contar. ¿Byron, Shelley, Mary, Polidori o tal vez Claire Clairmont, que los había sobrevivido durante décadas? Ninguno tenía la perspectiva suficiente, excepto la última, y Byron, Shelley y Polidori murieron tan jóvenes que tal vez ni siquiera llegaron a sospechar la trascendencia que tendría su encuentro Villa Diodati y lo que se gestó durante aquella noche de tres días. Entonces una tarde, mientras esperaba en la estación de Nottingham el tren para Newstead, William Ospina supo que solo él podía contarla, y ahí mismo continuó la historia en primera persona en hojas sueltas. Pronto, desde que el tema se había apoderado de él en Buenos Aires, el escritor advirtió el tejido de causalidades y efectos, al margen de su voluntad y aun de sus búsquedas, que lo habían encadenado al tema, lo conducían mediante hilos extraños y luminosos, y lo habían puesto a trabajar de forma insomne y febril”.
Es un hecho que la novela como herramienta para recrear aspectos apasionantes de la historia literaria de la humanidad desde ópticas diversas, le permitirá escribir verdaderos ensayos con más libertad, invocando la ficcion, desde esta puede mezclar temas variopintos como lo hace con esta novela, imposible con el rigor que implica escribir un documento, Los encuentros que crea a partir de su investigación  no son tan circunstanciales como uno puede creer al principio por tratarse de una novela, muchos existieron. Espero terminar de leerla y a mis lectores les llamo a hacerlo igualmente.
Acabo de leer de Javier Cercas: “La velocidad de la luz”, es una crítica a la guerra a través de dos personajes en un encuentro casual, no sabía de esta novela que encontré en una librería del usado, que buena.
Ediciones Plutón de Panamá sigue publicando excelentes obras a precios verdaderamente populares, acabo de adquirir “De profundis” de Oscar Wilde de nuevo pues un número que había adquirido lo regale en Colombia, sobra hablar de esta excelente obra.





[1] http://www.eltiempo.com/entretenimiento/musica-y-libros/nuevo-libro-de-william-ospina/15550339








[1] http://www.eltiempo.com/entretenimiento/musica-y-libros/nuevo-libro-de-william-ospina/15550339