jueves, 30 de octubre de 2008

LA LECTURA DIGITAL

Yo he pensado, alguna vez, escribir una historia del libro. No desde el
punto de vista físico. No me interesan los libros físicamente (sobre todo los
libros de los bibliófilos, que suelen ser desmesurados), sino las diversas
valoraciones que el libro ha recibido.
Jorge Luis Borges.

El escritor Héctor Abad Faciolince, en una reciente columna en el diario el espectador de Colombia, escribía sobre las virtudes de la tecnología que nos permite tener una Biblioteca infinita a nuestra disposición, señalaba con asombro que: “En una memoria USB de buena capacidad, del tamaño del dedo meñique, puede caber la Enciclopedia Británica, las Obras Completas de todos los escritores del Boom latinoamericano, el directorio telefónico de Calcuta, los Evangelios apócrifos y los auténticos, todas las traducciones existentes del Corán, las cien mejores novelas francesas del siglo XIX, los Principios de Newton y hasta las Elegías de varones ilustres de Indias, que casi no caben en ningún libro de papel”. Confieso que desde hace seis años, soy un lector de pantalla compulsivo, no me cuesta ningún esfuerzo leer una novela o un ensayo en mi PC, he oteado la red con una paciencia de relojero y gracias a ello gozo de una biblioteca digital importante, almacenada como un tesoro en la memoria de mi PC, que me permite tener a la mano algo así como dos mil textos, que incluyen no solamente aquellos clásicos imprescindibles en la vida, sino autores nuevos, mucha narrativa latinoamericana, inclusive escritores excepcionales como Bolaños, Guillermo Martínez, Mendoza……que antes era imposible tener a la mano, por razones económicas, ausencia de publicaciones en nuestro país…….En fin. Borges, en una de las conferencias mas hermosas, reunidas en un texto que se titula Borges oral expresaba con una reverencia absoluta que: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro”. Es indudable, se refería al libro tradicional, esa cosa hermosa, con pastas, una solapa, un titulo y un mundo en su interior……en el mismo recordaba que en “César y Cleopatra de Shaw, cuando se habla de la biblioteca de Alejandría se dice que es la memoria de la humanidad. Eso es el libro y es algo más también, la imaginación.” Que diría, ahora que esa memoria puede caber en tan poco y esta a disposición de cualquier persona con un mínimo de tecnología, que metáfora resultaría gracias a las mieles de esta realidad que no alcanzó el escritor argentino. Una cosa es la historia del libro, de la escritura y otra de la lectura como tal. El excelente libro de Mangel sobre la historia de la lectura en occidente, reconoce momentos claves en este proceso histórico de la lectura, rupturas y señala como la lectura oral constituye la partida de bautizo del periplo histórico, que termina en la lectura digital. Según el bibliotecólogo, Fernando Báez, citado por Edy de Souza, el primer libro data del año 4100 a 3300 AC (http://artedfactus.wordpress.com/2008/03/22/apuntes-sobre-la-historia-de-la-lectura-en-occidente/) otros estudios señalan tres periodos claves (Alfaro López, Guglielmo Cavallo y Roger Chartier) de manera taxativa se refieren a tres momentos en la lectura: “ Un primer momento, que es el transito de la lectura oral a la lectura silenciosa, después el paso de la lectura intensiva a la lectura extensiva, que es anterior a Gutemberg, al salto de lo impreso y el tercero lo constituye la trasmisión electrónica de los textos". Estamos en plena auge de la lectura digital, de la revolución de la Web 2.0, del blog y por lo tanto de la biblioteca de babel de la que hablaba Borges. Ahora seleccionar nuestras lecturas se hace no solamente necesario, sino imprescindible frente al universo de posibilidades que nos otorga la red. A ello se suma el intercambio de opiniones a través del chat, el acceso a revistas especializadas, a tesis de grado de las mejores universidades, el mundo impreso está al alcance de nuestro PC, esta realidad genera más bien una angustia, el deseo de quien tiene todo a la mano, no puede disfrutarlo por los límites de tiempo. Cuando nos referimos al texto, recordaban los autores citados, que la lectura no está previamente inscrita en el texto, es decir, que existe una distancia (hay que remarcar esto) entre el sentido que transmite un texto, una vez que ha adquirido una forma definida, en el dispositivo portador de lo escrito y lo que potencialmente son capaces de realizar los lectores, una vez que se encuentran ante éste. En consecuencia, el texto existe en la medida en que hay un lector que lo lee. Aquí es donde comienza la historia de las prácticas de la lectura porque al historiador lo que ha de interesarle son las maneras especificas que históricamente se han dado de la relación entre el mundo del texto y el mundo del lector, con la lectura digital, el texto adquiere vida de igual manera cuando se accede a él a través de la red, que esta siempre a su entera disposición. Con las bibliotecas de almacenamiento creadas por portales como Google, el mundo impreso se reduce a nuestra voluntad de acceder al mismo……esta posibilidad ya nos asombra de antemano, nos conmueve.