Este dizque era un hombre
que se llamaba Peralta. Vivía en un pajarate muy grande y muy viejo, en el
propio camino real y afuerita de un pueblo donde vivía el Rey. No era casao y
vivía con una hermana soltera, algo viejona y muy aburrida.
A la Diestra de Dios Padre
de Tomas Carrasquilla.
El jueves 17 de enero se
cumplen cincuenta años del natalicio del escritor Colombiano Tomas
Carrasquilla. Cuando uno habla del costumbrismo en la literatura Colombiana
indefectiblemente se termina en Carrasquilla. Carlos Sánchez Lozano, a través
de las páginas de la Biblioteca Luis Ángel Arango lo ubica en el contexto de la
literatura latinoamericana de manera muy exacta: Por eso la obra de
Carrasquilla, necesariamente, es contemporánea de novelas como Don Segundo
Sombra, de Ricardo Güiraldes, Los sertones de Euclides da Cunha, Los de abajo
de Mariano Azuela y Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, con las que comparte una
preocupación evidente por describir directamente la realidad social que les
había tocado en suerte en cada uno de sus países: Colombia, Argentina, Brasil,
México, Venezuela. Sólo una posterior catarsis permitirá que los problemas de
la novela regionalista -uso de jergas locales, intenciones de hacer sociología,
exposición de tesis políticas, configuración de personajes caricaturescos- sean
enfrentados y asumidos por una nueva generación de novelistas pertenecientes al
realismo cosmopolita o "realismo crítico", como lo llamó el crítico
uruguayo Angel Rama: Machado de Assis, Rulfo, Arguedas, Onetti, García
Márquez."
Su vida se puede sintetizar en pocas líneas y de este universo toma todas
sus historias: Nació en un pequeño pueblo minero de Antioquia, Santo Domingo,
el 17 de enero de 1858, época de intensas agitaciones políticas en Colombia, al
borde de una nueva guerra federalista, y el año en que se publicó esa pequeña
obra maestra del costumbrismo, Manuela, de Eugenio Díaz. Carrasquilla era hijo
de un ingeniero, habitualmente ausente del hogar por razones de trabajo, y de
una devota ama de casa que al parecer impulsó en su hijo el gusto por la
lectura. Poco se sabe de los primeros años de Carrasquilla. El norteamericano
Kurt Levy, su más completo estudioso y biógrafo, supone que Carrasquilla fue un
"diablo" y un niño buscaproblemas: metiche, altanero, sabelotodo.
Pero sus hermanos, tías y abuelos lo adoraban por su carácter risueño,
imaginativo y sus aires intelectuales. Su familia no era adinerada, pero
tampoco sufría penurias. Poseía pequeñas propiedades y estaba vinculada al
próspero, aunque riesgoso, negocio de extracción de oro. Hay que situarse en
aquellos lejanos años de la sexta década del siglo XIX para comprender un poco
mejor el contexto en que vivió el futuro escritor. Antioquia era uno de los más
conflictivos estados federales, habitualmente enfrentada al centralista estado
de Cundinamarca o al hostigante Cauca dirigido por Tomás Cipriano Mosquera. La
ventaja de Antioquia consistía en su creciente poderío económico y su vigoroso
proceso de modernización agrícola e industrial vivido durante el período
federal (1856-1885). Tenía la tasa de natalidad más alta -las mujeres
habitualmente parían entre cuatro y doce hijos-, pero también el analfabetismo
más bajo, pues en esta época se fundaron muchos colegios católicos y laicos,
normales y la Universidad de Antioquia. La influencia de Galdós en su obra es
innegable y por su puesto los maestros Rusos del Siglo XIX. Releer a este autor
resulta agradable, que es la mejor manera de validar su obra. En sus cuentos el
tema de la religiosidad y la lucha encarnada del hombre entre el bien el mal
está expuesta magistralmente, con humor. No se nos puede olvidar que
Carrasquilla incorpora el idioma regional a sus obras impecablemente, ahora que
está de moda hablar de esta técnica a propósito las novelas exitosas de
Fernando Vallejo. Sería muy bueno releer sus cuentos.
Estamos viviendo un
redescubrimiento de su obra. Reinaldo
Spiletta, un columnista del periódico “El espectador” expresa: “Está conectado
con una ruptura (por ejemplo, del francesismo), con el descubrimiento de lo que
puede denominarse como el ser colombiano. En este caso, el ser antioqueño”. El
escritor decía sobre su formación: He leído de cuanto hay, bueno y malo,
sagrado y profano, licito y prohibido, sin método, sin plan ni objetivos
determinados, por puro pasatiempo. . . Lo que tengo en la cabeza es un
matalotaje caótico de hojarasca, viruta y cucarachas".
Realmente
esta le sirvió para contar su tierra, describir su gente, descifrar la
conciencia del antioqueño raizal y desarticular eso que llamamos malicia indígena,
el engaño sabio, el cruce de cuentas, la historia novelada de su entorno. Rene
Uribe Ferrer lo dice magistralmente: “Don Tomás fue habitual lector de
aquellos, especialmente de Dickens y Galdós (Uno de sus contertulios ha dicho
al autor de este trabajo que Carrasquilla leyó cuatro veces la extensa obra
completa de este último). No es pues extraño que él haya realizado para
Antioquia análoga labor”.