martes, 27 de diciembre de 2016

INTIMIDADES CONGELADAS

En diciembre suelen darse listas de libros, los mejores del año, bien sea por ventas, por su excelencia narrativa, en ella caben aquellos que recomendarías por alguna razón especial, casi siempre relecturas y por su puesto las acostumbradas antologías por categoría de lo editado en el año (novela, poesía, no ficción, ensayo, ciencia...) que ameritan tenerse en cuenta según el criterio de cada publicación o autor. La de la revista “Arcadia” de Colombia es muy completa, lo mismo la de “Babelia” del periódico “El país” de España. Estas listas suponen lectores de tiempo completo lo que realmente hoy es casi una utopía, muy pocos vivimos en esa compulsión irresponsable de querer leerlo todo. Es difícil en ese bosque escoger el árbol que nos aporte, no solo una lectura agradable, sino que al final nos produzca ese sentimiento de exaltación que suelen provocarnos los buenos libros, porque nos cambian, nos aportan, suman al final.
Quiero referirme a una lectura que me tiene encantado, me refiero a Eva Illouz con un texto que se llama “Las intimidades congeladas”. Descifrar el momento histórico para mí siempre es de suma importancia y esta autora lo logra con una lucidez asombrosa: “Tradicionalmente, los sociólogos entendieron la modernidad en términos del advenimiento del capitalismo, de la aparición de instituciones políticas democráticas o de la fuerza moral de la idea de individualismo, pero prestaron escasa atención al hecho de que, junto con los conceptos familiares de plusvalía, explotación, racionalización, desencantamiento o división del trabajo, la mayor parte de los grandes relatos sociológicos de la modernidad contenían otra historia colateral en clave menor, a saber, las descripciones o los relatos del advenimiento de la modernidad en términos de emociones”. No solo escruta las consecuencias del capitalismo en el sujeto, en el hombre de a pie, con todas sus imposturas, sino todas las dís-funcionalidades y las des-armonías que nos generan angustias y malestar, las emociones en suma, el cumulo de lo que sentimos. Su mirada está soportado en el pensamiento de los grandes filósofos y sociólogos de mitad del siglo pasado, en el proyecto de la modernidad, los textos y discursos que lo hicieron posible desde la ilustración: “Por más que no sean conscientes de ello, los relatos sociológicos canónicos de la modernidad contienen, si no una teoría desarrollada de las emociones, por lo menos numerosas referencias a éstas: angustia, amor, competitividad, indiferencia, culpa; si nos tomamos el trabajo de profundizar en las descripciones históricas y sociológicas de las rupturas que llevaron a la era moderna, podremos advertir que todos esos elementos están presentes en la mayor parte de ellas.  Lo que quiero destacar en este libro es que cuando recuperamos esa dimensión no tan oculta de la modernidad, los análisis de lo que constituye la identidad y la personalidad modernas, de la división entre lo privado y lo público y su articulación en las divisiones de género, experimentan un gran cambio”. Este texto lleva varios años de publicado, realmente no lo había referenciado, pero ahora que lo leo, estoy gratamente sorprendido, es un hecho que la relación del sujeto con los poderes instaurados, las servidumbres y la manera como vivimos en el marco del capitalismo imperante, situación que para la mayoría de sujetos no está resuelta desde la perspectiva de  la justicia social, es más una impostura de la que difícilmente escapamos, en una economía global como la actual, que no permite disidencias,  en medio de las tecnologías de la información y el conocimiento, las cuales  han trasformado sustancialmente a este sujeto y su relación  con el medio.
Nancy Fraser ha trabajado el tema con mucha hondura, sus textos son emblemáticos y en ellos enfatiza el grave problema de la distribución de la riqueza, como se dan las diferencias, como se traducen en la escasez de oportunidades´, trabajo que comenzó estudiando la discriminación de la mujer: “Así pues, en general nos enfrentamos a una nueva constelación. El discurso de la justicia social, centrado en otro momento en la distribu­ción, está ahora cada vez más dividido entre las reivindicaciones de la redistribución, por una parte, y las reivindicaciones del reconocimiento, por otra”. Desde el feminismo ha hecho evaluaciones y descripciones de la manera como se expresa el capitalismo en el sujeto a través de la distribución y el reconocimiento.
Estas lecturas confirman que la escuela sociológica del siglo XX, que tanto le aportó a la filosofía y al estudio de las sociedades pos-industriales continua de alguna manera produciendo textos lucidos que explican estos contextos tan importantes.