martes, 5 de junio de 2012

SAMUEL BECKETT



La editorial segoviana La “Uña Rota” pública “Samuel Beckett, el último modernista”, de Anthony Cronin, la primera biografía editada en castellano, de quien fuera premio nobel 1969, con una obra excepcional, creador del teatro del absurdo. Con este escritor suelo mantener una relación entrañable gracias a una obra impecable, sombría, pesimista por antonomasia y profundamente lúcida, pues describe la tragedia del hombre en la modernidad con un sentido del humor que termina convertido en ironía descarnada. Estaba muy joven cuando alguien me entregó su novela “el innombrable”, que me generó un impacto que recuerdo con absoluta claridad, pues me enfrenté a un monólogo en apariencia sin sentido,  no respondía a ninguna trama específica, con un tono nihilista perseverante, aspectos todos nuevos para mí. Lo releo religiosamente todos los años y me sorprende su vigencia y el vigor de su prosa y sobre todo la visión del mundo cargada de un escepticismo,en contra de cualquier simulacro de humanismo como impostura.
Esta novela es la tercera de su trilogía después de “Molloy” y “Malone muere”. Beckett fue un escritor con una vida extraña desde su niñez. Solía decir: “tengó escaso talento para la felicidad”. Su vida fue cómoda y su familia gozaba de una excelente posición económica, sin afujías se diría hoy, fue excelente deportista y gustó desde muy temprana edad del teatro, se impactó con la obra de Luigi Pirandello.
Cuando uno lee a Beckett, sufre una especie de estupor, como si se encontrará siempre en una situación límite, sin salida, nace de la inacción que caracteriza a sus personajes, de la impotencia,  su obra de teatro “Esperando a Godot”, es muy emblemática en este sentido, es la que mejor representa el teatro del absurdo, este fue uno de sus grandes aportes a la literatura. Su prosa minimalista, de un clasicismo depurado, es profundamente pesimista y cada frase está puesta para generar esta angustia permanente, que es la misma que vivimos constantemente en nuestra cotidianidad agobiante. Beckett me recuerda aquella frase lapidaria: Un hombre optimista es una persona mal informada.
Cuando se escruta la vida de este autor nos encuentramos con la sorpresa que no fue tan pasiva como se ha divulgado falsamente, menos la de  un anacoreta alejado totalmente de la sociedad. Tan solo hace un mes se publicó en español su primera obra: “Sueño con mujeres que ni fu fa”. Silvina Friera, escribió a propósito de esta publicación: "primera novela del escritor irlandés, hasta ahora inédita en castellano, traducida por José Francisco Fernández y Miguel Martínez-Lage. Dream of Fair to Middling Women –el título original– es considerado por los traductores el texto “más personal e íntimo”, la piedra angular del “primer” Beckett, que en 1932 tenía 26 años y estaba en el hotel Trianon de París, aguijoneado por una gran tensión emocional, cuando decidió poner punto final a los desvelos y contratiempos del protagonista, Belacqua, un joven poeta que vagabundea por París y Dublín.” Se editó por primera vez en 1992, tres años después de su muerte. Sobre la propia novela escribe o cita magistralmente un análisis que devela a este escritor en su totalidad tan inabarcable para la crítica:
“Leer a Balzac es como obtener la impresión de un universo cloroformizado. Es dueño y señor de su materia, puede hacer lo que le venga en gana, puede predecir y calcular hasta las más mínimas incidencias, puede escribir el final del libro antes de haber terminado el primer párrafo, porque ha convertido a todos sus personajes en repollos mecánicos y puede dar por hecho que se queden quietos donde sea necesario o que se pongan en marcha a la velocidad que sea y en la dirección que él mismo decida”, cuestiona el narrador de Sueño con mujeres que ni fu ni fa en su pertinaz combate. No hay “repollos mecánicos” en Beckett. En los sucesivos desvíos que experimentan sus criaturas flamea un vitriólico horizonte de pérdidas. Si el sustantivo no se deshace en la boca apenas se lo pronuncia, el “personaje” Belacqua se materializa en un espíritu errante que discurre por los ripios de un lenguaje exuberante, cultivado por expresiones y citas en francés, alemán, español, italiano y latín. Beckett disemina y potencia minúsculas parcelas de la Divina Comedia de Dante; Anatomía de la melancolía, de Richard Burton; retazos de epigramas de Marcial y sátiras de Juvenal; incrusta versos de Hölderlin y una frase de Caperucita Roja, de Charles Perrault, entre otras inserciones de una ecléctica pléyade de autores.
Esperamos que esta sea una biografía literaria que nos ayude a construir el itinerario creativo de este autor extraño para estos tiempos, pero alucinante para cualquier lector. Hoy es necesario, volver por autores como Samuel Beckett, frente a cierta literatura exenta de calidad y con muy poco trabajo, actualmente tiene mucho éxito debido a las argucias del mercado. Está claro que no se exige al lector, hoy se impone una levedad estética muy común en la era digital que vivimos.
Sus textos cargados de "inactividad, de ensimismamientos prolongados, de humor", están estructurados en un minimalismo riguroso, pero en esencia, es muy buena literatura, diferente a todo, con una precisión gramatical sin parentela, cada palabra es ajustada a una estética prefigurada por el autor. Algún crítico en la red esbozaba con respecto a una de sus novelas: Beckett explora el movimiento humano como si ejemplificara una permutación matemática, presagiando la preocupación final  con el "espacio" y el "movimiento exacto".
La enciclopedia wikipedia al referirse a su periodo intermedio de su narrativa, precisa:  lo sobrebresaliente de Beckett durante este periodo fueron las ya mencionadas novelas Molloy (1951), Malone muere (1951) y El Innombrable (1953). En dichas novelas, que suelen tomarse como trilogía, pese al criterio expreso del autor, el lector puede trazar el desarrollo del estilo y los temas del Beckett maduro. La escritura en ellas se muestra cada vez más desnuda y escueta. Molloy conserva todavía muchas de las características de una novela convencional (tiempo, lugar, acción y argumento) y puede interpretarse además, de alguna manera, como novela de detectives. En Malone muere, sin embargo, se prescinde ya en gran medida de la acción y el argumento, si bien existen referencias de lugar y del paso del tiempo: la acción del libro adopta la forma de un “monólogo interior” al estilo joyceano. En El Innombrable, por último, todo sentido de lugar o tiempo se ha esfumado, y el tema esencial parece ser el conflicto entre el impulso de la “voz” protagonista de seguir hablando con el fin de sobrevivir de alguna forma, y su igualmente impetuosa urgencia de hacerse merecedora del silencio y el olvido definitivos”.
Esperamos leer esta biografía, pero que bueno volver a este mundo narrativo, que enriquece la visión estética de nuestros días aciagos.