En
Colombia se hizo una encuesta para evaluar a nivel universitario y en los
cursos de educación superior, que leen
los estudiantes, con resultados preocupantes. La conclusión después de las entrevistas a más de mil alumnos, es que definitivamente
no leen, no les interesa. En consecuencia frente a este hecho, su redacción es pésima.
Me pregunto, cuantas personas leerían hoy
“La montaña mágica” de Tomas Mann o “la
Guerra y la paz” de León Tolstoi. Realmente muy pocas.
Es
necesario aclarar que me refiero a la lectura-escritura, pues existen muchas
formas de lectura en estos tiempos, por
fuera de este concepto tradicional. La televisión, el cine y el internet, son
las más comunes. Cito a manera de ejemplo
personal casos como este: en “You Tube”, he visto conferencias de filosofía, de
José Pablo Feimann, que me han enseñado
más que muchos textos, además de ser absolutamente agradables. Está claro que constituyen un tipo
de lectura diferente al tradicional. Están perfectamente ordenadas,
corresponden en mucho sentido a un buen libro,
vienen acompañados de la ayuda audio-visual que facilita su
comprensión.
Nada
de esto podrá restarle la importancia que tiene la lectura para cualquier
persona. En el caso personal, no hay
placer más grande que sentarse a leer un buen libro. Estanislao Zuleta, un gran pensador Colombiano
dio una conferencia sobre el tema, que se edito con el título “Sobre la lectura”, que resulta ser uno de los
textos más hermosos al respecto. Se basó
en consideraciones encontradas en la primera parte de “Así hablaba Zaratrusta”,
en “Ecce Home” y en “Sobre el porvenir de nuestros institutos de enseñanza” de
Nietzsche. Recordaba Zuleta: “Acaso ningún escritor haya hecho tan
conscientemente como Nietzsche de su estilo, un arte de provocar la buena
lectura, una más abierta invitación a descifrar y obligación de interpretar,
una más brillante capacidad de arrastrar por el ritmo de la frase y, al mismo
tiempo de frenar por el asombro del contenido.”, adelante agregaba citando
textualmente al filosofo alemán: “Al final del prólogo de la Genealogía de
la moral Nietzsche dice que requiere un lector que se separe por completo
de lo que se comprende ahora por el hombre moderno. El hombre moderno es el
hombre que está de afán, que quiere rápidamente asimilar; “por el contrario, mi
obra requiere de lectores que tengan carácter de vacas, que sean capaces de
rumiar, de estar tranquilos”.
Nada
resulta más emblemático que esta cita, para comprender estos tiempos. El hombre
moderno se informa, no lee. Utiliza escuetamente lo que necesita y el internet
se le ha convertido en un instrumento perfecto para este paradigma. El libro de la intelectual Argentina Beatriz
Serlo “Los estudios culturales y la crítica en la encrucijada valorativa” trató
el tema con mucha lucidez. La cita lo he tomado de este blog, que ya trató el
tema desde otra esclerótica. Expresa:
Los cambios tecnológicos son irreversibles. Vivimos en el ciberespacio, aun
cuando vastas minorías en América Latina todavía deben enfrentar obstáculos
gigantescos para incorporarse como ciudadanos en una nueva esfera cultural y
política que es tan extensa como estratificada. Todavía la lecto-escritura es
la clave para descifrar a la palabra escrita incluso cuando ésta se ha liberado
del papel, se ha vuelto virtual, fluye libremente por el anillo que llamamos
Internet, rodea al mundo como una gigantesca bola de texto o se desliza, sin
página, sin principio y sin fin, por las pantallas de las computadoras. El
ciberespacio exige una nueva alfabetización. Agrega con vehemencia:
Tomemos el cambio que me
parece más denso y espectacular: leer. Ese acto simple que, pese a los
problemas socioeconómicos de la alfabetización, damos por sentado, debe ser
revisado por completo. La lectura está pasando por un proceso de mutación. Nosotros
somos quizás los últimos lectores tradicionales. La lectura es una actividad
costosa, en cuanto a las habilidades y el tiempo que requiere. El
desciframiento de una superficie escrita exige una atención intensa y
concentrada durante un lapso relativamente largo de tiempo. Miramos el texto y
miramos dentro del texto.
El tema que
traigo a colación tiende a responder está pregunta: que haremos para que nuestros estudiantes lean. Sarlo decía
que la lectura nunca será igual, lo que no significa que no sea importante. En
este blog, escribí un texto sobre el futuro de la lectura, de donde he tomado
varias citas. La pregunta es como estimular la lectura en los estudiantes. La
tarea no es fácil, pero también se ha demostrado que ciertos libros han sido leídos
en masa por la juventud aparentemente indiferente. Me refiero a las sagas de
Harry Potter y aquellas sobre vampiros. Esto demuestra que con ciertos estímulos,
la juventud lee. La responsabilidad no solo es de los maestros y los padres, es
de los gobiernos en general. Alguna vez el estado Colombiano patrocinó un
colección popular de libros que consideró esencial. Ideas como esta podrán de
nuevo estimular la lectura.
En mi casa
el libro es importante. La biblioteca ocupa un espacio vital.
Se lee, incluso se compra la prensa escrita. Mi hija Isabella de tan solo ocho
años, es una lectora consumada y precoz. Esto demuestra que el
ejemplo es estimulante, de igual manera el ambiente. Alguna vez un padre me preguntó: que hago para que mi hijo lea. Le dije, usted lo hace. Me respondió categoricamente que nunca. El tampoco lo hara, le consteste. Esta es tarea de todos. A los gobiernos les queda
una responsabilidad, esperamos políticas serias al respecto. Entiendo que el tema es más amplio, pero dejo estas inquietudes sobre el tapete.