Esto escribió Borges: “El hecho de que el género literario que yo
prefiera sea la enciclopedia se debe a varias razones. Una, que es honrosa: mi
curiosidad; otra, que es menos honrosa: mi haraganería. Pero la más importante
de todas, quizá sea esta: la cuota de sorpresa, de suspenso, como se dice
ahora, que hay en las enciclopedias. En un libro se sabe con antelación lo que
se encontrará; es decir, que uno sabe que le espera tal o cual cosa de acuerdo
al tipo de libro que se haya elegido. Esto no sucede en una enciclopedia, ya
que está regida por el orden alfabético que sencillamente es un desorden, sobre
todo si uno piensa en los temas”. Con la muerte de Umberto Eco a propósito de
sus infinitas indagaciones, su extensa biblioteca, pensé en la angustia que nos
produce el cumulo de lecturas aplazadas, existe una especie de avaricia intelectual
inenarrable, vamos llenando todos los
espacios de la casa con filas de libros, periódicos, recortes, glotonería que
nos mantiene vivos, se forja un mundo paralelo al nuestro,
lleno de ficciones, con personajes más que reales, con historias muy marcadas, arquetipos esenciales para la existencia: del amor, la muerte, la avaricia..En fin.
Lo
textos y personajes de ficción siempre se renuevan. La biblioteca está dispuesta
para ser leída, cada lectura genera una nueva interpretación. Actualmente trabajo un libro de Pietro Citati: “El mal Absoluto”. Es una análisis de la novela del siglo
19 desde la perspectiva del mal, habla desde la novela, no con las herramientas
de la crítica clásica. Los personajes son retomados en el marco de su propia
ficción, interactua con ellos, asume su existencia como una realidad incuestionable, genera un dialogo directo con muchas aristas y por este camino renueva el texto. El esquema crítico es indudablemente novedoso. La lectura de “Romeo y Julieta”, para tomar un ejemplo untual, hoy no puede leerse igual a la que
se hizo en el siglo XIX, está obra se leerá siempre de mil maneras, tantas como lectores tenga, tiene la virtud de actualizarse, esto es mágico. El tema, es el amor, no podría ser otro, pero el lector desde su óptica lo enriquece, lo renueva, el amor hoy se vive de otra manera pese a que su esencia es la misma. Lo mismo pasa con "El Hamlet, sobre esta tragedia hay infinidad de críticas, cada una constituye una mirada diferente, todas ricas en matices, casi toda la obra hermenéutica de Harold Bloom gira en torno a esta obra. Said, el crítico palestino, en un prologo a una reunión de ensayos sobre la literatura, dejó en claro
que sus análisis e interpretaciones de la los textos literarios o de algún autor especifico, responde a la mirada más tradicional de la crítica textual. Cita a Hegel, a Luckas, ineludiblemente, dice, siempre tomaré aspectos autobiográficos del autor, contextos
sociales, influencias y mecanismos creativos para cada caso en particular.
Expresa taxativamente: “Todos los ensayos de este libro defienden la relación
que existe entre los textos y la
realidades existenciales, de la vida humana, la política, las sociedades, y los
acontecimientos alrededor del escritor. Las realidades del poder con la realidad. –Así como las
resistencias que ofrecen los hombres, mujeres y movimientos sociales, ante las
instituciones, autoridades y ortodoxias-son realidades que hacen posible los
textos, que las ponen en manos de sus lectores, que reclaman la atención de los
críticos. Sostengo que son estas realidades las que deberían tener en cuenta la
crítica y la conciencia crítica”. Esto en lo que respecta a la mirada crítica,
al desciframiento, se refiere a como desatornillar un texto de ficción.
Hablo
de estos aspectos porque todos los lectores son críticos en potencia. Los textos, las
grandes novelas para mi son verdaderos universos, no los entendemos del
todo como ficciones, los personajes responden a arquetipos que vemos en nuestra
cotidianidad, como un espejo, las obras no dan herramientas para entender mejor
la naturaleza humana. Tal vez vale citar Patricio Pron, quien en su última entrada en el Blog se refería al valor
del arte, recordó algunas posiciones memorables sobre el
tema, polémicas, pero dan una dimensión del mismo: “"El arte es superior
a todo y un libro de poesía vale más que un ferrocarril", escribió Gustave
Flaubert en alguna ocasión; en otra, sin embargo, propuso "fundir todas
las estatuas y hacer con ellas monedas, vestirse con las telas de los cuadros,
calentarse con los libros. No fue el único escritor que se enfrentó a la
pregunta sobre si la vida vale más que la literatura. Jack Kerouac afirmando
que prefería viajar a escribir, André Malraux anteponiendo la acción política a
la literaria, Theodor W. Adorno sosteniendo que no se podía escribir después de
Auschwitz, Rodolfo Walsh convenciéndose de que era el tiempo del periodismo y
no el de la ficción ponen de manifiesto que los escritores dicen siempre
preferir la vida pero se quedan (irremediablemente) con la literatura”. Cuando
paseo por mi biblioteca hago un recorrido no por los temas de la literatura
representada en algunos libros, sino por las diferentes formas de proceder de
la naturaleza humana contenidas en los mismos, sus personajes son tan reales,
que es difícil pensar que no existen. Desde las primeras letras, no dejamos de
escribir sobre el hombre, sobre todos aquellos aspectos esenciales de la
existencia. En mi caso, mis lecturas son muy desordenadas, quiero leer sobre
todo, adoro el conocimiento, entonces cada libro me genera mil aperturas. Juan Gustavo Cobo Borda, en un texto publicado
en homenaje a Borges, escribe: “Por existir Borges, leemos a Lugones de otro
modo”. Cada autor tiene una óptica particular de un texto y cada mirada
enriquece el universo textual. La biblioteca, ese mundo de libros a la espera,
siempre deparará mil formas de ver el mundo y de entender la intrincada y laberíntica
naturaleza humana, con cada libro que hemos comprado, tenemos una relación muy
personal y cuando empezamos a disfrutarlo, el sólo hecho de tomarlo cualquier día
responde a un interés que muchas veces desconocemos, a partir de su lectura esta
relación que anticipamos al escogerlo se hace realidad, nadie sabe cómo termina.
Pron remata su artículo con una cita magistral de Sartre: "Me parece
haber aprendido en los libros todo lo que sé de la vida", escribió Jean
Paul Sartre en alguna ocasión. ¿Cómo interpretar estas palabras si no,
precisamente, como la demostración de que dividir literatura y vida, y escoger
entre ellas, es imposible?”.