domingo, 25 de agosto de 2013

ALVARO MUTIS EN SU ANIVERSARIO II

ALVARO MUTIS EN SU ANIVERSARIO II

Su poesía para mí fue un encuentro inesperado con un escritor que parecía de otra latitud, me recordaba a los grandes poetas europeos de mí predilección: Rimbaud, Mallarmé, Verlaine, larbaud. Un colombiano con matices muy particulares, cosmopolita, culto de sobremanera, educado en Europa, marcado por la hacienda cafetera de su padre en Tolima Colombia.  En este aniversario se ha escrito casi siempre lo mismo sobre su vida y obra. Escribiré lo que ha dejado su obra en mi vida y como fue este encuentro. En mi concepto, sigue siendo la más moderna e importante de este país por encima de los iconos que la crítica nos quiere imponer de manera implacable.
Tenía apenas 18 años, estaba encantado con Neruda y mí librero de la cámara de comercio de Bucaramanga de la época, me lo pasó con suma indiferencia: léase esto haber que le parece….., estaba en pleno deslumbramiento con la obra poética de Octavio Paz,  Borges era mi preferido, la poesía Francesa me tenía totalmente atrapado.
Su primer libro, “los elementos del desastre”, deja ver la esencia de su poesía posterior. Me preguntaba, en plena adolescencia, quién es este hombre.  Recuerdo, como “Espadas en desorden” no se si pertenece a sus primeras producciones, en todo caso me dejó impertérrito:

Como espadas en desorden
la luz recorre los campos.
Islas de sombra se desvanecen
e intentan, en vano, sobrevivir más lejos.
Allí, de nuevo, las alcanza el fulgor
del mediodía que ordena sus huestes
y establece sus dominios.
El hombre nada sabe de estos callados combates.
Su vocación de penumbra, su costumbre de olvido,
sus hábitos, en fin, y sus lacerias,
le niegan el goce de esa fiesta imprevista
que sucede por caprichoso designio
de quienes, en lo alto, lanzan los mudos dados
cuya cifra jamás conoceremos.
Los sabios, entretanto, predican la conformidad.

Es un poema que me marca profundamente.  En la voz de Álvaro aun es más bello. Se renueva, cada vez que se lee, me dice cosas diferentes. Pocos saben que un poema es un organismo vivo.
Trabaje juicioso su obra poética. Lo hice sin ninguna pretensión crítica, como  apreciando un buen cuadro: disfrutando  las sensaciones que me suscitaban, por fuera de todo intelectualismo, atento al universo inexplicable de imagines. Los personajes de sus novelas aparecen después en su poesía:


Un bel morir

De pie en una barca detenida en medio del río
cuyas aguas pasan en lento remolino
de lodos y raíces,
el misionero bendice la familia del cacique.
Los frutos, las joyas de cristal, los animales, la selva,
reciben los breves signos de la bienaventuraza.
cuando descienda la mano
habré muerto en mi alcoba
cuyas ventanas vibran al paso del tranvía
y el lechero acudirá en vano por sus botellas vacías.
Para entonces quedará bien poco de nuestra historia,
algunos retratos en desorden,
unas cartas guardadas no sé dónde,
lo dicho aquel día al desnudarte en el campo.
Todo irá desvaneciéndose en el olvido
y el grito de un mono,
el manar blancuzco de la savia
por la herida corteza del caucho,
el chapoteo de las aguas contra la quilla en viaje,
serán asunto más memorable que nuestros largos abrazos.

Es un hecho que en estos poemas está todo lo que leeremos después, es difícil este ejercicio de hermenéutica. En un texto  de Jorge García Bustamante, está perfectamente descrito : “Al morir su padre, a la temprana edad de treinta y tres años, regresa con su madre y su hermano para establecerse en la finca que su abuelo materno, vendedor de café, sembrador de caña e improvisado buscador de oro, la había comprado en el Tolima, en la intersección de los ríos Cocora y Coello. En ese paraje de la tierra caliente, entre el trópico y el páramo, en medio de intermitentes lluvias, extensos cafetales, hojas de plátano, socavones de una mina abandonada en los que juega con su hermano Leopoldo y el zinc de los tejados en la finca, transcurre su niñez y su temprana adolescencia, hecho que sería de vital importancia para toda su obra, desde sus primeros poemas y relatos hasta su novela Amirbar (1990), parte de la saga narrativa de Maqroll el Gaviero. Entre las imágenes infantiles de Europa y Coello, y en medio de ellas el mar, se fue conformando todo su imaginario creativo”.

Mutis. Sigue siendo mi preferido. Lo leo asiduamente.