miércoles, 18 de julio de 2012

UNA HISTORIA PERSONAL DEL BOOM LATINOAMERICANO




Hay dos maneras de ver este fenómeno Latinoamericano. Una es la historia oficial de la mano de los grandes críticos de la época: Ángel Rama, José Miguel Oviedo, Cobo Borda, para no citar sino los más emblemáticos, otra es la personal. En mi caso, fue haber nacido como lector de la mano de grandes escritores. Todos mis encuentros fueron casuales, pero disfrutaba como nadie con estas lecturas, no dimensionaba su importancia. Actualmente soy un lector impenitente de Cortázar y Gabriel García Márquez. Caso especial  mi relación enfermiza con Borges. El Boom, además de los autores citados lo conformaron Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Onetti, Carpentier, Rulfo, Sábato, Uslar Pietri, Roa Bastos, Donoso, Arreola, Asturias, Lezama Lima., Guillermo Cabrera Infante y Jorge amado, los cuales he leído sin exclusión, en el setenta era imposible sustraerse a este tsunami.
En los años setenta del siglo pasado ya se habían publicado las grandes obras del Boom: “Cien años de soledad” “Rayuela”, “La muerte de Artemio Cruz”, “Pedro Paramo” y “conversación en la catedral”. Borges para numerosa crítica especializada constituía un fenómeno universal diferente a todo lo visto. Mi madre, cuando yo contaba tan sólo con catorce años, reconociendo mi amor por la lectura desde niño, me afilió al círculo de lectores en la ciudad de Bucaramanga. Esta es una ciudad Colombiana de provincia, en esta época aún sin ninguna librería, apenas en ciernes para la literatura. El círculo comenzó a publicar cada tres meses autores latinoamericanos. Editaron la obra completa de cada uno de éstos colosos.  Sin consejo de nadie, comenzamos a comprar estos libros y a leer. No alcanzaba a vislumbrar que estaba conociendo a los escritores que me acompañarían toda la vida.
Arranque con Borges como cosa curiosa. Fue la primera obra que me llegó, tal vez lo entendía muy poco, pero recuerdo que sus textos me atraían, su condición estética me deleitaba de sobremanera a pesar de la ignorancia absoluta en la materia y el hecho real de ser un lector imberbe. No imaginaba la importancia que tenía en los círculos críticos más enconados del mundo, ni lo que representaría su obra para las letras.
La lectura de “Cien años de soledad”, fue una experiencia inolvidable. Me lo lleve en la edición del círculo de lectores a unas vacaciones a Puerto Salgar, un pueblo cercano a la capital Colombiano, donde siempre hace un calor infernal, como del trópico, ideal para leer a Gabo. Un primo y una tía, invitaron a mi hermano y a mí en junio del 1974 a pasar unos días. Fueron las vacaciones más aburridas, salvadas extraordinariamente gracias a las virtudes estéticas y la pluma extraordinaria de Gabo. Mi vida como lector cambio desde este momento. Mi padre asumió la tarea de ser tutor de estas lecturas y me llevó de la mano. Mi compatriota narraba las historias más inverosímiles, con una belleza sin parangón, cargadas de un simbolismo encantador, nuevo para mí. Fue como encontrar un tesoro, reflejaba a los colombianos y latinos mejor que todos los textos de historia. Empecé a trabjarlo en orden después de esta lectura. Desde la Hojarasca hasta su obra periodística. En el diario Espectador de Colombia, donde realizó sus primeros pinos se publicaban todos los domingos una crónica suya, que en casa leíamos religiosamente, pues mi padre era adicto a estas. Gabo, me convirtió en un lector apasionado y convencido que la trasposición poética de la realidad hace la diferencia en esta vida.
Con Cortázar me sucedió algo parecido. Sigo pensando que es uno de los mejores cuentistas del mundo. Sus relatos son de una factura perfecta, con un manejo del idioma virtuoso. Rompió con los moldes clásicos con textos revolucionarios, experimentales, de una calidad inigualable. Nadie mejor que él para contar historias extraordinarias, de ciencia ficción, pero en el marco de los universos cotidianos. La novela: Rayuela es fuera de serie, constituye una revolución estética y formal. La Maga es un personaje inolvidable, Paris de su mano es una fiesta.
Mario Vargas Llosa, es el autor más emblemático del boom. Precoz, disciplinado, amigo personal de Gabo por mucho tiempo. Lo he leído religiosamente, sus artículos periodísticos fueron muy controvertidos en nuestra juventud, pero constituyeron una guía para conocer lo que pasaba en los círculos intelectuales del mundo y  conocer de primera mano la controversia de Sartre y Camus en -Francia. La primera novela que leí del peruano fue “la ciudad y los perros”. Fue una lectura grupal, con dos amigos iguales de inquietos, nos sorprendió su calidad y de hecho nos gustaba la historia, por ser de un colegio, afín a lo que vivíamos en el momento. He vuelvo a ella casi todos los años, la he releído en su aniversario para hacer un artículo de culto y aun la disfruto como si fuera la primera lectura. Mario Vargas Llosa maneja perfecto las técnicas de la novela, con absoluta destreza y esta cualidad se decanta en sus textos. De este autor he leído todo, he gozado sus novelas y siempre las espero con ansiedad. Su calidad estética esta fuera de discusión, su cultura universal y el hecho de ser un lector incansable le dan un lugar único como comentarista serio y riguroso, polémico como el demás, pues nunca oculta la posición desde donde escribe. El año pasado ganó el premio nobel de literatura, ya lo había hecho Gabo siendo muy joven, este es el mejor reconocimiento a todo el Boom.
Carlos Fuentes resultó ser el escritor más prolífico y cosmopolita. Escribió sobre lo humano y lo divino de nuestra realidad. Buscó como nadie la identidad de estos pueblos, su razón de ser y su prospectiva en medio de la naturaleza hibrida de un continente con una historia sin igual y llena de violencias entrecruzadas. Sus novelas constituyen iconos para la literatura: “Terra nostra “, “Aura”, “Cambio de piel”.
Hubo dentro de este espectro autores con los que establecí una relación especial. Me pasó con Sábato. Sus novelas tienen mucha fuerza psicológica, nos enfrenta con los fantasmas interiores, los miedos, el intrincado mundo de la psiquis. “El túnel”, me dejó perplejo, su personaje protagónico me enseñó que nuestra interioridad constituye un universo inaccesible la mayoría de las veces. Llegue a Freud por esta vía y aun no salgo de la búsqueda de las claves de una existencia más llevadera. Para muchos autores la felicidad es una entelequia, es una mentira en un mundo tan difícil. Sábato es un personaje pesimista, pero encantador.
Hay novelas que me enseñaron a tener una vida más llevadera. “el amor en los tiempos del cólera” es una de mis lecturas preferidas. Con ella comprendí a cabalidad los avatares absurdos e inevitables de la vida matrimonial, sus precariedades. En las primeras setenta y cinco páginas, Gabo hace una descripción perfecta del matrimonio. A pesar de que toda relación nace de la pasión siempre termina en la rutina más inclemente que solemos sobrepasar con el bálsamo de las hipocresías disimuladas. El resto es un relato de los amores contrariados entre dos seres con destinos opuestos. La historia termina resolviéndose con poca suerte para mi gusto, pero la belleza de la narración hace que este sea un mal menor. Cada palabra esta puesta con la precisión de relojero que caracteriza al escritor Colombiano. Sus definiciones son caso aparte. Sobra decir, que vuelvo a cada rato por las páginas de este hermoso libro.
Con Cabrera Infante no solo aprendí de literatura sino de cine. Su obra tiene un manejo del lenguaje diferente a todo, excelso, trajo el idioma de los cubanos al texto. Este solitario escritor con “Tres Tristes tigres”, ganó un puesto en la literatura universal. Sus ensayos y artículos tienen el encanto de aquellos autores por fuera del canon. Siempre me recuerda el impacto de los escritos de Oscar Wilde en la sociedad Londinense de la época.“ Vidas Para leerlas” es un ejemplo de ello. Cabrera fue contestatario, solitario, nunca se sintió autor del Boom y tiene una obra excelente.
El poeta del Boom, que amerita un artículo aparte fue Neruda. Su poesía para nosotros lo fue todo. Fue el primer nobel y sus versos, abarcan lo divino y lo humano. En esencia es el poeta de América, pero el más universal de todos.
Con el tiempo nos volvimos lectores de culto de toda la generación del Boom. Los disfrutamos con orgullo, los estudiamos muy juiciosos y supimos administrar la grandeza de una generación que difícilmente se repetirá. Fueron muy leídos y admirados en Europa y en los Estados Unidos. Se tradujeron a todos los idiomas y hoy en la distancia su valor estético constituye un icono dentro de la historia general de la literatura. De hecho tres nobeles confirman su calidad y sabemos que lo merecían Fuentes y Cortázar. El mundo nunca entendió por qué no lo recibió el más universal de todos: Borges, pero es unanime el juicio que no lo necesita para nada.
Se nos están muriendo poco a poco. Ha muerto Cortázar, Borges, Onetti, Sábato, Fuentes, hace mucho tiempo Carpentier, Prieti, quienes con otros autores desaparecidos constituyen una galería inolvidable. Sus obras mantienen la vigencia, frescura y fortaleza absoluta y cada vez adquieren más valor. En este caso el tiempo se ha encargado de confirmar su calidad. Con ellos convivieron escritores importantes que no tuvieron un tratamiento justo y que fueron opacados por esta ola inmensa que fue el Boom. En Colombia podría citar a Germán Espinoza, Oscar Collazos, Burgos Cantor, Rojas Herazo. Escritores excelentes que no recibieron los reconocimientos que ameritan, pues sus obras son de una calidad incuestionable. La crítica tiene un pecado que no se reparará nunca.
Esta es pues la historia personal del Boom. Muchas son las experiencias que se quedan por fuera. Espero ir desarrollando una especie de itinerario con cada uno de sus escritores.