Los lectores impenitentes
como el suscrito, vivimos a la caza de los buenos libros y en esta búsqueda siempre estamos comprando por razones diversas, una pasión indómita, muchos de ellos terminan reposando por largo tiempo en la biblioteca a
la espera de su lectura, cada vez que nos acercamos a buscar algún texto, comenzamos a coquetearle, le miramos para en un momento dado tomarlo,volvemos a leer la solapa, de súbito empezamos su
lectura, de inmediato recordamos las razones que nos llevaron a comprarlo y en
minutos estamos inmersos en el universo brindado por la narración.
Hay libros que de antemano
sabemos que son buenos, están respaldados, bien sea por la calidad del escritor
o por todo lo que despertó en la crítica al momento de su publicación. Sabía
que el libro de Muriel era excelente, pero cuando comencé su lectura quede
sorprendido por su calidad, quede prendido, escribe con una
ironía exquisita, con cierta sorna muy lúcida, describiendo y denunciando la
hipocresía social, la simulación encubierta en la mayoría de nuestras relaciones, lo hace
desde la aparente y apacible vida de sus personajes, atrapados en una sociedad sin
opciones, la pecera la llama uno de ellos, pero con la obligación de
vivirla ineludiblemente.
Los personajes nos hablan
desde el ámbito de sus percepciones en un escenario específico: “un elegante
edificio en la ciudad de París. Vertiginosa, cada capítulo añade una línea al
retrato de los personajes. Los diálogos de Renée y Paloma se caracterizan por
ser directos, exentos de ires y venires sin sentido, no disimulan el blanco al que
disparan, son bombas bombas verbales. Renée tiene 54 años (es la
portera); Paloma, 12. Es la hija de una próspera familia que vive en el cuarto piso.
El final se une al principio y, a pesar de la disimetría de historias y de
edades, ambas nos entregan lo más preciado: eso que hay detrás de las
apariencias. Dan cuenta de lo que la burguesía esconde al mirarse al espejo. La
elegancia del erizo adquirirá aún más ritmo y osadía con la llegada al inmueble
del señor Ozu, recién venido del Japón, un inquilino cuyo equipaje es la
fluidez de una sinceridad no empañada con trajes inadecuados a su naturaleza,
dotada de lo tierno y de lo espontáneo”[1].
Su prosa es directa, se lee
con sumo agrado, siempre aludo al papel hedonista de la lectura, este libro
cumple a cabalidad con los presupuestos de entretener, enseñar, hacer pensar e
incita a otras lecturas. Es un ataque al sistema social en todas sus
expresiones sociales, como funge en las personas, a las formas burguesas, a lo absurdo de sus imposiciones,
termina por atacar las concepciones más fuertes en que está anclado, es un
texto también de filosofía, encubierto en la historia. Muriel Barbury, (Casablanca, Marruecos, 28
de mayo de 1969) es una escritora francesa, profesora de filosofía,
autora igualmente de la novela Una golosina (Une gourmandise, 2000),
traducida a doce lenguas. Con “La elegancia del erizo” tuvo un gran éxito en su
país con más de 30 ediciones y más de un millón de ejemplares vendidos, ocupó
el primer lugar de ventas durante 30 semanas consecutivas y ha sido
traducida a numerosos idiomas. La directora francesa Mona Achache ha rodado la
película El erizo basándose en esta novela. Mi consejo, con
aquello que no la hayan leído, que lo hagan.
[1] http://www.oleiros.org/c/document_library/get_file?p_l_id=51173&folderId=122559&name=DLFE-1824.pdf