Este es un texto de
Macherey Pierre, publicado por “Siglo del hombre editores”, la Universidad
nacional de Colombia y la embajada francesa en el 2003, con traducción de
Rubén Sierra Mejía. Lo encontré casualmente, como siempre oteando entre
bibliotecas públicas; esta vez, en la de la universidad nacional de Medellín
Colombia, la que visito mínimo una vez por semana cuando estoy en la ciudad,
claro, si el tiempo me lo permite, suele depararme gratas sorpresas en
concordancia con mis afinidades literarias.
El
título de un texto es un imán y referente de suma importancia. Uno va
conociendo las bibliotecas públicas, se va emparentando con ellas, sus estantes
se van volviendo importantes en la medida que me van entregando,
en una complicidad tacita, los libros que me conmueven, en ese contexto, me voy encariñando con aquellos rincones y autores de mí absoluta predilección, descubriendo nuevos textos, elijo, los de mi gusto y empiezo a degustar.
El primer texto, de este
libro que reseño, el que le da el título, empieza con una referencia sobre el
lenguaje y la poesía, la empecé a leer desprevenidamente, el primer
párrafo me llevó a mirar el libro con detenimiento, en esa magia que se
da, cuando uno se encuentra con un buen libro de manera súbita: “La filosofía
solo se puede hacer en forma de poemas. Esta frase la hubiera podido escribir
Heidegger, y además quizá la escribió. Se encuentre en un conjunto de notas
fragmentarias redactadas por Wittgensteing, donde ella resuena irónicamente, en
una perspectiva crítica, en un segundo grado por así decirlo[1]”,
expresa luego el autor: “De esta manera, poner en forma poética la filosofía,
sería conducirla de nuevo a la resolución de un problema de ajuste, sometida
“estéticamente” a juicio de gusto. Fue avanzar en este tipo de maneras de
pensar, se diría, que la filosofía no es otra cosa que literatura, verdad
silenciosa, reigada a las márgenes de un texto; en la tesis que sostenía
Derrida. La metafísica ha borrado en sí misma la escena fabulosa que la
produjo y que, sin embargo, continua activa, inquieta, inscrita con tinta
blanca, dibujo invisible y recuerdo en palimpsesto”. Recordé de inmediato los
escritos de Heidegger sobre el poema y la poética de Dilthey. Decidí leerlo, pues no solemos
encontrarnos por estas épocas con autores duros, para decirlo coloquialmente.
El texto contiene ensayos,
de mucha hondura, en apariencia muy cortos, pero al leerlos, comprendemos que
esto es lo de menos, todos alrededor de la literatura, tratados desde muchas
perspectivas, pero en la misma búsqueda: Descifrar el papel de la
literatura en la condición humana y social. El segundo ensayo trata sobre
Madame De Estael quien estuvo obsesionada por una preocupación a lo largo de su
vida: ¿ Qué papel juega la cultura en la constitución de un pueblo y de
su identidad nacional, dice el autor con respecto a esta búsqueda: “Para
responder a esta pregunta, hizo intervenir el elemento mediador, que en cierta
forma tiene la función de un esquematismo de la imaginación: con este
propósito, forjó un concepto de literatura, término que con su obra- De
la literatura considerada en sus relaciones con las instituciones sociales-,
publicada en 1800”. Inaugura estudios de literatura social, que luego
desarrollaría adelante las escuelas de la crítica social. Ella estudió con
mucho rigor el concepto de la cultura nacional y la cultura universal, creó en
todos sus estudios, los fundamentos que tomaron las naciones como estándar para
fortalecer sus nacionalismos: una mitología a partir de conceptos de cultura y
sustentada en ciertos autores y obras declaradas como nacionales.
Esta es la calidad de
ensayos de este pequeño libro. Otros ensayos son:
1.- En torno a Víctor Hugo:
Figuras del hombre de abajo.
2.-cGeroge Bataille y la
inversión materialista.
3.- Una retórica de los
abismos: : El metro mágico de Céline.
4.- Sade y el orden del
desorden.
5.- El realismo de
Flaubert.
6.-Focucaul, lector de
Roussel: La literatura como fiolosofía.
7.- Para una filosofía
literaría.
Mis queridos lectores, hay
les dejo semejante bocado de cardenale.
[1] En
que pensar la literatura, siglo del hombre editores, Macherey Pierre, pag 11.