Navidad es tiempo para
buenas lecturas. En estos días han llegado a mi excelente libros. En pleno
proceso de acuerdo entre el gobierno colombiano y la FARC en la Habana,
el libro “ASI EMPEZO TODO”, de Enrique Santos Calderón, es un lectura esclarecedora,
releva lo que significa para el país las conversaciones en la isla,
entrega todos los avatares de los primeros acercamientos con las peripecias que
el mismo requirió, por el entrecruzamiento de intereses y el peso del propio conflicto
armado, queda claro que el presidente Santos desde el principio de su mandato dejó
entrever las posibilidades del dialogo, lo que significó un distanciamiento con
la obcecada actitud del centro democrático, en Cabeza del Doctor Álvaro Uribe,
quien ha hecho una oposición a ultranza y recalcitrante, aunque legitima vale
la pena reconocer. Desde las columnas de contraescape, hemos disfrutado de la
prosa de Enrique, concisa de sobremanera, ordenada, encarretadora y lúcida, con
la hondura de quien ha estado en los últimos 25 años cercano a todos los diálogos
entre la insurgencia y los diferentes gobiernos, al cumulo de frustraciones del
país en este tema y los nefastos efectos de una guerra interminable. Es libro
fue escrito para leer de una sola sentada en cualquier tarde apacible de este
diciembre.
Intermedio Editores publicó
“La nostalgia de las almendras amargas”, que recogen todas las columnas de
Gabriel García Márquez, en la revista “Cambio 16” entre 1999 y 2002, están
incluidas tres entrevista hechas al maestro publicadas en el periódico el
tiempo, una muy antigua en Barcelona, con Daniel Samper Pizano y otra del mismo
autor en 1990, la otra es una conversación con Roberto Pombo. La prosa de Gabo
no requiere de ninguna presentación, deja ver, la experticia de un hombre que
nunca abandono su rol como reportero y periodista consumado, de este oficio
recogió sus mejores herramientas en materia narrativa. El prólogo escrito por
Juan Esteban Constain Croce, es absolutamente encantador, sobra decir que es
uno de mis escritores favoritos. Recordé los excelentes prólogos de López
Michelsen, en este arte pocas plumas se salvan, es muy difícil hacer la
presentación de un texto sin entrar cacofonías e insustancialidades que los
hacen ineficaces y un estorbo para el lector.
El otro texto que quiero
aconsejar sin mayores comentarios, es la “Pantalla de plata” de Carlos Fuentes,
el cual no es otra cosa que el itinerario de su relación personal con el cine,
es una crónica autobiográfica alrededor del séptimo arte. De un deleite
absoluto, apto para estos tiempos de saudade. Me recordó “Cine o Sardina” de
Cabrera Infante. Carlos Fuentes perteneció
a una generación que vivió con toda intensidad la gran trasformación del séptimo
arte y fue un testigo de primera mano de la grandeza del cine Mexicano.
El libro es de una
exquisitez absoluta por la remembranza de actores, directores y grandes películas
olvidadas o desconocidas para nosotros.
Ahora, que se nos han ido escritores de la talla de Fuentes, empezamos a
sopesar lo que significa la ausencia de estas grandes plumas.