domingo, 14 de marzo de 2010

MIGUEL DELIBES


Esperábamos la muerte de este grande de las letras españolas, después de su operación en días recientes y oirlo con sentencias llenas de cierta cruelda en ese combate inútil que asumimos frente a ciertas enfermedades implacables que paradojicamente nos dan una sabiduría indolente. Nunca he podido olvidar la impresión que me dejó la lectura de la novela “La sombra del ciprés es alargada”, aun siento cierta nostalgia, recuerdo esa lucha tenaz de su protagonista contra un pesimismo exacerbado, su lectura, está cargada por una relación intimista, con descripciones barrocas. A Miguel se le ha querido clasificar entre los novelistas del medio siglo XX y creo que no resiste ninguno de estos estereotipos de la crítica. Este es un escritor por fuera de la parafernalia literaria de España, por fuera de ciertos encumbramientos falsos que suelen aparecer muy seguido en la madre patria, gracias a las habilidades de los editores. En la revista “Cultural “, Liz Ojeda trae a colación una cita a propósito del prologo del escritor en la publicación de sus obras completas, que le describe a cabalidad: “Con un pie en el estribo, Miguel Delibes deja discurrir los días resignado. Se sabe muerto como escritor. Así lo reconoce en el descarnado preámbulo con que abre la puerta de sus obras completas: "Aunque viví hasta el año dos mil..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica de La Luz". De igual manera en la misma revista, Javier Rodríguez dice: Miguel Delibes consiguió a la vez el favor de los críticos y el fervor de los lectores. Era un escritor de los de antes: se dio a conocer con un premio, el Nadal, cuando era un perfecto desconocido y siguió fiel hasta el final a su primera editorial, Destino, a la que le fue fiel toda la vida.

Hoy, España lamenta profundamente su desaparición y casi todos los diarios le brindaron homenajes muy bellos, con lo mejor de sus entrevistas y algunas antologías de escritos y ensayos, para no citar algunas de las mejores críticas de su obra. Dice alguno de estos periodistas con absoluta lucidez, sobre su personalidad:” Era el 10 de diciembre de 2009. Desde hacía meses, e incluso años, este Delibes que acaba de morir con 89 años (en octubre hubiera cumplido 90) estaba rabioso con la vida; la disfrutó como periodista, como cazador, como novelista, como espectador y como participante, y la sufrió como hombre enamorado que demasiado pronto perdió a su compañera, Ángeles, con la que compartió matrimonio e hijos y a la que despidió con las lágrimas privadas que alguna vez fueron, después, literatura. Su libro “Señora de rojo” sobre fondo gris es una soberbia obra de arte en la que el Delibes más íntimo dejó memoria de su afecto herido por la enfermedad y la muerte. Un día, muchos años después de inaugurada esa soledad que mitigó el amor sin frontera de su amplia familia, Delibes me repitió sobre Ángeles, en diciembre de 2007, algo que años antes le había dicho su amigo Julián Marías: “Con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir”. Como escribió el hijo de Marías, Javier, Ángeles era “una mujer sonriente, atractiva, pausada, con un aspecto juvenil”. Ese retrato vivió siempre con Delibes; y él sobrellevó esa pérdida porque alrededor tuvo un apoyo familiar que su bondad contribuyó a convertir en una celebración continua del amor a la vida.” Esta claro que existen los relevos generacionales y la literatura siempre se nutre con nuevos exponentes, pero será difícil encontrar una personalidad y una obra tan estrictamente literaria, humana, ágil y profundamente preocupada por la tragedia humana en todo su contexto. Como siempre, el mejor homenaje, volver a sus libros esenciales, ahí estará siempre con nosotros.