jueves, 31 de marzo de 2016

QUE PASA CON LA CRÍTICA LITERARIA EN COLOMBIA

Uno revisa la crítica Colombiana y encuentra muy poca disonancias, es plana y homogénea, nadie asume ninguna discrepancia, hay un celestial coro de elogios entorno a una élite de escritores que están en el sonajero y que siendo importantes, no se evalúan con rigor, las editoriales parece que han cumplido con su cometido y manipulan sabiamente estas resonancias, con sus premios, sus convocatorias y el manejo publicitario camuflado entre reseñas y promoción indebida que le hace daño a la literatura.
Cada vez que Gabriel Vásquez, Héctor Abad Facio Lince, Laura Restrepo, Mendoza, Juan esteban Constain, Tomas Gonzales, publican, para solo citar algunos, solo se oyen voces en el mismo tono, es un coro plano y neutro, son reseñas en la mayoría de veces, pero muy pocas críticas, falta rigor.  No es un cuestionamiento a la narrativa contemporánea, sino a la crítica literaria que hoy brilla por su ausencia.
Enrique Anderson Imbert escribió: “Creo que la misión específica de la crítica es la de juzgar el valor estético de una obra en todas las fases de su realización. El crítico lee, examina, toma posición frente al texto, y enuncia un juicio, afirmativo o negativo. Hay muchas disciplinas que estudian la literatura- filosofía, historia, psicología, sociología, lingüística, erudición, etc.- pero solo la crítica se especializa en hacer juicios de valor. Aquellas disciplinas contestan, cada cual a su manera, a la pregunta, ¿qué es esta obra?, contesta también esta otra, ¿qué vale esta obra? Nos dice si una obra es literatura o no”. Califica, descifra, analiza, compara y elucida.
Son muchas las preguntas que responde un crítico y de hecho su labor principal es una incitación a la lectura del texto, así su crítica sea negativa.  Esto no quiere decir que la buena crítica deba ser extensa. Beatriz Sarlo refiriéndose a  Borges establece que su labor crítica tiene tres elementos muy claros: La brevedad, el otro la centralidad del detalle y el tercero  “correlativo con el anterior, sería el gusto por lo menor. Incluso en los casos en que trabaja con las obras mayores de la literatura, la lectura de Borges corta esas obras con una perspectiva que está puesta en lo que denominamos literatura menor. Se podría considerar a Borges como el crítico que hace ingresar a la literatura menor en el canon de la literatura argentina”. 
Debemos ser más rigurosos y serios con respecto a la evaluación estética de lo que se está publicando en Colombia, lo debemos hacer por el bien de la literatura. De antemano advierto que no me refiero a la academia, que  ejerce una excelente labor y que de hecho necesita más divulgación. Colombia contrario a lo que se pueda pensar siempre ha tenido una crítica importante, de esto habla muy bien la tradición. Desde Baldomero Sanin Cano, pasando por Eduardo Zalamea, Hernando Tellez, Gaitan Duran, Estanislao Zuleta, Cobo Borda y el mismo Willian Ospina, hemos gozado de una labor encomiosa que parece olvidamos. La revista “Arcadia”, con fortuna a llenado un poco este vacío, sin decir que lo cumpla a cabalidad, lo mismo “Mal pensante”. La prensa debe dedicar más espacio a la crítica literaria, fomentarla. La pregunta es “Por qué hacerlo”, la respuesta la dio Andre Gide en su Tratado de Narciso de 1881: “Sabéis la historia, no importa; la repetiremos. Todo se ha dicho, pero como nadie escucha, es preciso siempre recomenzar”. ¿Por qué hay que leer literatura? Primero que todo, porque la literatura trata de sí misma. Se refiere a sí misma. Y en segundo lugar, porque la literatura se olvida y tiene la necesidad imperiosa de volver a oírse. De reescribirse. Esto se aplica a la crítica en Colombia, es necesario volver a la buena crítica, seguro que tenemos buena nomina para hacerlo, para utilizar un término del futbol.