martes, 3 de diciembre de 2013

VARGAS LLOSA Y DAVID GROSSMAN: YENDO DE LA LITERATURA A LA POLÍTICA


Transcribo este artículo de la revista Ñ de Clarín a propósito del lanzamiento de la feria del libro de Guadalajara en México. El nobel peruano dialogó con el novelista de Israel, que este año es el invitado de honor.

¿Tenemos que arruinar un momento tan sublime como éste hablando de política? El comentario del escritor israelí David Grossman, ayer y ante un auditorio repleto, tenía sentido. Hasta ese momento, el diálogo que había mantenido con el premio Nobel Mario Vargas Llosa, en la inauguración del Salón Literario “Carlos Fuentes” en la Feria del Libro de Guadalajara, había recorrido los temas sugeridos por el periodista y escritor español Juan Cruz: las huellas indelebles de lo que significó la lectura para ellos, las influencias literarias o la manera en que la lectura afecta a la escritura de un autor. Ninguna cuestión política, factor de discusión permanente en los pasillos de la FIL.

Ambos escritores coincidieron en la fascinación por Flaubert y por esos silencios expresivos de ciertas escenas de Madame Bovary, en la importancia de la forma en la narrativa y en la certeza de que “la literatura es una de las mejores cosas que le ha pasado a la humanidad”, como dijo Vargas Llosa. Cuando Juan Cruz quiso introducir el tema de “la escritura en tiempos oscuros” lo hizo citando al mismo Grossman en una entrevista de 1990 en el Paris Review: “Escribo para escapar de la pena”, había dicho el autor de La vida entera, y sin embargo ahora Grossman no está de acuerdo “consigo mismo”. “No soy un escritor escapista: escribir es una forma de estar en esta vida y enfrentarse a ella. Porque la única libertad real es describir su propia tragedia con sus propias palabras”, señaló. Su gran tragedia personal ocurrió en agosto de 2006, cuando su hijo Uri, de 20 años, murió alcanzado por un misil en el tanque israelí que dirigía durante la Segunda Guerra del Líbano. Dos días antes, Grossman había participado de una conferencia de prensa en la que instaba al gobierno israelí a cesar el fuego.


En el salón “Carlos Fuentes”, Juan Cruz volvió al terreno complejo y preguntó: ¿Cómo viven este momento de la humanidad? Vargas Llosa recordó su adolescencia, época en la que descubrió a Sartre y sus ideas de que la literatura no es una actividad gratuita, que las palabras eran actos y repercutían en la vida.


“La idea de que escribir es una manera de actuar en el mundo me levantaba el ánimo”, dijo Vargas Llosa, aunque entiende que hoy para algunos estas ideas son obsoletas. Cuando viajó a Israel en los setenta, el Nobel peruano descubrió que los escritores ejercían la literatura desde las ideas de Sartre y producían una literatura que enfrentaba la tremenda problemática que ellos vivían. “El caso de Grossman es ejemplar: porque tiene un compromiso más moral que político y esto lo lleva a estar, muchas veces, a contracorriente”, dijo Vargas Llosa, quien entendió los problemas palestinos leyendo los primeros libros del israelí.


“La literatura es una forma de enfrentarse con el fanatismo y la intolerancia y conciliar la justicia y la verdad con la fantasía y la imaginación”, señaló Vargas Llosa, quien comprende que la idea de la libertad estará siempre viva porque habrá escritores como Grossman “intolerantes sólo con la idea de la negación de la libertad”. Y concluyó: “Algunos escritores latinoamericanos piensan que la realidad es aquello inevitable, pero acá está Grossman para demostrar lo contrario”. El auditorio estalló en aplausos y Grossman quiso “ser otro” para poder disfrutar de semejantes elogios.


Cuando los aplausos lo dejaron hablar, Grossman fue preciso y explicó por qué critica al gobierno de Israel cuando debe ser criticado, porque lo que busca el autor es entender a Israel como su hogar, “pero para que ese hogar pueda existir debe haber paz”. “ Los palestinos tienen que tener su propio estado libre, independiente y soberano y mi gobierno tiene que sentarse a conversar. Necesitamos un ejército fuerte, pero no sólo eso sino también necesitamos tener un diálogo”. Alguna vez, Grossman escribió que es alguien que siente por Israel “un amor difícil y complicado pero inequívoco”. Así de inequívoco fue Grossman con su pedido final: “ Necesitamos la paz, necesitamos un hogar. Tenemos que lograrlo”.