sábado, 3 de julio de 2010

FUTBOL LITERATURA Y MUNDIAL

El mundial entra en su fase final. Es una pasión que supera cualquier racionalismo acartonado, no es sino ver como se equivocan los expertos tratando de atrapar en esquemas lógicos, lo que los jugadores contradicen con filigranas y goles. Eliminaron las joyas de la corona suramericana: Brasil y Argentina, por encima de todas las cábalas es una tragedia. Nadie puede imaginar lo que se siente cuando el equipo del alma pierde un partido, hay un sentimiento de derrota que dura muchos días, es amargo, pica en el alma, sentimiento del que definitivamente hay que salir rápido, pues siempre queda una revancha en remojo, una nueva oportunidad, entre estos dos momentos, el trance no es fácil. El tema del futbol en todo caso es variopinto y da para mucho. Alguna vez leí en un artículo sobre filosofía y futbol que hay, “desde luego, un fútbol “pitagórico”, basado en el orden geométrico dentro del campo. Y como sucedió en filosofía, parece haber también entrenadores platónicos, como Luxemburgo, convencido de que la “Idea” del fútbol consiste en mantener un sistema fijo e inmutable, Hay, por tanto, idealismo futbolístico, con entrenadores empeñados en su sistema, pero también hay pragmatismo, fútbol jugado no en favor del sistema o de la “idea”, sino del resultado. Más idealismo, pero de otra índole, es el que destila nuestra selección: como quijotes, sufrimos en los partidos fáciles, y jugamos maravillosamente en los partidos que perdemos. Que suelen ser, por otro lado, los más importantes. Ahí está ese fútbol maquiavélico de los italianos, o el fútbol hobbesiano de los ingleses: defenderse y ganar. Nada más importa, a fin de cuentas. Una gran excepción de esta inspiración filosófica del fútbol es el alemán, a no ser que lo interpretemos de un modo nietzscheano. La contundencia y la dureza de su estilo pueden recordarnos a algunos de los pasajes más críticos del pensador alemán. ¿Son sólo modos de jugar? ¿Representan también formas de vivir? ¿O son, incluso, formas de pensar?” . Como definir el gol…….un partido gira entorno a este objetivo, un equipo de futbol es una maquina de hacer goles e impedir que se los hagan, pero un gol siempre es una sorpresa, un estallido, una obra de arte…el gol, lo es todo (1)……….

El futbol y la literatura tienen una relación entrañable, Sandra Bianchi en la red , recuerda algunas páginas memorables (2):

1.- Jorge Luis Borges, uno de nuestros iconos literarios, lo aborrecía —como corresponde con su imaginario— “... es feo estéticamente. Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos...”, así lo recuerda Rodrigo Fresán en su cuento Final cuyo narrador confiesa que tampoco le atrae ese deporte, “...si bien podía apreciar la belleza sobrenatural del segundo gol de Maradona contra Inglaterra “

2.- Alejandro Dolina en Apuntes del fútbol en Flores cuando afirma que “en un partido de fútbol caben infinidad de novelescos episodios”.

3.- En El hincha de Mempo Giardinelli: ”Gooooooooool de Vélesárfiiiiiillllll! La voz de Fioravanti estiraba las vocales en el aparato y Amaro, llorando, sintió que jamás nadie había interpretado tan maravillosamente la emoción de un gol. Vélez se clasificaba por fin, campeón nacional de fútbol, tras cumplir una campaña significativa (...) Pocos segundos después de ese cuarto gol, cuando Fioravanti anunció la finalización del partido, Amaro estaba de pié lanzando trompadas al aire, dando saltitos y emitiendo discretos alaridos dio la tan jurada vuelta olímpica alrededor de la mesa”.

4.- Roberto Arlt en una de sus Aguafuertes lo define como un admirador gratuito, desinteresado porque “no necesita conocer a su admirado para discutir sobre él y armar peloteras de café. (...) Tan necesario es que los hinchas de un mismo sujeto se asocien para defenderse de las pateaduras de otros hinchas, que dicha necesidad originó las que llamamos barras y que son como escuadrones rufianosos, brigadas bandoleras, quintos malandrinos, barras que, como expediciones punitivas siembran el terror en los stadiums, con la artillería de sus botellas y las incesantes bombas de sus naranjazos”.

5.- El contrapunto obligado del fanático es El árbitro, de quien no se olvidó Eduardo Galeano en ese cuento, a la vez que señala la folklórica y conflictiva relación: ”el árbitro es arbitrario por definición. Este es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera. Silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula los golpes. Tarjeta en mano, alza los colores de la condenación: el amarillo que castiga al pecador y lo obliga al arrepentimiento, y el rojo que lo obliga al exilio (...) A veces, raras veces, esa decisión del árbitro coincide con la voluntad del hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias, los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuanto más lo odian, más lo necesitan”.

6.- Martínez Estrada analiza la concentración pulsional que se configura en una cancha, “en la pasión que hierve en los estadios de fútbol, están en combustión todas las fuerzas íntegras de la personalidad: religión, nacionalidad, sangre, enconos, política, represalias, anhelos de éxito frustrados, amores, odios y todo en los límites del delirio, en fundida masa ardiente. Los jugadores van liberando, exacerbando, sofocando esos líquidos ígneos como si maniobraran en cauces con diques y fosos en que ese raudal toma forma. (...) La insignia adquiere la importancia de un lábaro; la lucha es del carácter religioso de las cruzadas, (...) las figuras más destacadas o el team entero cobra los valores de ícono: cuando atemperados los ardores de la pasión encendida, la idolatría se contiene en los límites del fervor y la devoción”.

Juan Sasturain refiriéndose a Fontanarrosa -recuerda: Escenas de la vida deportiva es un gran cuento de Fontanarrosa -obrita maestra de observación psicológica y de registro coloquial- que trata de un picado; y una historia como la de Campitos está ambientado en el mundo del fútbol pero habla -como siempre sucede- de otras cosas.

Las editoriales también han hecho su fiesta con la publicación de algunas antologías, ejemplo de ello es Y el fútbol contó un cuento, de Alfaguara, cuya primera edición estuvo en las librerías en septiembre del año pasado y ya vendió más de 10.000 ejemplare. Clarín de Buenos Aires recuerda que en diciembre de 2007, la Editorial Fundación Ross, la más importante de Rosario Argentina, publicó a modo de homenaje a Roberto Fontanarrosa, La hinchada te saluda jubilosa. La edición, a cargo de Luciana Mainelli, reúne textos y reportajes de 25 periodistas, escritores, dos ex futbolistas, un ex técnico, y un relator deportivo. Algunos de la lista: el mexicano Juan Villoro, el colombiano Daniel Samper, al uruguayo Víctor Hugo Morales y los argentinos Gustavo Veiga, Carlos Ares y Ariel Scher. El prólogo es de Jorge Valdano, ex futbolista, técnico, periodista y escritor. Mainelli (fanática de Newell's) recuerda una frase de Milan Kundera para decir cómo y por qué llegó al género de la literatura futbolística. Kundera: "Tal vez los jugadores tengan la hermosura y la tragedia de las mariposas, que vuelan tan alto y tan bello pero que jamás pueden apreciar y admirarse en la belleza de su vuelo".

De Eduardo Galeano El fútbol, a sol y sombra. Sumadas todas sus ediciones, ya vendió más de 100.000 ejemplares. Son narraciones cortas, que nombran al fútbol en sus diversas maneras: el jugador, el arquero, el ídolo, el hincha, el director técnico, la pelota, Erico, Nasazzi, Pedernera, Puskas, Di Stéfano...

“La relación entre fútbol y literatura tiene más años de lo que se supone. Antes que el poema de Canal Feijóo, el peruano afincado en Montevideo (aquí murió en 1925), Juan Parra del Riego, escribió unos versos conmovedores dedicados al futbolista Gradín. Y antes, en mayo de 1918, Horacio Quiroga publicó un cuento en la revista "Atlántida", que narra el suicidio del jugador Abdón Porte, que jugaba en Nacional de Montevideo. Quiroga sólo cambia el nombre: "El entierro del half-back Juan Polti no tuvo, como acompañamiento de consternación, sino dos precedentes en Montevideo. Porque lo que llevaban a pulso por espacio de una legua era el cadáver de una criatura fulminada por la gloria, para resistir la cual es menester haber sufrido mucho tras su conquista. Nada, menos que la gloria, es gratuito. Y si se obtiene así, se paga fatalmente con el ridículo, o con un revólver sobre el corazón(3)"

En Colombia recuerdo un cuento de Álvaro Cepeda Samudio: un hombre que desde un edificio mataba futbolistas, como si nada, con una cerbatana. Se escribirá mucho de las pasiones que despierta este deporte. Por ahora, con la eliminación trágica de Brasil, Argentina y Paraguay, nos queda la ilusión de lo que pueda hacer Uruguay. Sobra decir que el juego de Alemania es un canto de sirena y un homenaje a este excelso e irracional deporte.