lunes, 8 de octubre de 2012

ALFREDO BRYCE ECHENIQUE


Este año el premio FIL de literatura lenguas Romances 2012 le fue otorgado a este excelente escritor Peruano. Más que meritorio.  Sus novelas están estructuradas con  fino humor, ironía  desbordada, son una burla  a la burguesía rancia limeña, con personajes muy extraños los cuales uno termina indefectiblemente queriendo. Su estilo es muy particular, directo, me recuerda los cuenteros del Caribe, alguna vez al respecto expresó: “Sí mi estilo es oral, que lo es, la oralidad me cuesta mucho, porque no es grabación, es sensación de oralidad, de libertad de expresión, pero en el fondo es fruto de mucho trabajo, de mucha corrección. Y cada vez más”. La deuda con Cortázar es absoluta y el propio escritor releva lo que significó en la consolidación de su proceso creativo, fue como el ábrete sésamo, en un momento crítico de su formación.

Echenique  pertenece a una de las familias más emblemáticas de la burguesía Limeña. Fueron prominentes banqueros y tuvo un bisabuelo  presidente de la república. Como corresponde a su abolengo se educó en los mejores colegios de la capital. Estos aspectos se reflejan en su obra, que está plagada de personajes extraños, encopetados, un poco perdidos entre  gustos exóticos, siempre  añorando el poder de mejores épocas o evitando desaparecer como clase.

Al diario el “El país “de España  cuando lo entrevistó a propósito del premio, contestó: "Mi literatura está marcada por la vida. Cuando yo escribí Un mundo para Julius fue una novela de adiós al mundo que yo había vivido, que se pensaba que no iba ni a caer ni a desaparecer, un reflejo de algo que ya no existe, de algo que fue. En cambio, libros como La vida exagerada de Martín Romaña o Reo de nocturnidad o La amigdalitis de Tarzán se debieron a una curiosidad artística.”

Este escritor tiene la virtud de mantener al lector en vela, pegado al texto, su escritura directa tiene efectos alucinantes y pareciera que uno está escuchándolo y no leyéndolo. Echenique como Puig, constituye una ínsula gracias a una narrativa por fuera del canon, extraña, pegajosa, de una factura perfecta, parecemos asistir a una descarga de acontecimientos contados de primera mano, como cuando un naufrago llega a contarnos su tragedia y no para, pero con una virtud en el torno de la escritura: la musicalidad interna que se percibe en el texto, el ritmo de un prosa hilvanada de para ser escuchada.

“Entre los galardones que ha obtenido en los últimos diez años están: en 1993, el título de Comendador de la Orden de Isabel la Católica; nombrado en 1995 Oficial de las Artes y las Letras de Francia por el gobierno galo; Premio Internacional de la Paz Dag Hammarskjold (1997); Premio Nacional de Narrativa de España en 1998; Premio Grinzane Cavour (narrativa extranjera/ Italia) por La amigdalitis de Tarzán (2002) y también en ese año fue Premio Planeta de Novela por El huerto de mi amada. Recientemente ha publicado Dándole pena a la tristeza.

El jurado del premio FIL 2012 estuvo compuesto por Cälin-Andrei Mihäilescu, profesor y escritor rumano-canadiense; el novelista y ensayista mexicano Jorge Volpi; Julio Ortega Ortega, crítico y escritor peruano; la periodista argentina Leila Guerriero; la crítica literaria, traductora y editora colombiana Margarita Valencia; Mark Millington, doctor en literatura latinoamericana por la Universidad de Cambridge, y la escritora puertorriqueña Mayra Santos-Febres.

Volver a leerlo será un placer.