domingo, 31 de enero de 2010

VARIOPINTAS LITERARIAS

El hay festival de Cartagena definitivamente constituye un éxito sin precedentes para la literatura y la cultura en general. Es inexplicable que no se publiquen las memorias ni a través de internet se entregan los excelentes conservatorios. La charla entre Vargas Llosa y Facio lince estuvo abarrotada de público, hubo colas de más de dos cuadras para el ingreso y se quedaron mucho interesados fuera del teatro. Esta visión de la literatura como espectáculo indudablemente traerá más lectores y contribuye al conocimiento de autores desconocidos para el público no especializado. Vargas Llosa comunicó este sábado durante un coloquio el nombre de la novela que esta esscribiendo: "El sueño del celta", sólo le falta una última revisión. Los periodistas, como siempre más interesados en el tema político que en el literario solo le han picado la lengua al escritor Peruano, sobre el caso Venezolano, sobra decir que este es un escritor muy comprometido con la política y sus ideas estarán siempre generando debate.


Quien abrió el Hay Festival fue Fernando Trueba. Colas inmensas, expectativa por todo lo que saliera de una experiencia total y comprometida con el cine de este realizador. “Dijo que el cine es literatura. Despotricó contra la industria de Hollywood y despertó risas en el público al relatar que estando una vez en España fue al cine y que antes del filme pasaron el trailler de Avatar. Cuando terminó de ver ese adelanto pensó: cielos, acabo de ahorrarme seis euros (valor de la entrada del cine en Europa). "No iría a ver Avatar ni aunque me detuviera la Guardia Civil", ironizó. Trueba resaltó que prefiere el cine más artesanal.” (La Gaceta).

Esta igualmente McEwen, el periplo de su formación como escritor es absolutamente encantador, alguna vez escribiremos sobre más ampliamente sobre este autor. “Empezó a escribir novelas. “El mundo es lo que me interesa. Si hace 300 años hubiera querido saber la estructura del universo, hubiera tenido que ir con un cura, ahora la autoridad de ese cura está revaluada. La ciencia ofrece las mejores explicaciones acerca de las plantas y las funciones del cerebro. Pero hay límites también, la ciencia no puede hablarnos tan bien sobre las relaciones humanas, o puede, pero de una forma poco interesante, así que necesitamos otra manera y la novela es una opción grandiosa para hacerlo”.

Pero esa estrechez con la mirada científica llevaría a McEwan a despachar la típica frase “la venganza es dulce”, para más bien admitir que “la venganza activa las mismas partes del cerebro que se activan cuando se experimenta satisfacción, ira o apetito sexual”, certeza que lo llevó a ser un obsesivo del detalle, al punto que encaminó su obra hacia una corporalidad exacerbada que algunos no creyeron era posible leerse. “Al principio de mi carrera literaria vi que los escritores contemporáneos a mi alrededor eran algo aburridos, hablaban de matrimonios quebrados y de educar a la gente de la clase media, y yo quería algo más brillante, o más oscuro, así que escribí historias complicadas y perversas. Quería decir ‘mírenme, aquí estoy’”, asegura el escritor.

Su primera historia, Jardín de cemento (1978), retrataba con magistralidad la forma en que un par de niños enterraban el cadáver de su madre en el sótano. Vinieron luego otras más macabras, como El placer del viajero (1981) y Niños en el tiempo (1987). Sus libros, con el detalle a veces de un cirujano, a veces de un placentero asesino, retrataban sentimientos perversos, situaciones oscuras que los lectores empezaron a disfrutar a pesar de sí mismos. “En esa época solían preguntarme en las entrevistas si escribía para impactar al lector, yo solía decir que no, pero ahora creo que la verdadera respuesta es sí”. Pero tanta morbosidad le resultó insostenible incluso a McEwan, que por entonces era apodado McAbre.

Sus acostumbradas y larguísimas caminatas por las montañas de Inglaterra compartidas con sus otros amigos escritores, Julian Barnes y Martin Amis, empezaron a desarmar esa especie de ideología que lo había cobijado hasta ahora según la cual la “escritura era dolor, simplemente dolor”, y lentamente fueron redireccionando su voz para ver florar en sus novelas sus intereses por la ciencia, la política y la música. Así fue como con letras para algunos más cómodas Ian McEwan ganó con su libro Ámsterdam(1998) el premio Booker y luego escribió su novela de 435 páginas Expiación (2001), que le trajo un éxito rotundo que llevaría su nombre incluso hasta el cine( el espectador de Colombia).

Muere el historiador y activista político estadounidense Howard Zinn, fue uno de los autores mas venerados por la izquierda estadounidense por su defensa de los derechos civiles y por su espíritu antibelicista, murió el miércoles a consecuencia de un ataque al corazón, explicaron fuentes de la universidad en la que enseñó ciencias políticas hasta 1988, al igual que su hija, Myla Kabat-Zinn.

Este miércoles, al otro lado del muro que lo separaba del resto del mundo desde hace ya más de medio siglo, murió J.D. Salinger, a los 91 años de edad. El autor de El guardián en el centeno (conocida en la Argentina como El cazador oculto) era un ermitaño que había construido su leyenda con un puñado de obras maestras seguidas (y coronadas) por su decisión de no publicar más y escribir sólo "para sí mismo y para su propio placer"(Revista Ñ Clarin).