domingo, 9 de agosto de 2009

NARCOTRAFICO Y LTERATURA

Apareció en el suplemento Babelia de “El país “ de España un excelente articulo sobre la relación entre literatura y narcotráfico, referido concretamente a México, relación estrecha y muy viva, cargada de sobresaltos y que ha producido prácticamente un nuevo genero en literatura y en Colombia novelas que constituyen un ícono. Recuerdo que “tras dictar una conferencia en Londres: “Literatura colombiana: entre” La guerra y La paz”, Oscar Collazos habló con “Express News on line” sobre su vida y su obra. Contrario a pensar que las sociedades son entidades estáticas, el autor ve en la generación de conflictos uno de los ejes de la literatura de su nación. Aunque lo acepta con tristeza, dice “que la literatura no se alimenta de la felicidad, sino de las desgracias”. México en los últimos meses, vive una de las peores retaliaciones del narcotráfico que ha dejado ver hasta donde ha permeado el fenómeno a todos los estamentos de la sociedad, generando una de las violencias mas atroces que se haya visto hasta la fecha. En el artículo mencionado Lolita Bosch, asi como elogia algunas obras, resulta ser un dura critica aciertos facilismos que resultan de esta intricada relación donde el periodismo investigativo juega un papel preponderante con denuncias sobre el tema que sobrepasan a la institucionalidad. Dice la autora: “Historias terribles, crueles y tristísimas, que como dijo el escritor norteño Eduardo Antonio Parra, "ilustran nuestra ignorancia". Porque se suele hablar del narcotráfico como si supiéramos algo. Y de este modo lo estamos convirtiendo en un paisaje literario con reminiscencias de la Sierra Madre por la que campaba Humphrey Bogart o aquel Acapulco de Frank Sinatra. México explicado sin pudor. Literatura de bajísimo nivel que habla de este complejo mundo criminal como si pudiera ser estereotipado o fácilmente comprendido. Lo resume el crítico mexicano Rafael Lemus: "El costumbrismo es, suele ser, elemental. A veces excluye, casi completamente, la invención, como si la imaginación no pudiera agregar nada a la realidad. La prosa es, intenta ser, voz, rumor de las calles (...). Ésta, la estrategia general. Básica. Reiterada. Inmóvil". Indudablemente, se han producido textos de una factura inigualable, antes de hablar de ellos es pertinente citar como en Colombia, hay algunas novelas, que hoy son consideradas clásicos como “La virgen de los sicarios” de Fernando Vallejo, “Rosario tijeras” de Jorge Franco, Los ejércitos de Evelio Rosero, que resulta ser una novela de una calidad extrema, de reciente publicación y que ganó Premio Nacional de Literatura de Colombia 2006, Independent Foreign Fiction Prize en Londres 2009, e indudablemente el icono sobre la violencia en Colombia, que es “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez, verdadera joya de la corona. Lolita Boscho, de manera magistral, cita en el articulo mencionado, algunos textos y autores que representan un reflejo inigualable de lo que ha producido esta estrecha relación entre literatura y narcotráfico: “ Aunque mientras esperamos que eso suceda, podemos recurrir a Internet o encontrar, en España, el ya clásico No es país para viejos, de Cormac McCarthy (Mondadori, 2006), o el nuevo El poder del perro, de Don Winslow (Mondadori, 2008), que ya lleva dos ediciones en apenas cuatro meses. Un libro trepidante y adictivo, que narra la historia del narcotráfico mexicano empleando con maestría un truco literario: contar lo que pasa en muchos años como si pasara en pocos y lo que les ocurre a muchas personas como si les pasara a dos hermanos que están claramente inspirados en Ramón y Benjamín Arellano Félix. No lo podrán soltar. Aunque irrite al lector experimentado que el traductor no haya cotejado los nombres mexicanos de las instituciones que ha traducido directamente del inglés o que a la codiciada green card la llame tarjeta verde. Pero no importa: no se lo pierdan. Y lean también a otros autores sin traducir. Todos ellos mexicanos. El más conocido: Élmer Mendoza, que escribió las peripecias de dos traficantes de mariguana en El amante de Janis Joplin (Tusquets Maxi, 2008) y de quien dijo Daniel Sada: "El autor deja traslucir lo que André Gide pedía de todo novelista: ser un amplio conocedor del tema que aborda". Y Élmer Mendoza, que ganó el Premio Tusquets 2008 con Balas de plata, lo es. Tanto que en México hay quien lo llama narcoescritor. Aunque él responda: "Lo que hago es ficción. Y no he tenido problema de ningún tipo". Porque tras la aparición de libros como Gomorra, de Roberto Saviano, muchos se preguntan si escribir sobre el narco no se ha convertido en un riesgo. Y de nuevo contesta Élmer Mendoza: "Es peligroso para la prensa. Los periodistas trabajan entre las patas de los caballos; en cambio, nosotros cabalgamos tranquilamente en los lomos". Aunque advierte: "No sé cómo va a salir la literatura que aborde los dos últimos años". Porque efectivamente esta literatura todavía no se está haciendo. Ese mundo reciente sí es demasiado peligroso y nadie se ha atrevido a narrarlo. Pero se hará. Sin duda. Porque la literatura, junto con la música de corridistas extraordinarios como Los Tucanes de Tijuana o las radionovelas de principios de siglo que hoy pueden escucharse en Internet, ha demostrado ser un traje de buzo para zambullirse en este mundo que de otro modo nos parece blindado. Y algunos jóvenes que también se pueden encontrar en las librerías españolas son buena prueba de ello. Todos desde un presente común, todos alrededor del narco: Los minutos negros (Mondadori, 2006), de Martín Solares, que aborda el tema de la corrupción policial en el norte del país; Julián Herbert, quien en 2006 ganó el prestigioso Gilberto Owen de poesía y publicó Cocaína: manual de usuario (Almuzara, 2006), con el que un adicto trata de explicarse el mundo de la droga desde un lugar opuesto, y Yuri Herrera, que reeditó Trabajos del reino (Periférica, 2008): la historia de un corridista que ya había sido publicada en México y con la que ganó el Premio Binacional de Novela Border of Words en 2003. Y casi acabo. Sólo dos libros más. Del renombrado periodista mexicano Sergio González Rodríguez, El hombre sin cabeza (Anagrama, 2009): un esfuerzo por observar, de cerca, las decapitaciones cada vez más frecuentes en México.”
Existen ensayos de una calidad sin igual sobre el tema que sería muy bueno traer a colación, pero el tema, realmente es apasionante y devela esa otra forma de conocer nuestra propia realidad.