Cada dato ha sido tomado del mismo texto de Darío Jaramillo. Este
excelente prólogo, sumado a las crónicas de esta antología, hacen de este libro
una buena radiografía de Latinoamérica desde el periodismo. CESAR HERNANDO
BUSTAMANTE
Hace poco realice un esbozo de esta antología bajo la dirección de Darío Jaramillo Agudelo, editado por Alfaguara. En esta entrada hablaré sólo del prólogo, elaborado por el antologista, es un excelente texto. Las crónicas son el género por antonomasia de Latinoamérica. Este género nació con las Cartas de Colon, en pleno descubrimiento, fue la partida de bautizo de nuestro continente, después vinieron los textos de Juan De Castellanos, narró la conquista en versos y lde Hernando Domínguez Camargo.
El texto empieza con una afirmación categórica. “La crónica periodística
es la prosa de más apasionante mejor escrita en Latinoamérica”. Está
parte del mundo donde se escriben excelentes novelas tiene en la crónica una
herramienta para contar los acontecimientos atroces y cotidianos.
Dice Darío, “Los cronistas latinoamericanos encontraron la manera de hacer arte
sin necesidad de inventar nada, simplemente contando en primera persona las
realidades en la que se sumergen sin la urgencia de producir noticias. Gabriel
García Márquez a la pregunta sobre lo real maravillosa contesta que en Colombia
la realidad supera a la ficción. Hay un universo de revistas y periódicos donde
la crónica es el pan de cada día.
Se puede
escribir una historia de la crónica latinoamericana desde la conquista hasta
nuestros días, incluyendo la tragedia del narcotráfico en las últimas décadas. En Latinoamérica se escribe
una crónica seria y rigurosa.
Siempre hemos
tenido excelentes cronistas; García Márquez, Tomas Eloy Martínez, Elena Poniatoswska,
Caparros y Carlos Monsiváis. La lista puede ser variopinta: Homero Alsina Trevenet
y Enrique Rab en rio dela plata, German Castro Caicedo y Daniel Samper Pizano,
Alfredo Molano en Colombia; Ana Lidya Vega Rafael Sánchez en Puerto Rico. Según
Darío “En la Argentina la crónica es la columna vertebral de toda su historia literaria”:
“Una excursión de los indios ranqueles” de Mansilla; “Martín Fierro” de Hernández;
“El viaje” de Caine; “La Australia Argentina” de Payró; “Aguafuertes” de Arlt, Misceláneos
de Cortázar; Otras inquisiciones de Borges y los documentos Rodolfo Walsh y
Alma Guillermo Prieto una latina que escribe en inglés.
Hay ciertos
precursores en el mundo: Truman Capote, Mailer, Thomas Wolfe, Jhon Hersey con
su Hiroshima. A ellos se suma cronistas europeos: Oriana Fallaci, Gunter
Wualraff y Ryszar Kapuchinski.
El periodismo
literario con la crónica se consolidó en Latinoamérica. Gabo el nobel de literatura colombiano fue antes
que todo un gran cronista, Lo mismo Tomas Eloy Martínez.
Existe cuatro
condiciones previas, una especie de manual de la buena crónica: La construcción
escena por escena; La segunda, registrar totalmente el dialogo. La tercera, el punto de vista en tercera persona; y la última, el
retrato global y detallado de los personajes.
En el prólogo de “los periodistas literarios “de Norman Sims se dice que las fuerzas esenciales del periodismo literario residen en la inmersión, la voz, la exactitud y el simbolismo. La inmersión es el contacto con la realidad, la imbricación de la información desde el lugar de los hechos, el contacto..
El periodista
puede asumir una postura, la crónica puede ser una denuncia basado en datos
estadíscos puntuales y un drama humano, donde el tono y el ritmo de la misma
son aportes del escritor, quien no debe dejar escapar al lector, las tensiones
entre el lector y el escritor tienen las mismas tensiones de cualquier
narrativa. La dicotomía entre lo objetivo y lo subjetivo. Expresa Darío: La
pelea del periodismo convencional y la irresponsabilidad con la verdad es una
pelea entre utilidad e inutilidad. La imaginación no significa garantía de
realidad objetiva. La exactitud de lo narrado con los hechos es
de suma importancia. El testimonio es otro insumo
prevalente, que tiene que ver con las conexiones que el autor crea para
comprender mejor una realidad. Hay una dimensión moral de la crónica. Por ejemplo, “El hambre” de Caparros es una denuncia de la inequidad en el mundo desde el arte, la historia de una realidad, la falta de alimento, contada en primera persona. Siempre hay un estilo, una voz propia.
Hay una cita inteligente de Wody Allen: Todos los estilos son buenos, menos el
aburrido. Esta sentencia me recuerda las crómicas de Gabo, fueron un encanto, nada aburridas, por encima de la realidad que contaran.
Pocas veces se encuentra uno con un prologo de esta calidad. Tan importante como el propio texto. Incita a otras lecturas. Las crónicas cuentan los hechos prevalentes, contamos la historia de nuestra tragedia. son una manera de hacer literatura. Sobra decir que la antología es excelente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario