viernes, 11 de abril de 2025

LOS ESCRITOS DE JOSEPH RATZINGER

Al comienzo del tercer milenio, y precisamente en el ámbito de su expansión original, Europa, el cristianismo se encuentra inmerso en una profunda crisis que es consecuencia de la crisis de su pretensión de la verdad. 
Esta crisis tiene una dimensión doble: en primer lugar, se plantea cada vez más la cuestión de si realmente es oportuno aplicar el concepto de verdad a la religión; en otras palabras, si les está dado a los hombres conocer la auténtica verdad sobre Dios y las cuestiones divinas. Para el pensamiento actual, el cristianismo en modo alguno está mejor situado que el resto de religiones. Al contrario: con su pretensión de la verdad parece estar especialmente ciego frente el límite de nuestro conocimiento de lo divino". 
Es el pensador y filósofo más importante del siglo XX y XXI de la iglesia católica. Para nada le huye a los temas álgidos de la teología cristiana. Ratzinger se nutre de una rica tradición filosófica y teológica, que incluye influencias de la filosofía alemana, el pensamiento patrístico, así como de la teología escolástica. Su formación en el contexto del existencialismo y la fenomenología también ha dejado huella en su obra. En particular, Ratzinger muestra un interés por el pensamiento de figuras como San Agustín, Santo Tomás de Aquino y Martin Heidegger, así como por el diálogo con la modernidad y el secularismo.

Uno de los ejes centrales de su pensamiento es la relación entre fe y razón. Ratzinger sostiene que la razón no puede prescindir de la fe y que ambas pueden coexistir y enriquecerse mutuamente. Esta perspectiva se convierte en un punto de partida para su crítica a la modernidad, en la que observa una tendencia al racionalismo extremo que, al ignorar la dimensión espiritual del ser humano, lleva a una crisis de sentido en la sociedad contemporánea.

Ante los procesos evidentes de la capacidad de destrucción que tiene el hombre, frente a sus pares, a la naturaleza que no se conecta con los avances de la ciencia y tecnología, como si el hombre racional y de fe fuera por un lado y el ser lleno de ambición, falta de sindéresis por el otro, en un texto que se llama "Fe y Razón" expresa:
"Todo eso demuestra que al crecimiento de nuestras posibilidades no corresponde un desarrollo paralelo de nuestra energía moral. La fuerza moral no ha crecido en paralelo al desarrollo de la ciencia, sino que, más bien, ha disminuido, porque la mentalidad técnica ha relegado la moral al ámbito subjetivo, mientras que lo que se necesita es precisamente una moral pública que sepa responder a las amenazas que pesan sobre la existencia de todos nosotros".
En estos escritos se encuentra el sustrato de fe y razón necesario para armarse moralmente frente a una humanidad deshumanizada. La profundidad de sus escritos basados en estudios teológicos y filosóficos responsables, son una herramienta inexorable para estos tiempos, donde la corrupción, las guerras, el terrorismo y la crisis de la democracia son el pan de cada día.
Las encíclicas de este hombre en la época de su papado, se deben leer como un faro para cualquier relación del hombre con la fe y su entorno, son un soporte moral y de vida inigualable. 
Escribe en la primera encíclica sobre el amor: "En un mundo en el cual a veces se relaciona el nombre de Dios con la venganza o incluso con la obligación del odio y la violencia, éste es un mensaje de gran actualidad y con un significado muy concreto. Por eso, en mi primera Encíclica deseo hablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás. Quedan así delineadas las dos grandes partes de esta Carta, íntimamente relacionadas entre sí. La primera tendrá un carácter más especulativo, puesto que en ella quisiera precisar — al comienzo de mi pontificado— algunos puntos esenciales sobre el amor que Dios, de manera misteriosa y gratuita, ofrece al hombre y, a la vez, la relación intrínseca de dicho amor con la realidad del amor humano. La segunda parte tendrá una índole más concreta, pues tratará de cómo cumplir de manera eclesial el mandamiento del amor al prójimo. El argumento es sumamente amplio; sin embargo, el propósito de la Encíclica no es ofrecer un tratado exhaustivo. Mi deseo es insistir sobre algunos elementos fundamentales, para suscitar en el mundo un renovado dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor divino".
Ratzinger abrevó profundamente en Heidegger, sus escritos tienen un bagaje filosófico de suma importancia. Sólo recomiendo leerlo, las encíclicas están en red. 




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