domingo, 24 de mayo de 2015

TRAS LAS HUELLAS DE OSCAR COLLAZOS

Esta semana murió Oscar Collazos un escritor muy importante para la literatura Colombiana e Hispanoamericana, un intelectual a carta cabal y un hombre polémico por naturaleza, que siempre tuvo la inteligencia para permanecer vigente en un país que olvida fácilmente a sus creadores.
Fue un excelente cuentista, novelista y ensayista. Fue columnista primero en el periódico el “Espectador” y en los últimos años en el “Tiempo” ambos de circulación nacional.
Oscar, cuando publicó su primer libro de cuentos, alrededor de los 22 años, en una máquina de escribir prestada por Enrique Buenaventura, tuvo un reconocimiento rápido y de la mano de una pléyade de escritores que envidiaría cualquiera: Marta Traba, Cepeda Samudio, Ángel Rama y el propio Cortázar, con quien después casó un debate de resonancia continental. El negro, como solíamos llamarlo, dice que después de leer a Chandler, descubre que encabronarse podría ser tema de la literatura, pues en su Buenaventura y Bahía Solano, había visto y padecido, historias llenas de personajes y situaciones de este corte, que bien podían hacer parte de sus textos. Con la publicación de: “El verano también moja las espaldas”, 1966, “Son de máquina”, 1967 y “Esta mañana del mundo”, empieza su itinerario narrativo, que no pararía nunca  y alcanzaría un reconocimiento e importancia en Hispanoamérica.
Oscar Collazos incorporó todas las técnicas de la novela contemporánea a sus textos con absoluta maestría. Fue un estudioso de la literatura, siempre desde la perspectiva del escritor. Muy joven, generó polémicas muy interesantes, la primera y más sonada, la abrió con el tema, aparentemente puesta en escena por el Marxismo, del compromiso político de los escritores, que fue ripostada nada menos que por Julio Cortázar y Mario Vargas llosa. Su periplo, fue muy similar al de todos los escritores de la época: París, Cuba, Barcelona, Colombia y en los últimos años se radicó en Cartagena.
Su obra, en general, refleja el mundo caótico del sujeto en nuestra sociedad: Violencia, desplazamiento, maltrato, pillaje, delincuencia, soledad, en medio de una geografía sometida a un conflicto de más de cincuenta años, descarnado donde el ciudadano de a pie lleva la peor parte. Sus novelas en la mayoría son de una impecable factura, el negro, es un cultor de las técnicas de la novela, es un artesano en esta materia, las arma, con suma disciplina, cuando se leen se decanta el cuidado de un cultor del idioma, con mucho talento. Escribe una especie de historia novelada de nuestra tragedia, me refiero a Colombia que ha sido cruzado por mil violencias.
En una entrevista publicada en la página de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá señala:

“Entonces ahí está un componente, digamos, del mestizaje colombiano...


Ahí está. Yo no sé cuál tenga más preponderancia cultural en mi propia vida. Yo a partir de cierto momento escribo una obra más de un sello cosmopolita que local o regional.
-Ya que hablaba de esos primeros textos, de la llegada a Bogotá, luego de Buenaventura y Bahía Solano: ¿cómo ve la relación entre lo urbano y lo rural dentro de su obra?
Originalmente soy urbano, por mi experiencia. A mí me llevan a los seis, siete años a Buenaventura, que es una fundación urbana por excelencia: es un puerto de corte cosmopolita. Independientemente de los rasgos que tenga como ciudad en subdesarrollo, es una ciudad. Y mi experiencia en ella es cosmopolita. Además, es muy poco lo que yo tenía de memoria rural, o campesina. Mi formación ha sido fundamentalmente urbana: Buenaventura, Cali, Bogotá. Eso es mi tránsito.
Lo que yo sí creo es que una de las constantes de la literatura colombiana, hasta los años finales de los años 60, es una especie de vaso comunicante: el escritor de origen rural que se urbanizaba. No éramos escritores fundamentalmente urbanos. Aparecen, de pronto, escritores fundamentalmente urbanos como RH Moreno Durán, como Darío Ruiz Gómez, como Fernando Cruz Cronfly. Pero se daba en estos casos que escritores que habíamos nacido en ámbitos rurales, pero que nuestra experiencia fundamental era la urbana”.
En este articulo

Yo creo que a lo mejor eso debe haber desaparecido. Ya hay una literatura, no urbana por el hecho de que nombre la ciudad, sino porque está escrita por individuos que tienen una experiencia vital esencialmente urbana. De todas maneras, a mí me parece tonta la discusión. Cada vez que me invitan a eso yo digo que no, que no puedo.
En este mismo artículo, hay una descripción crítica de la obra, que me parece muy certera y puntual:
“Fuertemente vinculado con la tradición literaria, incorpora técnicas de narrativa contemporánea, como el fluir de la conciencia. Muestra la intimidad de sus protagonistas, pensamientos, sensaciones, sentimientos. Sus cuentos son de filiación realista y entornos urbanos. Si en los años sesenta incursionó en el experimentalismo, sus cuentos posteriores privilegian la sencillez de las frases que favorecen una sintonía expedita con el lector de hoy. Gracias  a una expresión más ortodoxa, busca claridad y comunicabilidad. Alejandro José López Cáceres, en el prólogo, escudriña en la verosimilitud de Collazos: "Cuando uno se asoma a su obra cuentística se pregunta de dónde proviene la tremenda fuerza que emanan sus relatos. Y , si leemos despacio, muy pronto hallamos respuesta: de la experiencia; es decir, de la vivencia o del testimonio. Sus ficciones están compuestas a partir de lo sabido, por eso respiran sinceridad; sus historias están contadas desde adentro, por eso transmiten conocimiento".


A mi personalmente me gusto su obra ensayística, creo que es de lo autores que tiene el privilegio de tocar los temas más difíciles de la literatura con una sencillez y claridad envidiable. Fue un lector voraz en el sentido más amplio de la palabra. El negro, como solíamos llamarlo nos hará mucha falta, su obra está a la mano cuando queramos recordarlo.




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