15 de 0ctubre 2025
Sentada en una especie de mesa de juntas, armada con ingenio con 6 mesas pequeñas unidas entre sí y doce sillas, asisto a una reunión que le llaman "Club de prensa". La componen unos quince usuarios de la biblioteca EPM de Medellín, por lo que me dijeron sus miembros, llevan más de un año reuniéndose todos los viernes. Asisto a este sitio hace más o menos un mes y medio. Desde hace cuatro años soy una lectora juiciosa, me gustan las novelas de suspenso y drama, con finales inesperados. Pienso que la vida se parece a las historias que cuentan estos viejos, he comprendido que nunca lo que planificamos sale de acuerdo a lo establecido. He querido llevar una bitácora de mi experiencia en este lugar. Son varias las razones que me llevan a ello, poco a poco las iré registrando. Conocí al señor C, lector compulsivo, de unos 65 años, culto para mí, con mucha capacidad lingüística y vocabulario que deja ver siempre a un lector riguroso. Nunca había hablado con alguien que siempre tiene como referencia personajes y libros, es como estar en una biblioteca mental. Cuando lo escucho, sus elucidaciones están llena de ejemplos, de ficción y citas, pero aluden a la realidad y la vida.
Ahora que miro mi vida y la comparo con mis lecturas encuentro más interrogantes que respuestas, la apertura y la mirada más allá de lo corriente le abre a uno un espectro más amplio de lo que significa una vida entre rutinas y cumplimientos. En ocasiones hay hechos que son como escisiones hechas con un cuchillo, lacerantes y nunca dan previo aviso, sucede a cada rato. He entendido que la felicidad es un concepto ilusorio o inalcanzable en la vida consciente, la mayoría de las veces. Estoy en grupo de amigos caminantes y en esas excursiones, frente a los paisajes rurales de este país, pues utilizamos los caminos de la colonia, pienso mucho, recordé a Kant el filosofo que tenia por costumbre grandes caminatas, en las mías, trato de reflexionar desde el desespero y la contemplación. Cioran decía que la plenitud como cúspide de la felicidad sólo es posible en esos instantes en los que poseemos una conciencia profunda de la irrealidad de la vida y de la muerte. Instantes raros en tanto que experiencias, aunque frecuentes en el ámbito de la reflexión, en el cual sólo existe lo que se siente. Ahora bien, sentir la irrealidad y trascenderla en un mismo acto es una hazaña que rivaliza con el éxtasis. Ahora que escucho a los miembros del club de prensa, tantos años y tantas experiencias juntas, en un país lleno de violencias y contrastes, me pregunto que será de mi futuro.
Sentada este viernes al lado de C, escuchando desde cualquier noticias las opiniones de estos viejos, un poco sabios, sobre un país desgarrado, conozco historias hasta ahora veladas para mí. Me crie en la tierra de Pablo Escobar, alguna vez esta ciudad fue la más violenta del mundo. Estudio en una universidad pública, la de Antioquía, que es una síntesis del país. En el campus vivimos y sentimos todas las tendencias que agobian a Colombia. Confluyen derecha e izquierda, guerrilla y centro, jibaros y cristianos. Hay una libertad muy cercana a la anarquía. En este sitio entendí que mis decisiones son lo más importante de mi vida. En el claustro uno está rodeado de todo tipo de influencias, buena y malas. Ahora que escucho este grupo en la biblioteca, personas desplazadas, victimas de la violencia, jubilados, ingenieros, algunos señores absolutamente vulnerables, pienso sí soy realmente consciente en que país vivo. El moderador, F, toma la palabra, pregunta a los invitados que diga la noticia que a su parecer es más importante en la última semana. Cada uno dice la suya y a renglón seguido se vota cual será el tema del conversatorio.
En este momento se abre una especie de debate alrededor de cual será el tema. Se habló de las torpezas de nuestro presidente Petro, algunos señalaron sobre sus aciertos. Comprendí cuan está radicalizado el país, la gente cambia frente al tema político, se enervan, otros se enorgullecen de su radicalismo y pasión. Algunos hicieron un paralelo entre el presidente colombiano y el americano. La discusión siempre está rodeada de mucho contexto e historia. Lo que más me gusta es el entrecruzamiento del presente con historias muy viejas que traen un país que yo realmente desconozco. Cada uno desde su soledad guarda un pasado, hay de todo como en botica.