viernes, 8 de octubre de 2010

EL NOBEL DE MARIO VARGAS LLOSA

El premio nobel otorgado a Mario Vargas Llosa lo esperábamos todos desde hace años y casi estábamos convencidos que la academia volvería a traicionar a la literatura una vez más. Plinio Apuleyo describe esta espera y angustia a lo largo de muchos años mejor: “Todos los años, en octubre, al oír el nombre del ganador del Premio Nobel de Literatura, experimentaba yo la misma desabrida frustración. Una vez más, la Academia Sueca no se lo había otorgado al escritor latinoamericano que, después de García Márquez, más lo merecía: Mario Vargas Llosa.” Ayer, la noticia de la academia nos llenó de alegría y enalteció las letras universales, esta vez, como no suele suceder a menudo, es absolutamente justo y acertado.

Pocos escritores, tal vez Carlos fuentes y José Saramago, dominan las técnicas de la novela, como Mario Vargas Llosa. Este es un novelista de tiempo completo. Su obsesión: la novela total. Por ello es un apasionado de los grandes autores Franceses: Balzac, Víctor Hugo, Zola, Flaubert. Cada novela publicada, corresponde a una etapa en el desarrollo de esta búsqueda de la obra perfecta.

Hay una faceta, que debía destacarse como a priori, a cualquier interpretación de su obra. El lector infatigable y voraz, el apasionado por los buenos libros y la literatura en general. El hombre culto, dominador de muchos temas y con una capacidad de análisis por fuera del canon. Cuando estuvo en Bogotá, recién publicado la “Ciudad y Los perros”, siendo muy joven, sorprendió por su extensa cultura y el conocimiento de la literatura universal y de autores desconocidos para muchos en la época, dejando ver una obsesión enfermiza, por algunos que después se traducirían en excelentes ensayos, algunos memorables: “Historia de un deicidio” y la “orgia perpetua”, que muestran a un lector atento, al crítico serio, quien con ojos de relojero, como desengranando una mazorca, estudia y disfruta una obra, desde todos los contextos, pero nunca sin olvidar el carácter hedónico de las mismas. Dice en su último ensayo literario, dedicado a Onetti, otro de sus autores preferidos: “Inventar historias y contarlas a otras con tanta elocuencia como para que estos las hagan suyas, las incorporen a la memoria-y por lo tanto a sus vidas-es ante todo una manera discreta en apariencia inofensiva, de insubordinarse contra la realidad real. ¿Para qué oponerle, añadirle, esa realidad ficticia, de a mentiras, si ella no colmara? Se trata de un entretenimiento, que duda cabe, acaso del único que existe para estos ancestros de vida animalizadas por la rutina que es la búsqueda del sustento cotidiano y la lucha por la supervivencia.” Siempre se ha preocupado por divulgar la buena literatura e incluso, lo ha hecho con autores que son absolutamente desconocidos para el público no especializado. Recuerdo, como en un articulo del País de España, habló gratamente sorprendido por el libro de William Ospina, “Aquellos náufragos de Occidente”, que había adquirido espontáneamente, , después de esta reseña, adquirió un prestigio sin igual, justo por demás, pues en Colombia ya conocíamos la calidad de las obras del escritor Colombiano, pero, lo que quiero relevar, es al lector acucioso que tenemos en Vargas Llosa .

La novela, es para él un excelente recurso para intepretar la vidad,  para desenmascararla, para describirla, por eso afirma enfáticamente: “En efecto, las novelas mienten —no pueden hacer otra cosa— pero ésa es sólo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresarse disimulada y encubierta, disfrazada de lo que no es. Dicho así, esto tiene el semblante de un galimatías. Pero, en realidad, se trata de algo muy sencillo. Los hombres no están contentos con su suerte y casi todos —ricos o pobres, geniales o mediocres, célebres u oscuros— quisieran una vida distinta de la que viven. Para aplacar —tramposamente— ese apetito nacieron las ficciones. Ellas se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener. En el embrión de toda novela bulle una inconformidad, late un deseo.” Antonio Muñoz Molina, en el articulo por el nobel escribe magistralmente: “en Vargas Llosa los artificios de la novela están calculados con una plena intención, como elementos de un organismo dinámico que depende de la eficacia de cada uno de ellos para que la historia se vaya desplegando en la conciencia del lector. Cuanto mejor es una novela más activamente está implicada en ella el proceso de la lectura, desde luego, pero en el caso de las de Vargas Llosa ese acto de leer es central: el modo en que la información se va administrando configura las expectativas sobre la naturaleza y la forma de la historia que se tiene por delante, o que se va extendiendo alrededor de uno”. Por eso uno de los mejores críticos de su obra decía con absoluta razón: No estamos en presencia de una acumulación fotográfica y fonográfica de la realidad -escribió Ángel Rama- sino ante una constante tarea de creación narrativa a partir de referencias y contribuciones reales".

Su vida, es un apasionante recorrido en búsqueda de la perfección literaria, que nunca le ha hecho olvidar su compromiso inalienable, con la realidad injusta del mundo, desde una lucidez sorprendente. Cada una de sus obras, por encima de los grandes temas que aborda, es igualmente, una biografía simulada, de algunos aspectos no resueltos de su existencia apasionada. “En la ciudad y los Perros”, están descritos los años de su adolescencia, donde “un conjunto de normas, terminan solo en la sacralización de la violencia y la destrucción del individuo”. “ Conversación en la catedral”, describe el envilecimiento de la sociedad, la dictadura y las obsesiones del poder y las trágicas relaciones que encubre, a través del senador Zavala, que es un personaje memorable, como su hijo Zavalita, quien nos recuerda el periodista en ciernes, que fue Mario, siendo muy joven. “la tía Julia y el escribidor”, obra casi autobiográfica, es una apología al oficio del escritor como tal, a las difíciles relaciones entre las historias y el creador, que siempre termina confundiéndose con ellas. De igual manera, en “la Casa verde “trata de describir lo que pasa en la selva peruana, esa realidad natural inconmensurable. “ El hablador” toca el tema del indigenismo, “ la fiesta del Chivo”, la dictadura, Cada obra, en cada época, trata de resolver grandes interrogantes, no solo de la existencia humana, de la vida en esencia, sino de todos aquellos temas, que siempre vuelven para el hombre: El poder, La naturaleza, el amor, los celos, el erotismo, la creación, el arte…, cincuenta libros escritos enarcan un valioso legado y el mayor intento de escritor vivo alguno, para desentramar la intricada existencia humana a través de la ficción y una obra ensayística y critica muy seria. Que bien por el nobel, estamos esperando como siempre su última novela: ” El sueño del Celta”.



1 comentario:

canticoprimaveral dijo...

Excelente comentario, "Ludimia", eso es Mario Vargas Llosa eas son su obras, amenas desde el inicio hasta el final. Buen premio Nobel de la Literatura para Latinoam+erica en su persona. Perú debe estar de pláceme, debe estar hedónico con esa maravillsa pluma.