domingo, 18 de septiembre de 2011

“LA LUZ DIFÍCIL “ DE TOMAN GONZÁLEZ



La revista Arcadia,  le dedicó su portada y  la revista semana la reseñó en semanas pasadas. Casi todas los periodicos y publicaciones especializadas han hablado de esta novela.  Todos gratamante sorprendidos. El libro, excepcional, confirmaba de nuevo la calidad de este autor.
Como siempre, ningún comentario supera el placer de su lectura. Está es una novela conmovedora, de una textura sin igual. Me recuerda " El último encuentro” de Sandor Marai,  por el tono y ritmo de su escritura, da la impresion de ser un testamento personal, absolutamente reflexivo, sin ningún matiz dogmatico, una leccion de vida frente a un hecho inexorable. Está narrada en primera persona. David, quien es un pintor consagrado, espera la muerte de su hijo quien ha decidido morir ante la imposibilidad de vivir con una condición que lo limita implacablemente: ha quedado parapléjico después de un accidente absurdo y padece unos dolores intensos e incontrolables que le hacen la vida imposible. La medicina impotente. David es un pintor y escritor, quien veinte años después reconstruye su vida en Nueva York, su itinerario como pintor exitoso, el accidente propiamente dicho y los momentos de espera con su familia.

Cuando habló del ritmo de este texto, me refiero al placer que produce su lectura, es fresco, como si estuvieramos tomando café con él autor:

Besé a Sara, me levanté, hice café. Sin darme cuenta, me puse a mirar la pintura en la que estaba trabajando. Era demasiado temprano para llamar a los muchachos, que se habían quedado a pasar la noche en un motel cerca del aeropuerto de Portland. El tema de mi pintura era la espuma que forma la hélice del ferry cuando, al dejar el muelle, acelera el motor en el agua verde de la que borbota. El color esmeralda del agua me había quedado pálido, superficial, pensé, como caramelo de menta vitrificado. Aún no lograba que, sin verse, sin hacerlo evidente, se sintiera la profundidad abisal, la muerte. La espuma aparecía bella, incomprensible, caótica, separada e inseparable del agua. La espuma estaba bien.”

Se deja leer. Ahora que muchas novelas son extremadamente complicadas, con Tomás gonzalez se confirma, que lo sencillo, es lo más complicado de lograr y solo los grandes maestros son capacees de hacerlo.

En la novela hay muchos matices autobiográficos. Este escritor nació en Medellín en el año 50. El oficio de escritor lo ejerce desde los años 70, después de dejar los estudios de filosofía en la universidad nacional. . Ha publicado las novelas Primero estaba el mar; Para antes del olvido, ganadora del V Premio Nacional de Novela Plaza & Janés de 1987; La historia de Horacio; Los caballitos del diablo y Abrahan entre bandidos; la colección de cuentos El Rey del Honka-Monka y la colección de poemas Manglares.

Hace dos meses leí “Abrahán entre bandidos”.  Hay una característica común en estas dos novelas. Los permanentes contrastes. Entre lo universal y lo particular, entre lo hechos propios del argumento y las descripciones de relojero, propios del pintor que ven en cualquier imagen un reflejo total de lo universal, con sus propias reglas, con su propio universo. La entrada de un perro al agua lo conmueve y a partir de esta visión, describe los encantos de una percepción excepcional, propia de un artista en medio de la inexorable realidad que lo asedia. Me recordó a Cortazar, quien plasmó con absoluto éxito en sus relatos los contrastes del universo en la cotidianidad del hombre. El nobel Elfriede Jelinek expreso sobre esta novela:  “Leyéndolo, tuve la sensación de que era muy puro”.

Para terminar, me parece que la reseña de la propia editorial es certera en este aspecto: Esta potente y emotiva novela representa de manera lúcida la narrativa de un autor que siempre se ha interesado por explorar la cercanía de los opuestos, mostrándonos que cuando la muerte es inminente, no queda más remedio que contar y reivindicar la vida. Aquí las palabras y los silencios son igual de intensos. Una vez más, Tomás González nos conmueve con el poder de las cosas que se saben callar.

Qué bueno sería para mis lectores su lectura. Espero que disfruten del texto.



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