jueves, 1 de marzo de 2018

EN LOS MARES DEL SUR

Siempre he tenido una predilección adictiva por los libros de viajes. En América gozamos de muchas crónicas sobre la conquista extraordinarias, tienen una vigencia indiscutible y su lectura es un encanto. Andrés Barba[1], un colaborador de la revista “El cultural” de España a propósito de un texto  de viajes sobre Antonio Tabucci decía que estos libros lo hay desde: “Los sentimentales, los cultos, los pedantes, los onomásticos, los literarios, los respetuosos, los necios, los bien escritos, los mal escritos”. El libro de Louis Stevenson, quien escribió el mejor libro de aventuras de la literatura: “La Isla del tesoro”, excepcional, un prodigio desde donde se le mire, es a la vez, una novela, una crónica, una aventura, al final termina siendo un viaje. Hay una cita de Borges a propósito de este escritor que me encanta ( “En "Borges y yo")  : "Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson"[2]. Los relatos contenidos “En los mares del sur” sobre las experiencias y observaciones efectuadas en las islas Marquesas, Pomotu y Gilbert, escrito desde la perspectiva de un antropólogo (Este señalamiento es muy personal, ha sido señalado por otros de igual manera) al que se le adicionan cualidades literarias sin parangón, sorprendido por la capacidad de usurpación de la humanidad, que siempre suele tomarse lo que no le es propio, desconociendo a los otros, eso que llamamos civilización, que en este caso, como en toda conquista es un acto de rapiña. Estos viajes furtivos, en busca de una cura para la tuberculosis, resultan ser una crónica que desde la esclerótica de un hombre Europeo, sin ninguna pretensión, quien se  sorprende ante la inconmensurable riqueza de estos pueblos del pacifico frente al entramado que significa la conquista e invasión de quienes se abrogan un derecho, desconociendo a los nativos, sus ancestros y por su puesto tradición. Estas crónicas, son de una factura perfecta, se dejan leer con tal agrado, que al final parecemos leer una novela de aventuras.  Volver por estos libros es abrevar en la fuente, en aquellos escritores que resultan ser precursores de generaciones enteras.  Stevenson definitivamente es un maestro.






“Entre las obras del escritor escocés, Borges destacó los relatos de índole policial, señalando que "La isla del tesoro" le había dado la imagen de un escritor para niños en vez de la de un novelista y ensayista serio, la que consideraba mucho más apropiada. Borges le atribuyó a Stevenson una doble cualidad: maestro literario y "amigo personal", lo que se pone de manifiesto en su "Introducción a la literatura inglesa" de 1965 -que escribió con la colaboración de María Esther Váquez (1944)-, en la que incluyó un largo pasaje dedicado al autor de "Cuentos de los mares del sur”












“Entre las obras del escritor escocés, Borges destacó los relatos de índole policial, señalando que "La isla del tesoro" le había dado la imagen de un escritor para niños en vez de la de un novelista y ensayista serio, la que consideraba mucho más apropiada. Borges le atribuyó a Stevenson una doble cualidad: maestro literario y "amigo personal", lo que se pone de manifiesto en su "Introducción a la literatura inglesa" de 1965 -que escribió con la colaboración de María Esther Váquez (1944)-, en la que incluyó un largo pasaje dedicado al autor de "Cuentos de los mares del sur”


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