sábado, 6 de abril de 2019

BEATRIZ ALVAREZ


Las Álvarez, solemos decir cuando nos referimos a las hijas del abuelo Carlos, tienen una altivez excepcional,  una dignidad típica de los Manizalitas, que no quiere decir arrogancia, siempre elegantes, orgullosas en su exceso de responsabilidad, es como un credo para ellas y vitales, parecen nunca cansarse. Beatriz es la mayor. Hoy está en su aniversario. Sus hijos, son 6, algo que asustaría a cualquiera. Todos queremos mucho a Beatriz, en mi caso, tengo un cariño especial por ella, Ana cuando se refería  a ella, lo hacía con un amor evidente, traslucido, existía entre las dos una especie de complicidad, fue anidado por experiencias muy particulares, y esa confianza que se siente por una persona realmente cercana.
Beatriz, de la que realmente fuera de las experiencias familiares en los últimos 17 años, no tengo datos puntuales, nunca los he necesitado realmente, escribo a partir de lo que he vivido, de lo que conozco por esos lazos familiares infatigables, es como un personaje literario. Si tuviera que pintarla en un óleo lo haría de esta manera: Parada frente a una ventana, muy temprano, fumando, con el vaso de tinto en la mano, con su voz pausada pero firme, elegante de sobremanera, de conceptos claros y con una firmeza muy típica de los Álvarez, mirando el paisaje, con mucha paz. Hay personas con las que se puede hablar, sin los radicalismos tan en boga, que escucha, Beatriz es una de ellas.
Hoy estarán en una mesa, elegantemente arreglada por sus hijos con la dirección magistral de su hija mayor, gloria, recordándole lo importante que ha sido para todos. Me imagino, como si los Buendía le hicieran un homenaje a Úrsula. Imagínense, son  6 hijos, levantados por ella en una labor titánica que hoy parece diluirse por las imposturas del tiempo, lo que no implica el olvido de semejante tarea, pues todos, son un ejemplo de responsabilidad y de consagración, esto para decir que cada uno está felizmente ubicado y haciendo lo que les gusta, les da para vivir muy bien, que es mucho decir en este país atribulado.  
Ana, un día caminando conmigo por una calle cercana al centro de Manizales, de pronto se paró y dijo, esta es la casa del abuelo, me refiero a la casa vieja. Mi esposa poco hablaba de estas cosas, pero cuando lo hacía tenía una capacidad narrativa sorprendente. Mi madre y mis tíos vivieron aquí, está fue la casa de Beatriz. Dijo después: Aquí empezó el galimatías de levantar sus hijos, con la ayuda del abuelo, me imagino por el espacio que le brindó y esa tenacidad que brota del amor de una madre. El relato de Ana fue preciso, sus ojos grandes le brillan:    Beatriz se separó, sus hijos estaban muy pequeños, Ana nunca hablaba mal de alguien, nunca se refería a nadie en malos términos, nunca supe por qué se separó, los detalles son lo de menos.  Empezó a trabajar con su máquina de coser sin tregua alguna, A Gloria, mi prima, le tocó volverse grande de la noche a la mañana, como en esos relatos de Gabo, por arte de magia, nunca ha dejado esas responsabilidades, se volvió la regla de su vida;  Luis, Jaime, Jorge, Laura y Beatriz, testigos de cargo, compartieron esta lucha por sobrevivir, que fue la de todos, pero en este caso, tiene arabescos de novela, hoy hablan de esos momentos, desde lo que significa triunfar, que no es otra cosa que lograr parte de lo que nos proponemos, de ser, a partir de nuestros deseos más ínfimos.
Viterbo, Manizales Salamina, constituyen las ciudades más significativas en su vida. Actualmente vive en Pereira, desde hace más de diez años. Beatriz siempre me recuerda a Úrsula el personaje de Gabo en “Cien años de Soledad”.  Los Ángel, desde Gloría hasta Beatriz, son ordenados, planificadores y responsables en exceso, su vida, como en el mundo literario de macondo, mantienen un esfuerzo colectivo por armarse de las  garantías para ser felices, muy a pesar que todo atenta contra ello. Tal vez, por esta razón, Beatriz solo se angustia cuando alguien no está cumpliendo con su papel, ella, ve a sus hijos como en roles, parece una guionista, seña de las Álvarez además, quieren preverlo todo, cuando algo sale mal o les sucede un imprevisto, se angustian. A Beatriz, sus hijos le son todo y cuando uno de ellos se sale del libreto, empieza cristo a padecer. Las Álvarez tienen una característica: Son conflictivas por cosas menores, banales, cuando se reúnen, como en la lámpara de Aladino, se les va saliendo todo aquello que las diferencia y uno, pensaría en la catástrofe,  que no se hablaran nunca, al final, siempre puede más la hermandad y superan rápido esos eventos, que son cómo pequeños tsunamis, pese a que les ha traído muchos dolores de cabeza, se vuelven como relatos familiares. Beatriz, me parece la más tranquila, aunque es vehemente cuando le toca y toma decisiones irreversibles.
Hay personas que  merecen ser muy felices, por su lucha, por todo lo que han hecho, por sus logros. Beatriz es una de ellas, por lo que fue, por lo que es y por lo que será. Espero hoy, en esas síntesis obligatorias que traen los aniversarios sienta la satisfacción de la labor cumplida. La vida al final es solo presente, hoy, queremos estar con ella, hacerle reconocimientos, como a esos generales romanos, en  vida, recordarle que todo ha valido la pena. Este será un día memorable indudablemente. Beatriz, como te queremos: Buena vida y esperamos tenerte por mucho tiempo.


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