El 30 de septiembre de 1924 nacía en Nueva Orleans uno de los
escritores más emblemáticos de la literatura norteamericana, y una de las
piezas centrales de nuestro catálogo: Truman Streckfus Persons, más conocido
como Truman Capote. El centenario de su nacimiento coincide con la publicación
en Anagrama de La dificultad del fantasma, un reportaje soberbio en el que la
periodista Leila Guerriero sigue los pasos del escritor en la Costa Brava
mientras se encuentra alojada en Casa Sanià, lugar desde el que Capote escribió
buena parte de su célebre A sangre fría y que ahora se ha convertido en la
Residencia Literaria Finestres. Acompañamos esta publicación con la de tres
títulos imprescindibles que amplían la «Biblioteca Truman Capote»: A sangre
fría, Música para camaleones y El arpa de hierba.
Truman Capote fue un escritor sumamente precoz: empezó a
escribir a los ochos años «sin saber que me había encadenado de por vida a un
noble pero implacable amo», tal y como escribió en el prólogo de Música para
camaleones. Y proseguía: «Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un
látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse». Su ojo observador,
crítico, cínico; su inclinación a lo social y lo frívolo; su capacidad para
diseccionar las realidades más duras; su exigencia literaria; su retrato del
Sur americano; su tránsito constante entre la ficción y el reportaje: todo ello
son características de un talento desmesurado puesto al servicio de una obra
exigente y minuciosa.
La fama le llegaría a los veintitrés años con su primera
novela, que se convirtió enseguida en un éxito de ventas y que algunos
consideran su obra maestra: Otras voces, otros ámbitos.
El tema central del libro, como él mismo afirmaría en varias
ocasiones, es el de un hijo buscando a su padre (sobre el suyo propio, Arch
Persons, diría: «Era un padre que, en el sentido más profundo, no existía»). La
novela planteaba ya también otro de los temas fundamentales en la obra y la
biografía de Capote: la homosexualidad y su aceptación.
Pero no fue hasta 1956 que inauguró un nuevo género, al que
llamó «narrativa de no ficción», con la publicación de Se oyen las musas, en el
que relataba un viaje por Rusia que hizo con una compañía teatral de negros
norteamericanos que representaba la ópera Porgy and Bess. Sobre este género,
Capote dijo: «No me parecía que hubiese ocurrido algo verdaderamente innovador
en la prosa, en la literatura en general, desde la década de 1920; (...) el
periodismo como arte era un campo casi virgen, por la sencilla razón de que muy
pocos literatos han escrito alguna vez periodismo narrativo, y cuando lo han
hecho, ha cobrado la forma de ensayos de viaje o de autobiografías».
En 1958 aparecería la novela corta Desayuno en Tiffany's, que
Blake Edwards adaptaría dos años más tarde a la gran pantalla, y en la que el
autor rememora sus primeros días en Nueva York, en el Upper East Side de
Manhattan, a través del inolvidable personaje de Holly Golightly (que en la
película encarnó Audrey Hepburn). Después de leer el libro, Norman Mailer
declararía que «no hubiese cambiado ni una palabra de Desayuno en Tiffany’s».
Un año más tarde, en 1959, un «misterioso instinto» le
llevaría a investigar un oscuro asesinato ocurrido en Kansas. Capote pasaría
seis años indagando, con la ayuda intermitente de su amiga y escritora Harper
Lee, y acabaría publicando A sangre fría en 1966. Aunque fue muy criticada en
su momento («Mucha gente pensó que yo estaba loco por pasarme seis años vagando
a través de las llanuras de Kansas; otros rechazaron de plano mi concepción de
la "novela real", declarándola indigna de un escritor "serio"»),
con este retrato del horrendo crimen, y de los dos asesinos que lo cometieron,
consolidó la narrativa de no ficción. El libro vendió millones de ejemplares y
se convirtió en su obra cumbre.
En 1972 empezaría a escribir la que sería su última novela,
Plegarias atendidas, un escandaloso retrato de la jet set americana. La novela,
inacabada, exponía los secretos más íntimos de la aristocracia estadounidense,
y supuso su expulsión de la alta sociedad al desvelar los secretos de su
entorno, lo que agravó su alcoholismo y ostracismo.
El 25 de agosto de 1984 moría en Los Ángeles, a los cincuenta
y nueve años, a causa de una enfermedad hepática y de una intoxicación por
múltiples drogas. Desde entonces, su enorme leyenda ha ido alimentándose no
solo de su excelente obra, sino también de su personalidad carismática y su don
literario.
Capote escribió, en el prólogo de su último libro, Música
para camaleones: «Entretanto, aquí estoy en mi oscura demencia, absolutamente
solo con mi baraja de naipes y, desde luego, con el látigo que Dios me dio.»Bendito
ese látigo.
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