domingo, 23 de junio de 2019

MI BIBLOTECA


Por efectos de un trasteo, algo así como un castigo, tuve que volver a ordenar mi biblioteca, tener cada libro de nuevo entre mis manos, para recordar porque lo he adquirido, qué me atrajo, cual es la relación con el autor y qué me evoca, fue un ejercicio nostálgico, agradable, el itinerario de mis lecturas, afirmar mi pasión por los libros, pasión que se ha convertido en la justificación de mi días y la única manera de comprender mi atribulada vida: El conocimiento y la lectura, el amor por la filosofía y la obsesión por la novela, el encuentro con aquellos versos que me enseñaron la exaltación lúcida desde la palabra: El poema, cuando comprendí la fuerza específica de las palabras y todo lo que podemos hacer con ellas, entendí muchas aspectos de la naturaleza humana.
Recordé la importancia de las enciclopedias en mi formación, ahora obsoletas gracias al internet. Borges fue un hombre enciclopédico, le tuvo mucho aprecio a las grandes enciclopedias, de hecho sus primeras lecturas fueron realizadas en estos volúmenes.  Mi padre, compró una enciclopedia en 20 volúmenes, “La universitas” de Salvat editores, fue el encuentro con el conocimiento universal, tuve contacto por primera vez con la ciencia, con la historia, con la biografía y por su puesto con la literatura y el ensayo. Desde estos índices asumí una especie de orden en mis lecturas, orden que aún prevalece.  Aún está conmigo y muchas veces cuando quiero asumir lecturas relajantes, voy a cualquier tomo y de hecho revivo lecturas y temas olvidados. También en 20 tomos y por mi padre tengo los clásicos, desde el Quijote, Montaigne, Dante, Rousseau, hasta los poetas castellanos. Con prólogos de Alfonso Reyes, Borges y German Arciniegas entre otros.
He sido un lector desordenado, avaro, tengo preferencias por autores que hoy casi nadie leería. Siempre he estado atento a la literatura colombiana, a los autores norteamericanos y la novela francesa del siglo XIX, así como a la gran novela rusa. Esto no me impide leer novelistas contemporáneos, menos arriesgar con los autores jóvenes.
Trabajé la fiflosofía Griega, leí a Foucault, Derrida, Heidegger y por su puesto Nietzsche.  Cada texto que tomo en mis manos evoca tiempos de luchas intelectuales inexplicablemente olvidadas. George Steiner, Umberto Eco, Alfonso Reyes, Octavio Paz y Borges, Gabo, Vargas Llosa (El Boom latinoamericano), Bolaños, son autores de mi preferencia, siempre vuelvo a ellos y de hecho estimulan y me llevan a relecturas e itinerarios relajantes.
Son muchos los textos, me fascina este recorrido. La novela y la poesía colombiana completa, los ensayos sobre la misma, la novela inglesa clásica, los grandes ensayos desde el movimiento posmoderno francés que generó con la deconstrucción tanta polémica. Todo Sartre, Camus, Cioran, Kundera.
Textos de economía, sobre la globalización, de geopolítica, la historia de las ciencias, poesía, narrativa. Ahí están, listos para ser leídos o de nuevo abiertos, en una especie de convivencia lúcida. Sería interminable hablar de cada libro, pero para lectores anodinos y sin importancia como el suscrito, estos ejercicios constituyen todo en la vida, la justifican, además de ser grata compañía a la espera del momento final.





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