Son muchos los factores que fueron determinando la independencia de las colonias de los poderes peninsulares. Existía desde 1700 una clase criolla con mucho poder económico, igualmente con la expedición botánica y la aparición de los periódicos y las tertulias en Santa Fe de Bogotá, había emergido una clase intelectual muy conectado con hechos importantes ocurridos en Europa y Norteamérica con las colonias inglesas, exactamente La independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa.
Jorge Antonio Melo escribe en su historia mínima de Colombia: “EI crecimiento de la minería, la agricultura y el comercio aumentó el poder de las grandes familias del Nuevo Reino. Muchos de sus hijos, frustrados por las restricciones al comercio o a la agricultura o por la política de dar los mejores cargos a los europeos, querían un nuevo “pacto” colonial que les diera más poder, reconociera su derecho a ocupar los cargos públicos y creará mayores oportunidades para el progreso, mediante la libertad de comercio, la reducción de impuestos, la supresión de monopolios o la distribución de tierras (baldíos y resguardos)”.
Como se ve pocos hablaban de independencia y más bien señalaban un nuevo pacto con la península. Tal vez, algunos influidos por el ejemplo de Estados Unidos o por la lectura de ideólogos ilustrados, pensaron antes de 1808 en la conveniencia de independizar América. Entre ellos el más importante en la Nueva Granada fue Pedro Fermín de Vargas, uno de los jóvenes bogotanos interesados en el conocimiento y la reforma del reino, quien se exilió desde 1791 y vivió en Europa y el Caribe hasta 1810, de conspiración en conspiración, y apoyó en algunos momentos los proyectos de independencia de Francisco Miranda. Y es posible que también Antonio Nariño lo haya considerado, al menos entre 1795 y 1798, cuando estuvo exiliado.
Entre los varios hechos puntuales que influyeron en la independencia podríamos enumerar varios relevantes, la revolución industrial, que se inicia en Inglaterra y se extiende rápidamente por toda Europa, implicó grandes cambios socio-económicos. Así mismo, las ideas de la ilustración, la enciclopedia, la Revolución francesa, los derechos del hombre y del ciudadano, así como la independencia de las trece colonias de América del Norte, fueron fenómenos que influyeron en el pensamiento de los habitantes del sur del continente americano para impulsar los acontecimientos que definieron los movimientos de independencia de España.
Javier Ocampo en el libro sobre la independencia destaca varios hechos que igualmente forjaron a los pueblos de Suramérica hacía la independencia. “Merece especial atención la independencia de Haití: El 1 de enero de 1804 es proclamada por el General en Jefe del ejército indígena, Jean Jacques Dessalines, la Independencia de la ex colonia francesa de Saint Dominique. Es necesario también tener en cuenta la influencia del reino de Portugal que, por causa de la invasión napoleónica a España en 1808, trasladaron a Brasil a los integrantes de la familia real, Carlos VI y su esposa Carlota. Con ello, Carlota, hermana de Fernando VII, se creyó heredera de la corona de España y comenzó a intrigar ante los gobernantes del Río de la Plata y de Bolivia para reclamar la corona de su hermano. Las pretensiones de Carlota sirvieron de argumento a los dirigentes de Buenos Aires y el alto Perú para proponer los movimientos emancipadores de nuestra América. Chuquisaca, el 25 de mayo, La Paz, el 16 de Julio, Quito el 10 de agosto de 1809 prendieron las llamas de la independencia de España, en 1809. Caracas el 19 de abril, Buenos Aires el 25 de mayo, Santafé el 20 de julio, y México el 16 de septiembre de 1810”.
Los movimientos revolucionarios de la Nueva Granada se iniciaron en las provincias. Cartagena 14 de junio, Cali el 3 de julio, Pamplona el 4 de julio, El Socorro 10 julio,
de 1810, declararon su independencia. Mompox, declaró su independencia absoluta de España el 10 de agosto de 1810.
Santafé preparó para el 20 de julio una recepción a don Antonio Villavicencio, comisionado regio de la corona española. Los criollos, quienes habían realizado reuniones secretas en virtud de las noticias de una eliminación física de 19 personajes de Santafé considerados conspiradores y afrancesados, responsables de los pasquines que aparecían en las paredes de la capital pidiendo cambios en el mal gobierno, planificaron cuidadosamente el episodio del florero.
Es de necesario en esta parte hablar de un hecho de suma importancia y que puede decirse que es el no retorno al acto de la independencia. “La primera confrontación preocupante, que las autoridades y los españoles vieron como señal de voluntad de independizarse de España, ocurrió a comienzos de 1794, cuando Antonio Nariño, un joven y próspero comerciante, de las familias más poderosas del reino, que había sido alcalde en 1789 y recaudador de diezmos y reunía en su casa una tertulia con otros jóvenes letrados, publicó, en la imprenta que había establecido con patrocinio del virrey, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano hecha por
la Asamblea francesa de 1789. Aunque Nariño recogió las copias y nunca se encontró un impreso de la Declaración, fue apresado y juzgado con dureza después de que en agosto se pegaran en las paredes de la ciudad pasquines contra las autoridades.
Volvamos al 20 de julio de 1810. El pueblo de Santafé estaba hastiado por las represiones de los Oidores de la audiencia, los impuestos y contribuciones a la corona de España para mantener su guerra contra Francia. Fue fácil incitar a la muchedumbre en un día de mercado y conducirla a una protesta contra el mal gobierno. Un pueblo maltratado que fue creciendo como una ola y llenó la plaza Real, hoy de Bolívar, hasta San Victorino para obligar a declarar el Cabildo Abierto. La inteligencia de los conspiradores, José Acevedo y Gómez, Francisco José de Caldas, Próspero Carbonell, entre otros, fue la de nombrar al mismo Virrey, Amar y Borbón y al alcalde de Santafé José Miguel Pey, como presidentes del cabildo, y convencerlos de que una actuación de fuerza contra el pueblo sería desastrosa para la vida de todos ellos y causaría una tragedia entre los habitantes de la Capital. La aceptación de la propuesta contribuyó a que los revolucionarios se apoderaron de los cuarteles de artillería y caballería al mando de Juan Sámano y del Coronel Antonio Baraya.
Los documentos que el profesor Ocampo agrega a su estudio, son fuentes primarias de nuestra independencia: las Capitulaciones de Zipaquirá, la traducción de los Derechos del hombre, El Memorial de Agravios de Camilo Torres y Tenorio, El Acta de la Independencia y los Escritos de José Acevedo y Gómez y Francisco José de Caldas, actores y directores del grito de independencia del 20 de julio de 1810, expresan el pensamiento de nuestros libertadores y de sus actuaciones políticas.
Está claro que en el ciclo histórico de la Independencia, hizo crisis el sistema colonial europeo y surgió un movimiento anticolonialista y de libe ración nacional, el cual se generalizó en las últimas décadas del siglo XVIII. Las colonias americanas se opusieron a la dependencia colonial de las metrópolis europeas y planearon, realizaron y llevaron a su culminación la Independencia.
La Revolución de Independencia se presenta también como la culminación de una crisis que tuvo gestación y maduración en la sociedad colonial, en un proceso histórico que surgió en el mismo siglo XVI y se manifestó en un sentimiento de aversión a la sociedad dominante; y el cual creció y adquirió conciencia en la segunda mitad del siglo XVIII. Cuando hablamos de crisis, nos referimos a la modificación de las ideas e instituciones en una sociedad y a los cambios en sus estructuras políticas, socio-económicas, culturales, ideológicas, etc. Cuando los cambios son profundos y hacen impacto en la estructura total de la sociedad, ocurre la revolución total o radical; y cuando son parciales en una de las estructuras, o son graduales a través de un proceso, se presenta la revolución parcial o cambio marginal.
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