martes, 18 de noviembre de 2025

QUERIDAS LECTORAS QUERIDOS LECTORES (ANAGRAMA 14 DEE NOVIEMBRE 2025)

 



Gigamesh, ubicada en el número 8 de la calle Bailén de Barcelona, se ha convertido en la mayor librería europea dedicada al género fantástico y la ciencia ficción. Sus orígenes se remontan a 1985, cuando fue fundada por Alejo Cuervo, entonces en la ronda de Sant Pere de la capital catalana.

Hoy en día es un vivo lugar de encuentro para los lectores de literatura fantástica, de ciencia ficción y de terror, así como también lo es para los amantes del cómic y del universo de los juegos no electrónicos: de mesa, de rol, de cartas coleccionables…

Para adentrarnos en la historia y el espíritu de este verdadero portal interdimensional, hemos conversado con Antonio Torrubia, quien ha respondido a nuestro «Cuestionario librero». A continuación, compartimos sus respuestas.

– Eres conocido como «el librero del mal». ¿Cómo es eso?

Podría contaros una rocambolesca historia de sacrificios a Baal o a algún dios sumerio, incursiones a catacumbas o criptas llenas de huesos y pergaminos arcanos, y podrían ser cosas que he hecho (en la vida real o en alguna de mis otras vidas lúdicas), pero, para ser realista, fue cosa de Ingrid, una clienta que hace casi dos décadas (no sé si en 2010 o 2011) descubrió los libros electrónicos y decidió que no iba a comprar más libros en papel porque no cabían en casa. Sin embargo, cada vez que pasaba por la librería para acompañar a su pareja picaba con alguno. Y, medio en broma, medio en serio, me rebautizó con ese nombre, lo compartí en Facebook y Twitter, y de ahí ya fue creándose el personaje (casi) solo.

– Son ya veinte años capitaneando el Templo de la subcultura que es Gigamesh en Barcelona. Eres librero. Eres prescriptor. Eres un compulsivo lector de terror, fantasía y ciencia ficción. ¿Cuál es la gran lección que has descubierto a lo largo de estos años?


Empecé tras el mostrador el 17 de diciembre de 2002, o, más que tras el mostrador, desde lo más abajo que se podía empezar en la librería: ordenando los cajones de reposiciones bajo las estanterías de la antigua Gigamesh una semana antes de la campaña de Navidad. No hay una gran lección; son muchas pequeñas que vas aprendiendo con los años, trucos que te ayudan a ser más eficiente… Si tuviese que condensarlo todo en un consejo para mi yo del pasado, quizás le diría que se relajase al mover pilas de libros de un lado a otro y diese dos viajes en vez de uno, que al final la espalda se resiente. O que lo que se dice en redes sociales tiene importancia, pero no tanta como creemos; la gente pasa al final un poco y no hay que tomarse las cosas demasiado a pecho ni indignarse con según qué.




– Asimov fue un descubrimiento para ti, alguien que marcó el camino, también Lovecraft. ¿Qué encontraste en ellos y qué parte de ese descubrimiento sigues buscando hoy en la literatura que lees?.

Asimov fue de lo primero que cayó en mis manos, pero enseguida me reorienté hacia J. G. Ballard y Philip K. Dick; junto a Lovecraft y Robert E. Howard, puede que sean mis cuatro autores de la adolescencia. En un inicio, encontré en el género fantástico aventuras y mundos por explorar, horrores ignotos y tecnología que se avanzaba a su tiempo. Sin embargo, la ciencia ficción y los mundos fantásticos abordan temas de nuestra realidad para afrontarlos con lucidez y valentía y nos enseñan lecciones que podemos extrapolar con facilidad. Puede que llegue a ellos en busca de evasión, mas me llevo reflexiones o fragmentos que dan que pensar e incluso hacen que me reestructure como persona y me enriquezca.

– ¿Cómo percibes en la actualidad la frontera histórica entre literatura y género? Y ¿qué autores han participado en el ensanche de dichas fronteras?

Ahora mismo la frontera está en continua permeabilidad. Se solapa, se mezcla e incluso en una novela hiperrealista puede encontrarse un componente mínimo que la transforma en una ucronía, distopía o algo fantástico. En el catálogo de Anagrama, aparte de Mariana Enriquez, están Kazuo Ishiguro, Ian McEwan o Solvej Balle como perfectos ejemplos de esa ciencia ficción que Ballard definía como la que podría ocurrir dentro de los próximos cinco minutos. Fuera de vuestro catálogo diría que Ursula K. Le Guin, Margaret Atwood o China Miéville son de los que mejor han conseguido llegar al gran público o convencer tanto a fans del fantástico como a críticos y prensa haciendo género.

– ¿Cuál es tu libro de Anagrama de cabecera?

No me puedes hacer elegir entre Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, de Carrère; H. P. Lovecraft, de Houellebecq; o los cuentos o Nuestra parte de noche de Enriquez. No sé elegir uno.


– ¿Has notado algún cambio en el tipo de lector de fantasía o de ciencia ficción de los últimos años?

En los últimos años quizá no, pero en las dos últimas décadas sí, bastantes cambios. De tener una clientela en la que el 90 % eran hombres de entre veinte y cincuenta años, ha ido variando y ahora diría que la mitad de los habituales son lectoras. El abanico se ha abierto tanto, y el género ha dado tal vuelco, que se lo explicaría a los editores o a los compañeros con los que compartíamos tertulia en los mostradores en 2005 o 2010 y no se lo creerían. Productos televisivos como Juego de tronos de George R. R. Martin (HBO, Canción de hielo y fuego) o The Witcher (Netflix / CD Project, Saga de Geralt de Rivia) y sagas como el Cosmere de Brandon Sanderson, Empíreo de Rebecca Yarros o ACOTAR de Sarah J. Maas han ayudado a dar ese golpe de timón y a que llegue al gran público lo que era un producto minoritario. Aunque puede que el primer golpe en la mesa lo diera Peter Jackson adaptando El señor de los anillos hace casi un cuarto de siglo.

– Hablemos de adaptaciones cinematográficas: existe una fuerte tradición de llevar al cine las obras de literatura especulativa. ¿Con cuál de ellas te quedas?

La carretera de Cormac McCarthy me parece una maravilla y Canción de hielo y fuego o El señor de los anillos, que os comentaba antes, me alucinan. En cine soy muy fan del terror y no podría elegir una sola adaptación, ya no del género, sino de la obra de Stephen King.

– Viajemos al futuro: ¿qué autor contemporáneo crees que seguirá vigente en cincuenta años? ¿Por qué?

Margaret Atwood (1939), Stephen King (1947) o George R. R. Martin (1948) empezaron a escribir hace cincuenta años, siguen en activo y seguro que en 2075 (pese a que haya energúmenos prohibiéndolos en Estados Unidos) seguirán vigentes sus obras. Al igual que se sigue leyendo a Borges, Tolkien, Lovecraft, Le Guin o Pratchett, porque han trascendido de alguna manera al tiempo y a su época


– Tenemos que empezar una nueva vida en otro planeta: la Tierra se ha convertido en un lugar inhabitable. ¿Con qué libro fundas la biblioteca de ese nuevo mundo? ¿Por qué? Diría que nuestra Biblia (o libro a seguir) podría ser Dune, de Frank Herbert. Su visión ecológica del mundo, el aprovechamiento de recursos y su veto a las máquinas tras la Yihad Butleriana, entre otras muchas razones, quizá nos enseñarían qué es lo que no debemos hacer. Pero a veces me invade el discurso fatalista de Thomas Ligotti, que tan bien plasmaron los guionistas de la primera temporada de True Detective con Rust Cohle, y diría que la humanidad no se merece seguir viviendo. 

– Y para cerrar, ¿qué relación se crea en Gigamesh entre los lectores de toda la vida y los que llegan por primera vez a la librería? 

Una de las cosas con las que más disfrutamos en la nueva librería es cuando llega un amante del género fantástico por primera vez y le explicamos que en la pared izquierda, con sus veintisiete estantes, puede encontrar todas las publicaciones de fantasía, ciencia ficción y terror por orden cronológico de fundación de la editorial. Por eso la llamamos «El Túnel del Tiempo».

NOVEDADES

DE LA SEMANA



En «Panorama de narrativas» publicamos Manía, de Lionel Shriver, que vuelve a la carga con una distopía divertidísima, mordaz y aterradoramente verosímil, de la que se ha dicho que es la mejor tragicomedia política de nuestros tiempos. La traducción es de Daniel Najmías. 

«Narrativas hispánicas» nos trae el volumen Cuentos autobiográficos de Álvaro Pombo –ganador del Premio Cervantes 2024–, unas memorias colmadas, en sus propias palabras, de «detalles significativamente insignificantes» que revelan, con su loada prosa puntillista y psicológica, la compleja identidad de quien siempre ha huido de toda etiqueta.

Además, ya están disponibles los audiolibros de El emperador de Alegría de Ocean Vuong, traducido por Daniel Saldaña París y narrado por Iván Priego; Matate, amor de Ariana Harwicz, narrado por Mara Brenner; y Una historia sencilla de Leila Guerriero, narrado por Natalia Pupato.


FUERA

DE PAGINA




Los nombres de mi padre: detrás de las cámaras

«Una novela es el resultado de la negociación entre lo que quieres escribir y lo que puedes escribir.» Compartimos un texto de Daniel Saldaña París, en el que nos cuenta el proceso de escritura de su última novela, Los nombres de mi padre. 



Emmanuel Carrère y Laurent Mauvignier, ganadores de los premios literarios franceses más prestigiosos

Aún seguimos de celebración. La semana pasada, Emmanuel Carrère recibió el Premio Médicis por su nueva novela Koljós, que publicaremos en febrero: un libro total en el que confluyen la historia de una familia y la de los siglos XX y XXI. Por su parte, Laurent Mauvignier, autor de Historias de la noche, entre otros, ha sido galardonado con el Premio Goncourt por La maison vide, que también publicaremos en Anagrama próximamente. ¡Enhorabuena a ambos!







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