Nos
sorprende de nuevo el festival de poesía de Medellín, no solo por la calidad de
los invitados, sino por la constancia en sus convocatorias y por una
organización cercana a la perfección que nos permite escuchar a más de 1000
poetas de todo el mundo, conocer su obra y trayectoria y por
supuesto redimir la poesía en medio de lecturas públicas en donde se decanta la
otra ciudad, que nos permiten tener alguna esperanza en medio de los trágicos sucesos
diarios a los que nos hemos acostumbrado de manera inexplicable.
De
julio 6 al 23 estaremos en medio de las mieles de este gran suceso para la
literatura y los amantes de la poesía.
Entre
el grupo extenso de invitados está Krystyna Rodowska, de Ucrania, a ella entre otros se
suman entre otros, Thiago de Mello (Brasil), Lorna Shaughnessy (Irlanda), Les Wicks
(Australia), Aitana Alberti (argentino-española), Werewere-Liking (Camerún),
Jidi Majia (China), Valentin Tszin (Rusia), Gabriel Okoundji (Congo), Morela
Maneiro (Venezuela), Jan Erik Vold (Noruega), Juan Manuel Roca (Colombia).
Jairo
Guzmán, directivo del festival, escribió un artículo en el portal del mismo,
que me parece pertinente traer, pues lo define en toda su esencia:
23°
FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE MEDELLÍN
EN EL CORAZÓN DE LA UTOPÍA
EN EL CORAZÓN DE LA UTOPÍA
El
Festival Internacional de Poesía de Medellín, a veintidós años de su fundación
en 1991 y próximos a realizar su vigésima tercera versión del 6 al 13 de julio
de 2013, estando ligado a la historia de la poesía tanto local, como nacional y
mundial, su vena poética desciende de la cadena volcánica de los mitos congregacionales
y ritos solares de la antigüedad, asumiendo la experiencia de los grandes
poetas visionarios que propagaron “la energía dislocante de la poesía”,
inspirado en las principales vanguardias poéticas y en el rayo visionario de
los grandes utopistas, cuyas obras y experiencias han sido el fundamento
de la capacidad de resistencia, crecimiento espiritual y actitud crítica ante
un mundo que se perpetúa a fuerza del terror de la barbarie, fase de la
cual todavía no hemos salido.
La
acción poética que despliega el Festival Internacional de Poesía de Medellín,
se fundamenta como una acción de la utopía anticipatoria, punta de lanza del
movimiento poético mundial, que pretende recuperar los espacios de la comunidad
para una práctica que nos reafirma en el reencuentro, mediante la palabra
poética, para una práctica de la paz por la congregación celebradora de la vida
y la coexistencia que posibilita la poesía.
El
lugar de la utopía es el ámbito de influencia de todas las acciones que se
realizan para cambiar la vida, ahora que la humanidad está reducida a
sobrevivir, a no dejarse eliminar por los coletazos del monstruo
hipercapitalista. En esa perspectiva, las acciones poéticas que desplegará el
23 Festival Internacional de Poesía de Medellín, del 6 al 13 de julio próximos,
son parte de la pulsión utópica de contribuir a los cambios culturales y
espirituales que se requieren para la construcción de una sociedad más
participativa e incluyente; condiciones esenciales para el advenimiento de una
paz sólida, fortalecida por un auténtico sentido de la justicia social tan
necesario en el momento actual.
El
lugar de la utopía es esa tierra incógnita, que aflora a la visión poética
cargada de las revelaciones y claves de su florecimiento. El lugar de la utopía
es ese topos que nos reúne para construir un mundo posible, mejor que el
actual.
El
habla del mito es el lugar del gozo supremo (eutopos) transformado en mundo por
vivir (outopos), en no lugar porque solo está en la percepción instantánea,
efímera del relámpago de la imaginación y anhelo por realizar. Es lo que se nos
escapa, pero que está allí, esperándonos. Requiere que salgamos a ese claro
desde donde se divise su sol en nacimiento.
La
utopía es ese lugar al que se accede después de voltear la página de esta
historia de terror que erigió una casta minoritaria que pasa rampante por el
mundo, flotando en burbujas de oro, al costo de conducirlo todo al desastre, a
expensas del genocidio por inanición de mil millones de seres humanos, a
expensas de la muerte de los océanos, de las especies vegetales, animales y de
la devastación de la tierra. Las acciones utópicas concurrentes son un
entramado que materializa un mundo soñado como práctica de anticipación.
Utopía
es la edad dorada del mito proyectada en la pantalla del CINEMA FUTURO. Otros
dirán que es una mutación del mito. Pero preferimos a la utopía como un mito
mutante. Un mito que transforma, que guía acciones específicas destinadas a
erradicar los tiempos sombríos, que son tiempos aciagos para el gran número
pero tiempos de opulencia para algunas minorías por el superavit que
produce la globalización de la pobreza, la convulsión social y el caos
justificada con la globalización de los derechos humanos caricaturizados
en el circo de una noción de multiculturalidad que sólo es fachada de un
simulacro para la libre explotación de los recursos del planeta, controlada por
un sistema multipolar de monitoreo económico y social.
En
la dimensión utópica de la resistencia, ante los sofismas de la globalización
de la servidumbre neoliberal, las acciones poéticas como el 23 Festival
Internacional de Poesía de Medellín plantean una noción de interculturalidad
basados en la simbiosis de voces, etnias, identidades y lenguas que concurren
como representantes de la memoria e identidad cultural de comunidades
planetarias de los cinco continentes. Esta acción deja una huella social, tanto
local como global, de transculturalidad que construye paz y crecimiento humano.
La
utopía es la que está a punto de perder la esperanza en los
desesperanzados de la tierra. La utopía está cansada de esperar a que los no
soñadores adquieran el vuelo necesario para elevarse al nivel de los grandes
cambios. La utopía está a punto de marcharse bien lejos de este no lugar, limbo
o encrucijada del mundo actual, que no parece mundo sino el no lugar espectral
de las estadísticas.
El
lugar de la utopía es un no lugar solamente porque no es el mundo actual ni
está a la vuelta de la esquina. Está a la vuelta de página de nuestra
fantasmagoría neoliberal y usurera.
El
lugar de la utopía es la tierra liberada de sus propietarios. El lugar de la
utopía es el espacio que crean las prácticas de anticipación de un mundo sin
gobernantes, de seres neo-humanos que superaron la tragedia de una especie
precaria ante sus propios retos, cuya puesta en escena fracasó con el fraude de
la razón instrumental y terminó en el falseado rito de inmolación y amenaza de
lo viviente que es el modo de producción actual.
Atravesamos
un tiempo fantasmagórico que ve realizarse la utopía perversa del cyborg-humano
cuya biología está potenciada con implantes cibernéticos, instaurando
conexiones más potentes en la fisiología interna del cuerpo. O la biología del
ciudadano promedio, potenciada por extensiones como los computadores y aparatos
de telecomunicaciones. Somos sujetos activos y extensiones de la cyborg-cultura
global, la era del cyborg-policía universal como una de las tantas formas que
adquiere el minotauro en el laberinto de esta fase tardía de la barbarie que
controla la especie desde ojos satelitales en conexión con un super-ojo
terrestre que nos observa desde el no lugar del control multipolar.
Atravesamos
la era borrascosa del hiper-control digitalizado, ligado a la globalización de
la miseria: anti-utopía al servicio de la realización de una utopía falsificada
por el oropel de un paraíso basado en la religión de la “calidad de vida”
asociada al espejismo que produce el fetichismo de la mercancía, acoplado al
modelo humano que propone un paraíso deslactosado, hecho a la medida de la
devastación.
El
ejercicio de la utopía es una poética de acciones individuales y colectivas
que, entrelazadas, configuran una gran fuerza actuante y transformadora. Además
de ser un entramado de resistencia social, es un entramado de creatividad y
alta poesía, preparando el terreno de la zona liberada, del no lugar glorioso
que será factible ante el advenimiento de un mundo situado en un más acá,
pero fuera de este nudo ciego de la contingencia actual.
En
esta perspectiva, el 23 Festival Internacional de Poesía de Medellín
intervendrá 140 escenarios de la ciudad, municipios de su área metropolitana,
algunos municipios de Antioquia y algunas ciudades de Colombia con el
despliegue de recitales de poesía a cargo de 70 poetas procedentes de 45 países
de los cinco continentes, cumpliendo con el rito solar de convocar a la
comunidad local y global para juntos dejar la huella simbólica y social del
cambio, mediante una renovada actitud ante los retos de un tiempo conflictivo y
conjetural que reclama la coexistencia que genera paz para el crecimiento
humano.
La
poesía es la voz de la utopía.
Publicado en mayo 23 de 2013.
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