Ayer estuve en la boda de mi amigo Yeison con mi hija Isabella. Desde que llegue a
la iglesia supe que todo estaba organizado por él y Lina con la infinita
paciencia de un relojero, con la puesta e intensa mirada en el detalle, como
ingeniero sabe que el éxito depende del cuidado que se le ponga a las pequeñas
cosas. La iglesia está ubicada en una zona llamada San Juan De Tasajero, en el
municipio de Copacabana muy cerca de Medellín. Esta iglesia data de 1530,
cuando uno llega al sitio siente la historia, el peso de los años enclavados en
sus paredes, recordándonos que somos un país joven y que aún los estertores de
la conquista trastocan nuestra realidad. Decorada con la sencillez típica de Yeison
y con ese sentido de la belleza natural
y sin arabescos que delata a Lina, parecía un cuadro primitivista de la Francia del siglo XIX. Yeison es un muchacho de la Unión Antioquía,
formado en la cultura de provincia de los hombres Antioqueños de pura cepa, aquellos
que han venido desapareciendo gracias a la avasallante catapulta de la
globalización que ha arrasado con nuestras costumbres en una estandarización
perversa. Camina firme, golpeando la tierra, queriéndonos
decir, aquí estoy, es sencillo, honesto y con
ambiciones imparables que responden a un sentido de superación constante, con una ética a toda prueba, su naturaleza es extraña en una época de tanto arribismo, facultades que le han permitido sobreponerse a los obstáculos variopintos de la vida e ir ganando batallas, como subiendo escalones. Desde que comenzó a preparar
esta boda lo vimos cambiado, más concentrado, sus ojos brillaban con la angustia
propia que generan estos eventos que sobrepasan las rutinas del día a día.
Este amigo es de decisiones, muy pocas veces le he visto echarse para atrás
cuando las asume. Pocas personas conocen de sus sacrificios, los recuerda con mucho orgullo, el traslado a
estudiar a Medellín que no fue fácil, los sorteos que enfrentó para entrar a la universidad, lo intricado que fue terminar la carrera de minas y el esfuerzo que ha
implicado la creación de su empresa de consultoría con su amigo del alma Rodrigo. Yeison nunca pierde la
alegría por grave que sean los problemas. No se acelera, analiza y crea salidas
siempre mirando a la cruda realidad, tiene una frase que lo define cuando se enfrenta a dificultades: " Eso no son problemas". En la vida hay sucesos y hechos que nos
marcan para siempre. Cuando conocí su pareja, Lina, supe que estaba profundamente enamorado, producto de esa sabiduría de brujo que me han dado los años, no dude que estaba frente a la mujer de sus sueños y que posiblemente
muy pronto terminaría casado. Lina es todo lo que ama Yeisón en términos de
pareja: Bonita, conservadora, ordenada, demasiado responsable, casi psico-rigida, leal de sobremanera y con una altivez
extraña, sutil, virtudes que le dan una dignidad natural y diferente al lugar común, con
un halo de reserva ficcional, nunca sabemos lo que está pensando, tiene una
cuota de misterio que la hace aún más bella. La boda fue una fotografía social
del mundo de mi amigo. Una familia típica de nuestros pueblos, un padre, lleno de salud, altivo, el doble de
su hijo, mejor dicho, igual, cuando lo vi sabía cómo sería Yeison dentro de
unos años. Una madre orgullosa, siempre de la mano de la abuela, cada una con
ojos exaltados, este muchacho lo crié yo, parecía afirmar en silencio y unos
hermanos enamorados de su linaje y de su par. Lo mismo en el caso de la
novia: Familia, amigas y compañeras de la universidad. Recordé los relatos y
las descripciones de Tomas Carrasquilla, de esos cuadros literarios de Mejía
Vallejo en la casa de las dos palmas que matizan y describen la familia
antioqueña de manera magistral. También estaban los amigos entrañables de la
niñez, seres que están ahí para siempre y sus
amigos de la facultad de minas con los que se graduó. Sin protocolos ni formalismos exacerbados la
ceremonia católica empezó con esa magia que tiene las congregaciones de este
tipo. Una novia hermosa con un vestido blanco, sencillo, estilo romántico y vintage, elaborado en tul y
apliques de encaje en parte superior y en falda, largo y con cola, espalda con transparencia, que
dejó ver un tatuaje delicado y cargado de mensajes en un minimalismo
perfecto. Sin ser un católico, entiendo que la boda católica está cargada de
simbolismos y protocolos hermosos, música, sensibilidad al máximo, discursos
llenos de trascendencia y sentido religioso y la extraña sensación de que el
amor es eterno y que somos el uno para el otro. Esto le encanta a mi amigo. Si
no puedes alcanzar a Dios te lo inventas. Todos salimos de la boda con la
sensibilidad en su máxima expresión. En la historia de los simbolismos, es un
hecho que estos protocolos cumplen, más como en este caso, el discurso del
padre fue de la más exacerbada ortodoxia y machismo ancestral, se le perdonará.
Después nos trasladamos a un estadero. Como todo lo que está
en manos del señor Yeison, preparado con el orden que le enseñó el álgebra
lineal y con la belleza que recogió de sus años en el conservatorio de música. Belleza,
arte y orden en un solo evento. Ahí está mi amigo como un todo, como el mejor de los pintores, este acto lo reflejó en su esencia, hecho que será trascendental
para su vida, afincó todo su futuro emocional, lo sustentó con las reservas
morales que creció y fundamentó su existencia, la puesta
en escena de valores que definitivamente ama entrañablemente. Nunca se me
olvidará este tres de noviembre. La vida está llena de pequeños Hitos, este fue
uno para mí, indudablemente y por su puesto para Yeison.
No hay comentarios:
Publicar un comentario