Mañana se gradúa mi hijo Santiago como ingeniero civil, título que otorga la universidad de Antioquia de Medellín. Es cierto esta sentencia, en ocasiones, los resultados tienden a olvidar los procesos. Mi hijo nació un 23 de diciembre, del último año del siglo veinte en el hospital general de Manizales, en un parto muy complicado para su madre Ana Isabel. Desde muy pequeño sus ojos vivaces denotaban un ser curioso, de pocas palabras, contundente cuando habla y absolutamente sincero consigo mismo y con la vida. Los recuerdos se agolpan en este momento, como un bálsamo en la vida. Su hermana mayor Mariana, en pleno prejardín, etapa escolar sublime, lo llevaba muy a pesar de su edad, se llamaba experiencias si mal no recuerdo, lo tomaba de la mano, eran dos seres pequeños caminando por un parque inmenso, en medio de un verde intenso. A lo lejos, parecían una postal suiza, un paraíso de belleza descomunal. El jardín estaba muy cercano a nuestra casa en el barrio Palermo, lo hacía muy temprano, con un cuidado y amor que no correspondía a su edad, perfectamente acicalado, como si fuera un funcionario público. En Villamaría Caldas, muy pequeño, a temprana edad, tuvo un grupo de amigos, con los que jugaba fútbol y compartía todo el día. Desde aquellas épocas fue amigo de la calle y fiel a su entorno, tenía dos mundos que no mezclaba, el de la calle y su casa, los manejaba como un relojero, con un cuidado para no unirlos, con mucha inteligencia y así lo hace hasta el día de hoy.
Medellín es su amor, donde creció, se hizo, formo, hasta legar a lo que es el día de hoy. Llegamos primero al barrio Calazans, estaba muy pequeño. Cerca de la casa terminó el prejardin y en poco tiempo empezó el ciclo escolar en el colegio Ferrini del barrio Robledo. Esta etapa de la vida es el principio de una formación escolar aparentemente llevada sin mayores tensiones, relajado, como suele decir, donde encontró formación Academica, que supo mezclar con inteligencia, pues siempre se crio en una casa llena de libros y mucha atmosfera intelectual. Creo que fue fundamental para él. Después vivimos en los colores, un barrio de clase media, en un conjunto con el mismo nombre. Allí le conocí los primeros parseros del alma, con los que hiló verdaderas amistades, complicidades. De esa época recuerdo un conflicto que nació por una pistola de agua. Le disparo torrentes de agua a un niño y de pronto se vio perseguido por un padre enfurecido, con una piedra descomunal, queriéndolo literalmente matar. Está anécdota, nunca se nos olvida, por la torpeza del padre y por la sorpresa de mi hijo. Después pasamos a otro conjunto, llamado "Estadio norte", que termino por entregarme un adolescente, con mucho carácter, formado en su totalidad, alejado de conflictos y con amigos que aún conserva entrañablemente. En esa época visitábamos la liga de ajedrez y la de natación. Santiago fue un ajedrecista precoz e inteligente. Dejó ese deporte con beneplácito mío, pues en Bogota ví muchos amigos que cuadricularon su vida y no pudieron ver más allá del tablero. A partir de esa fecha tuvimos muchos trasteos, las vicisitudes fueron variopintas, crisis, momentos felices, días pausados y mucha familia. Su madre Ana Isabel fue lo mejor que le pudo pasar a Santiago. Le enseñó el sentido de responsabilidad, de honradez y una ética sin cortapisas. Valores siempre acompañados de mucha ternura y amor. Lo ha querido mucho su abuela Ana Emilia, lo quiso igual su abuela Myrian que murió hace poco, su tía Nayibe, sus primas Luz y Pato, su tío Jorge Hernan. Nunca le ha hecho falta la mirada atenta de estas personas. Santiago es agudo, inteligente y excelente amigo. A qué hora se convirtió en el Matemático descomunal que es, difícil de acertar. Creó y ´por referencia suya, en las propias dificultades que le dio la materia. A ellas se enfrento con todo el arsenal que su inteligencia le aporto y termino, como en las intrincadas ecuaciones, teniendo un final feliz.
Pasó con creces a la universidad. Siempre fue excelente alumno y desde el cuarto semestre, gracias a la beca o la matricula cero, sacó la carrera adelante. Como hijo Santí es lo mejor. No juzga, dice lo que piensa sin anestesia. En medio del aparente desorden, lleva un orden tácito, está siempre pendiente de mí y me valora a pesar de los consejos por que se aleje, atiende más mis virtudes que mis defectos, que son muchos y nunca me ha recibido mal: Cómo este cucho, dice. Tiene un amor inconmensurable por sus hermanas Mariana e Isabel y sobre decir que se llevan muy bien.
El peor momento que vivió fue la muerte de su madre muy joven. Aún recuerdo que, ante el hecho, ingresó al baño, abrió la ducha y se bañó entre gritos, tratando de entender lo inentendible.
Siento mucho orgullo, de tener un hijo como él. Y, sólo espero que sea feliz, en un mundo absolutamente egoísta y lleno de competencias avasallantes y cargado de metas infinitas, locas, solo vale ganar por encima de los demás, no importa como. Se nos olvidó hacer la pausa, sonreír y sobre todo no somos conscientes que la vida solo es una. Buena mar hijo…eres capaz de lograr lo que deseas, de eso estoy seguro y no olvide su madre siempre está a tu lado, siempre.
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