lunes, 13 de enero de 2025

QUERIDAS LECTORAS QUERIDOS LECTORES (ANAGRAMA 10 DE ENERO 2025)

 

Con el año nuevo llegan las listas de sueños irrealizables, los intentos de cambio de vida, los balances de todo lo que no funcionó y los recuerdos, breves historias en las que fuimos felices. Las inflexiones (aniversarios, finales, celebraciones) nos empujan a preguntarnos acerca del lugar donde estamos, los lugares que hemos dejado atrás y aquellos en los que nos gustaría vivir.


Son estos momentos los que nos invitan a narrarnos, a interpretar nuestra historia personal y dotarla de vida. En este sentido, el filósofo y antropólogo Paul Ricoer escribía, en su libro Tiempo y narración, que si podemos entender el tiempo es gracias a las narrativas que generamos, con sus inicios y sus finales. Se trata, en el fondo, de una cuestión abierta sobre cómo habitar la vida. Y es esto lo que afirma la filósofa francesa Claire Marín ya en el mismo título de su ensayo, Estar en su lugar. Habitar la vida, habitar el cuerpo, donde se pregunta por los lugares que ocupamos. ¿Por qué nos quedamos en los sitios? ¿Quiénes son los que osan marcharse? ¿Cómo nos abrimos camino? ¿Cuál es nuestro lugar en la familia? ¿Existe un «verdadero sitio» donde estar? Son dudas que todo el mundo se ha formulado alguna vez en la vida, y Marín las recupera, las mezcla y las ordena a través de un libro que se alza como una poética del espacio, tanto el físico como el simbólico.


Estar en su lugar también se pregunta por el sitio que ocupamos en estas listas: fiestas a las que deseamos ir, grupos de WhatsApp en los que no queremos estar… ¿Qué dice todo eso de nosotros? Las listas, apunta Marin, son formas de ordenar la realidad que tratan de negar la posibilidad de lo imprevisto: el orden se impone, la clasificación jerarquiza, y la misma lista deja un afuera que, por no ser dicho, no existe. «Figurar en una lista, formar parte de una serie, es ser remplazable. Y es también plegarse a un orden. ¿En qué lugar de la lista has quedado? ¿Eres la primera o la última? ¿En qué lista hay que ser el primero? ¿Cuándo es preferible ser el último?»


Cesare Pavese escribió: «Nada es más inhabitable que los lugares en los que fuimos felices». Aun así vivimos perseguidos por esos espacios, por el recuerdo de las personas que amamos y con las que construimos un hogar, por los intentos de refugiarnos de la intemperie, por las aventuras con las que decidimos despojarnos de un espacio exclusivo y de un sitio fijo. Vivimos acompañados de una lista de estas nostalgias. Pensar sobre todo esto, nos demuestra Marín, es también pensar sobre la identidad, sobre quiénes somos y qué queremos: «Nuestro espacio está dentro. Lo transportamos interiormente».

PILDORAS

La condena al desorden

Marie Kondo se hizo famosa en todo el mundo en 2014, con la traducción inglesa de su libro La magia del orden. Desde Japón, proponía una metodología para ordenar los objetos de casa y la ropa, reduciendo nuestras posesiones al máximo para conseguir vivir con lo mínimo, solo con los elementos que «despertaran alegría». La purificación del hogar implicaba el inicio de una purificación personal. Empezó entonces una fiebre global por ordenar, controlar y reducir. Lo que nadie esperaba es que diez años después Marie Kondo se declararía hereje de su propia religión: «Mi casa está desordenada. Mi forma de pensar ha cambiado», sentenció en una entrevista. Claire Marin tiene una explicación: «¿Por qué me cuesta tanto ordenar? Tal vez sea porque, contrariamente a lo que damos por hecho, cada cosa tiene varios lugares posibles y no uno definitivo. En mi casa las cosas se desperdigan, no pueden estarse quietas, son como criaturas revoltosas. Y no siempre hay un lugar evidente para cada una».

                                Foto del estudio de Jorge Herralde

No tener un lugar

La cineasta Agnès Varda ganó el León de Oro del Festival de Cine de Venecia de 1985 con la película Sin techo ni ley, en la que Mona Bergeron, una joven vagabunda interpretada por Sandrine Bonnaire, vive sin rumbo fijo, divagando por el mundo. Mona se presenta a veces peligrosa, otras valiente, otras libre y otras irresponsable. La película no moraliza en ningún momento sobre el sentido de su vida. Con una estructura no lineal y un estilo documental, Varda explora, como hizo en tantísimas otras de sus obras, los márgenes sociales: ¿qué ocurre con aquellos que no tienen un lugar fijo donde vivir? También se lo pregunta Marin: «¿Qué supone verse relegado a un lugar inadecuado o a un espacio marginal, ya sea real o simbólico? ¿Qué personas se ven obligadas a menguar y pasar desapercibidas?».




Desafiar el espacio, desafiar la norma

El inclasificable Bob Pop se ha alzado como uno de los iconos del activismo anticapacitista. Con humor ácido e inteligencia demuestra, desde su silla de ruedas eléctrica, que vivimos en un mundo que delimita los espacios e imposibilita los accesos, físicos y simbólicos, de muchísima gente. En una entrevista reciente, afirmaba: «Yo no soy nada punky, pero el sistema es tan conservador que parezco punky». Claire Marin expone cómo «es la sociedad la que produce la invalidez con representaciones y con los espacios excluyentes que planifica». Obras como la de la filósofa Anne-Lyse Chabert, que aparece citada en el ensayo de Marin, y como la del mismo Bob Pop nos lo demuestran: los espacios son políticos.



¿Existe un lugar neutro?

La última película del director Wim Wenders, Perfect Days, sigue la vida cotidiana, aparentemente liviana y poco interesante, de un trabajador de limpieza de los baños públicos de Tokio. Como espectadores, asistimos a la construcción de una biografía mientras no ocurre nada: todo lo que pasa cuando la vida pasa. Si descubrimos algo, a lo largo de la historia, es que todos esos espacios neutros, no-lugares donde nadie deja rastro, son, en realidad, contenedores de vida. En cada baño de Tokio se esconde una historia particular y secreta. Una historia íntima inmensa y global. Y con todas esas historias el protagonista vive una vida, la suya. «Los espacios públicos, las zonas comunes o compartidas no son neutros», afirma Marin. Y descubrimos así que, si los espacios son políticos, también son emocionales. Afectivos.


La dimensión de los lugares transitados

Pensar el sujeto y la dimensión social a través de los lugares que uno transita no es algo nuevo. Georges Perec escribió esa gran novela que, con la disección exhaustiva de un bloque de pisos, puerta por puerta, creaba una pequeña historia universal. Se titulaba La vida instrucciones de uso y ya planteaba el espacio como un contenedor de vida. Annie Ernaux escribió sobre los hogares, las calles, los supermercados, los cafés, las aulas… como reflejos de la clase social y de su propia biografía, de su historia de desclasamiento. De hecho, tanto Perec como Ernaux son algunos de los referentes literarios de los que Marin se sirve para configurar los breves capítulos que configuran su ensayo. También aparecen Montaigne, Deleuze, Foucault y Derrida, entre muchos otros.




miércoles, 1 de enero de 2025

QUÉ ES LITERATURA

Esta pregunta se puede responder de muchas maneras, todas las respuestas atienden a resolver un problema estético de suma importancia para la humanidad, desde la aparición del Homos Sapiens. En principio podría acudir a las definiciones más simples, pero fundamentalmente, muy claras: La literatura es una de las bellas artes y una de las más antiguas formas de expresión artística, caracterizada, según el Diccionario de la Real Academia Española, por la “expresión verbal”. De esta forma, es aquel arte que alcanza sus fines estéticos mediante la palabra, que puede ser oral, pero es mayormente escrita.

Terry Eagleton en el texto "Que es la literatura" Expresa: "Podría definírsela, por ejemplo, como obra de "imaginación", en el sentido de ficción, de escribir sobre algo que no es literalmente real. Pero bastaría un instante de reflexión sobre lo que comúnmente se incluye bajo el rubro de literatura para entrever que no va por ahí la cosa". la literatura puede ser vista como un viaje interior. La escritora Virginia Woolf, en obras como "La señora Dalloway", explora la subjetividad y la percepción del tiempo. Woolf utiliza el flujo de la conciencia para sumergir al lector en la mente de sus personajes, revelando sus pensamientos más íntimos y sus luchas internas. Para Woolf, la literatura es una forma de explorar la complejidad de la existencia humana y la interioridad de los individuos. Para Jorge Luis Borges, la literatura es una de las formas más elevadas de expresión humana. Consideraba que a través de la literatura, el ser humano podía explorar los límites de la imaginación y la creatividad, y alcanzar una comprensión más profunda de la realidad. En su obra hay dilucidaciones varias sobre el tema: A través de estos conceptos y temas, ofrece una visión rica y compleja de la literatura y la experiencia humana. Su obra trasciende las fronteras del tiempo y el espacio, invitando a los lectores a explorar la naturaleza de su propia existencia. Borges, con su prosa ingeniosa y su profunda filosofía, continúa siendo una figura central en el canon literario, desafiando a las generaciones posteriores a reconsiderar su comprensión de la realidad, la ficción y el papel del individuo en el vasto laberinto del conocimiento. La literatura, dice, es un espejo en el que se reflejan no solo las historias, sino también las preguntas fundamentales de la humanidad.

Finalmente, la literatura puede ser vista como un viaje interior. Así lo ve Octavio Paz en su libro "Disidencias y resistencia" que hace parte de las obras completas. El poeta expresa que es la forma más simple y completa de conocer el ser humano, de definirlo, es un proceso de intromisión.

En el texto de Sartre: "Qué es la literatura" expresa que ella es como un acto de revelación y compromiso, revelación del mundo y compromiso con el lector",  cumple una función social y siempre debe buscar la trasformación social. Eagleton habla en su texto sobre que debemos apreciar como literatura buscando diferenciarla de otras experiencias estéticas y nos dice: "La literatura inglesa del siglo XVII incluye a Shakespeare, Webster, Marvell y Milton, pero también abarca los ensayos de Francis Bacon, los sermones de John Donne, la autobiografía espiritual de Bunyan y aquello -llámese como se llame-, que escribió Sir Thomas Browne. Más aún, incluso podría llegar a decirse que comprende el Leviatan de Hobbes y la Historia de la rebelión de Clarendon. A la literatura francesa del siglo XVII pertenecen, junto con Corneille y Racine, las máximas de La Rochefoucauld, las oraciones fúnebres de Bossuet, el tratado de Boilean sobre la poesía, las cartas que Madame de Sevigné dirigió a su hija, y también los escritos filosóficos de Descartes y de Pascal. En la literatura inglesa del siglo XIX por lo general quedan comprendidos Lamb (pero no Bentham), Macaulay (pero no Marx), Mili (pero no Darwin ni Herbert Spencer). El distinguir entre "hecho" y "ficción", por lo tanto, no parece encerrar muchas posibilidades en esta materia, entre otras razones (y no es ésta la de menor importancia), porque se trata de un distingo a menudo un tanto dudoso".

Está claro que el lenguaje constituye la matriz y la herramienta por excelencia de la literatura. Claro que va más allá de estos limites. Acaso no existe un teatro mudo sujeto sólo a las expresiones corporales. 

La literatura es un fenómeno multifacético que ha sido definido y reinterpretado por innumerables escritores a lo largo del tiempo. Desde ser un espejo de la vida y una forma de resistencia, hasta una exploración de la identidad y un arte de la imaginación, la literatura abarca una amplia gama de experiencias y significados. Al final, la literatura es un medio poderoso que nos conecta, nos desafía y nos invita a reflexionar sobre nuestra propia humanidad. En cada página, encontramos no solo historias, sino también preguntas sobre quiénes somos y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea. También gira en torno a preguntas fundamentales: Quienes somos?, Que Hacer?, Que esperar?. Así, la literatura se convierte en un viaje sin fin, donde cada lector puede encontrar su propio significado y su propia voz.

Frente a los imaginarios y su conexión con la realidad, la literatura nos descifra desde la ficción con los problemas esenciales, de tipo histórico. Por ejemplo para Gabriel García Márquez, el maestro del realismo mágico, En su obra "Cien años de soledad", el escritor no solo narra la historia de la familia Buendía, sino que también refleja la historia de América Latina, sus conflictos y su riqueza cultural. Para él, la literatura es un medio de resistencia contra la opresión y un vehículo para dar voz a quienes han sido silenciados. En sus palabras, "la literatura es una herramienta de liberación". La escritora estadounidense Toni Morrison, en obras como "Beloved", aborda la experiencia afroamericana y el legado de la esclavitud. Morrison sostiene que la literatura es un medio para explorar y validar las experiencias de las comunidades marginadas. "Si hay un libro que deseas leer, pero aún no se ha escrito, entonces debes escribirlo tú mismo", dice Morrison, enfatizando la importancia de dar forma a nuestra propia narrativa. El poeta chileno Pablo Neruda, en su obra "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", eleva el lenguaje a una forma de arte que captura la esencia del amor y la belleza. Para Neruda, la poesía es una forma de "hacer visible lo invisible", una manera de tocar lo que está más allá de las palabras cotidianas. La literatura, en este sentido, se convierte en un medio para expresar lo inefable.

También existen otras visiones a contra natura de estos conceptos positivistas. Bataille establece que "Gracias a la perversión que la literatura, conforme a sus propias leyes, opera en el lenguaje —que sólo nos hace humanos—, se logra instaurar en su seno una experiencia límite que alumbra una nueva realidad, revelando así que la auténtica medida del hombre es la búsqueda de lo absoluto. El carácter rebelde de la literatura, su condición demoníaca, arrojan dudas acerca de si estamos a igual distancia del bien que del mal, y parece aproximarnos de manera implacable hacia este último"

Es relevante entonces decir con firmeza, remitiéndonos a la palabra como herramienta de una expresión estética, para el caso de la literatura que, el lenguaje literario se caracteriza por ser artificial y por perseguir un fin estético, en lugar de ser natural, práctico, funcional o informativo. Esto se logra mediante el empleo de figuras retóricas, la construcción del ritmo, el uso de la rima o los cambios en la sintaxis y el sentido de las palabras. Podemos decir sin ambages, que hablamos de arte, de algo que está por encima de cualquier expresión cotidiana o de rutina, va mucho más allá y pretende ser un objeto por fuera de la expresión misma. Por ello decimos que tal obra es una bella expresión artística.

En un ensayo memorable, Milán Kundera, llamado "El arte de la novela" afirma, refiriéndose a este genero: Según él, la novela es un medio único para explorar la complejidad de la existencia humana, permitiendo profundizar en la subjetividad y la experiencia individual. Sostiene que la novela "No solo narra historias, sino que plantea interrogantes sobre la identidad, la memoria y el tiempo. A través de personajes multifacéticos, se revela la ambigüedad de la vida y la lucha del hombre por encontrar sentido. En este sentido, la novela se convierte en una forma de resistencia ante la banalidad y ofrece al lector una reflexión profunda sobre su propia condición humana".  Categoriza en este texto, la novela le ha aportado más al hombre, que la psicología o el psicoanálisis, o cualquiera de las ciencias humanas, porque es la única que lo abarca en la complejidad de su existencia, en la diatriba entre el ser interior y su entorno.

Existen verdadero tratados sobre lo que es la literatura. He citado apenas unos conceptos generales, como a priori de una historia de la literatura colombiana.