El año llega a su fin y, para despedirnos, hemos querido recuperar un texto sobre la importancia del lenguaje y la comunicación, los temas en torno a los cuales gira Las gratitudes, de Delphine de Vigan, una novela que ha regresado con fuerza gracias al boca a oreja y al entusiasmo de los lectores más jóvenes.
Quizá algunos de vosotros –los que nos seguís en esta newsletter desde hace más de dos años– ya lo habéis leído, pero como nuestra comunidad ha crecido tanto en este tiempo, nos ha apetecido recuperar este texto y darle una segunda vida, añadiendo también algunas píldoras de actualidad.
Y qué mejor ocasión que un cierre de año para agradeceros que nos leáis, semana a semana. ¡Gracias!
En la entrevista que Laura Fernández hizo a Karl Ove Knausgård, el autor noruego afirmaba: «Cuando observamos algo, confirmamos un modelo del mundo que hemos prefijado y ajustamos [la novedad observada] a él. El mundo es algo que se aprende». Necesitamos nombrar las cosas para entenderlas. De ahí que más tarde asegure que los libros que más le influenciaron en su adolescencia fueron aquellos en los que está presente la idea de la palabra como creadora de realidades.
Yoko Tawada, autora japonesa afincada en Alemania desde 1982, juega con esta idea, entre muchas otras, en El emisario, novela merecedora del National Book Award 2018. En ella, la autora plantea un futuro apocalíptico en el que ha sucedido una catástrofe medioambiental y el país ha quedado aislado del resto del mundo. Además del aislamiento físico que sufren los personajes, hay otro tipo de constricción que esconde todavía muchas más sombras: el tiempo de vida de las palabras se ha ido acortando inexorablemente, haciendo que el lenguaje quede reducido (por un lado por razones políticas –las palabras extranjeras han sido prohibidas– y, por otro, por la adaptación de ellas al nuevo medio –algunos vocablos quedan obsoletos, sin que haya otros que los sustituyan–).
¿Qué pasa con los significantes cuando las palabras desaparecen? Así lo plantea Tawada: «¿Podía seguir existiendo una pieza de ropa a pesar de que la palabra que la designaba hubiera desaparecido? ¿Se transformaba esta junto con su nombre? ¿O bien caía en el olvido?».
La pérdida de las palabras y la reducción del lenguaje constituían también el tema central de Las gratitudes, de Delphine de Vigan. En esta bella novela, la autora francesa relataba la historia de Michka, una anciana que se va apagando a medida que avanza su afasia, un trastorno del lenguaje que se origina por un daño cerebral en las áreas responsables de la producción del habla.
¿Qué pasa, entonces, cuando empezamos a perder las palabras?
A través de la experimentación lingüística (De Vigan tuvo que inventar el habla de Michka, componiendo destellos poéticos a partir de los lapsus linguae de su protagonista y dando al error un significado más fuerte que la palabra misma, como explica en esta entrevista), la autora quiere hacernos valorar la importancia de cada término, para así revelar hasta qué punto usamos el lenguaje de una forma automática. Como dice uno de los personajes del libro, «Hay que luchar. Palabra a palabra. Sin concesiones. No hay que ceder. Ni una sílaba, ni una consonante. Sin el lenguaje, ¿qué nos queda?»
Por su parte, en Austral, de Carlos Fonseca, el olvido, la memoria y el duelo se conjugan en un puzle literario que pretende poner en cuestión el concepto de «historia», quién la cuenta y cómo podrían relatarla aquellos que perdieron la voz. En ella encontramos a varios personajes que metabolizan la pérdida del lenguaje: Aliza Abravanel, por ejemplo, una escritora que, como Michka de Las gratitudes, padece de afasia; o Juvenal Suárez, el último hablante de la lengua indígena de la tribu de los Nataibo. Dos personajes obligados a vivir un idioma privado.
Carlos Fonseca explicaba en esta entrevista que le hicimos en su visita a Barcelona en 2022: «La literatura siempre ocurre donde el lenguaje se encuentra con sus límites. Eso es precisamente lo que encontramos en el caso de estos dos personajes, que se ponen en el límite donde el lenguaje arriesga a desaparecer y muestra la posibilidad de construir la literatura y construir comunidades desde allí».
Estas tres novelas, desde lugares muy diversos, convergen en la relevancia de las palabras, la importancia de la comunicación y del intercambio cultural. Al fin y al cabo, como aseguraba Hernán Díaz, autor de Fortuna, en la entrevista que hizo Elena Hevia, «No hay un afuera del lenguaje. No existe esa posibilidad para los humanos».
PILDORAS
Para estar al día
Exofonía: escribir en otros idiomas
La exofonía es la práctica de escribir en un idioma que no es la lengua materna. En algunos casos se puede hacer con un idioma adquirido desde la infancia, como le pasó a Vladimir Nabokov, que abandonó el ruso cuando emigró a Estados Unidos y se dedicó a escribir en el inglés que había aprendido de pequeño. En otros casos, se trata de usar lenguas adoptadas en la edad adulta: Agota Kristof, por ejemplo, cambió su húngaro natal por el francés cuando emigró a Suiza a los veintiún años.
En cambio, Yoko Tawada usa la exofonía de una manera muy particular: escribe tanto en japonés como en alemán para «desmantelar el concepto nacionalista de un idioma japonés “hermoso”», desligando de esta manera la lengua de una identidad nacional.
Si queréis profundizar en otros casos particulares de exofonía, no dejéis de leer este artículo que publicó Matías Bauso en Jot Down.
Érik Bullot es un cineasta y teórico francés que ha realizado, a través de sus piezas fílmicas, múltiples investigaciones sobre el lenguaje. Como se explica en una publicación que le dedicó la revista Shangrila, «Érik Bullot hace filmes mudos sonoros, en los que somos sordos y vemos el sonido y se desata la lluvia de la glosolalia, sin otro exorcismo que la fascinación por la palabra como si fuera una nube o un rabo o una piedra, por la imagen como si fuera un trazo, una caligrafía universal que refunda la Torre de Babel». En el documental La revolución del lenguaje, por ejemplo, abordaba las consecuencias que había tenido sobre la población turca la imposición de un alfabeto latino en 1928, preguntándose sobre el lugar de la palabra en los procesos de memoria colectiva.
Tráiler de Langue des oiseaux, de Érik Bullot (2022).
El vonlenska de Sigur Rós
El vonlenska o, en su traducción al inglés, hopelandic (de hope, «esperanza», y Icelandic, «islandés») es un idioma inventado por los componentes del grupo islandés de rock experimental Sigur Rós. Se trata de una jerigonza, una variante lúdica del habla en que se intercalan sílabas en medio de una palabra: «Una forma de voz incoherente que se adapta a la música y actúa como un instrumento más», como declaran. No se puede considerar una lengua, pues carece de estructura gramatical, palabras o significantes: se asemejaría a lo que en el jazz se llamó scat, la improvisación vocal de sílabas y palabras sin sentido.
Os dejamos con el vídeo de su interpretación en la BBC en 2007 de «Untitled #3 – Samskeyiti», uno de los temas que forman el álbum (), cantado íntegramente en vonlenska.
Fuera De pagina
Espíritu de divulgación, por Kiko Amat
«En el mundo en el que vivimos, en el plano real, la gente dice una cosa y piensa otra, y a menudo es completamente imposible discernir la veracidad de sus palabras.»
Ya podéis leer el primer artículo de la nueva columna de Kiko Amat en Fuera de página: una pieza sobre qué implica vivir con una incapacidad casi neurológica para ocultar la verdad. Esperamos que lo disfrutéis tanto como nosotros.
Antes de despedirnos hasta el año que viene, os invitamos a asomaros a las novedades que a abrirán los dos primeros meses de 2026. Entre ellas encontraréis las novelas de Julian Julian Barnes, Emmanuel Carrère, Claudia Durastanti, Esther García Llovet, Pol W Guasch, Alan Hollinghurst, Claudio Magris, Patricio Pron y Yoko Tawada; así como los cuentos de Soledad Puértolas; la obra reunida de Jane Bowles; los ensayos de Roger Bartra, Michel Faber, Hélène Giannecchini, Nick Hornby, Claire Marin, Óscar Martínez, César Rendueles, Joan Subirats y Brigitte Vasallo; la crónica de Leila Guerriero; y los libros de poesía de Jorie Graham y Raúl Quinto.
Os deseamos buenas fiestas y un inicio de año lleno de grandes lecturas. ¡Nos vemos en 2026!
Espíritu de divulgación, por Kiko Amat
«En el mundo en el que vivimos, en el plano real, la gente dice una cosa y piensa otra, y a menudo es completamente imposible discernir la veracidad de sus palabras.»
Ya podéis leer el primer artículo de la nueva columna de Kiko Amat en Fuera de página: una pieza sobre qué implica vivir con una incapacidad casi neurológica para ocultar la verdad. Esperamos que lo disfrutéis tanto como nosotros.
Satoko Tamura nació en 1947, murió el 19 de enero de 2020. Algunos de los libros que publicó son: Mapa profundo (1973), Otoño de Iberia (1978), Al sur (1985), Sobre los sonetos de Gabriela Mistral (1994). Traductora de García Márquez y Cortázar al japonés, ha compilado y traducido también una antología de literatura japonesa contemporánea, publicada ya al español.
Leí el texto "Por los caminos de cien años de soledad" que indaga todos los anclajes creativos de la obra de Gabriel García Márquez, no solo biográficos, sino atendiendo a los sitios que lo formaron, entrevistas a los parientes más cercanos, sus anclajes e influencias literarias, las del grupo de la cueva en Barranquilla, las que recibió en Bogotá, no solo como periodista, sino como escritor en ciernes, profesión y oficio que asumió desde muy joven de manera irrenunciable.
Está claro, Tamura era una reconocida personalidad en el mundo académico de la lengua y literatura hispanas tanto dentro como fuera de Japón, gracias a su dilatada labor divulgadora y a sus trabajos como traductora, ensayista y poeta. Su tesis doctoral fue sobre Gabriela Mistral, tradujo a Borges y fue miembro de la Academia Chilena de la Lengua.
Nacida en Wakayama (centro de Japón) en 1947, Tamura estudió Literatura Hispanoamericana en la Universidad Nacional Autónoma de México y Teoría de Expresión Poética en la Universidad Complutense de Madrid.
En su currículum también figuran reconocimientos obtenidos en Japón como el Premio de Poesía Contemporánea, el Premio de Tierra (Poesía Lírica), el Premio de Traducción, el Premio de Cultura y el Premio Latinoamericano.
Su labor también ha sido reconocida fuera de Japón con galardones como el Premio del Centenario "Azul- Rubén Darío" (Chile), el Premio Pablo Neruda con el motivo del Centenario de Natalicio por el Presidencial de Chile (Chile) y el Gran Premio Internacional de Poesía (Rumanía).
El acercamiento a "Cien años de soledad" es un excelente ensayo que recurre a su relación de cuarenta años como traductora, a un trabajo de investigación riguroso y serio, donde no solo se acercó al mundo de Gabriel García Márquez, sino a su geografía, influencias literarias, trayectoria y los principales referencias no solo de la novela sino de toda la obra.
El capitulo sobre el rio magdalena y la Mojana es una muestra de lo minucioso de su investigación, igual ocurre con la entrañable Barranquilla tan importante para descifrar una obra cargada de claves biográficas y literarias.
Está obra se encuentra en la biblioteca EPM de Medellín y la Luis Ángel Arango de Bogotá. Esta autora murió hace un años y estuvo en el festival de poesía de Medellín. Les dejo uno de sus poemas:
Borges con maquillaje
Sin duda es él. Lo encontré donde esperaba: en un bar del arrabal, bajo los bulbos azulejos del gas pelando una naranja la fruta pelada es una esfera de cristal y en sus manos huele a rosa misma.
Contra la pared rosada del local donde está encajado, los espejos por doquier, su gigantesca cabeza se apoya: los pelos cepillados, molidos por el tiempo y los ojos estropeados. Se ponen dos espejos de uno y otro de un ojo abierto justo desde que nace un cosmos de nuevas miradas como los tactos del universo de los ojos multiplicados que reflejan la cara del viejo.
Una bella mujer maquilla a aquel que cierra los párpados en éxtasis. La virtuosa esposa con blusa negra de seda o alguna tanguista en el lupanar. Ella extrae las espinas mortales de su cara, le pone los polvos de transparencia en la cara total y resalta la vida en las mejillas y los párpados en cada pincelada.
Él tantea el suelo con tres patas, plácidamente éste bulle como un bandoneón ejecutado por un borracho. Entonces se pone un lente y ve la esfera llena de fulgor amarillento. Él se fija en ella y lee su suerte escondida en los dibujos rayados del tigre como un adivino Maya.
En la pampa se abre el horizonte con el extraviado sonido del organito roto que trajeron los marineros. Allí llega el pueblo con la esperanza y muere crucificado en la nostalgia de la patria. El pueblo abandonado doblemente por la patria y la tierra nueva sin tejer ni un pedazo del sueño, vaga por el laberinto del gran tiempo y se encuentra con su rostro verdadero y eterno un momento antes de su muerte.
El poeta ha descubierto la suerte; su rostro era el rostro mismo de la madre.
"¡Mamá, mamá, en su origen mi verdadera existencia es sólo la mitad de mi mismo el resto es tuyo! Tú vives en mí mientras que yo me maquillo." *
El poeta pide al camarero una bolsa de cocina para guardar la naranja con cáscara. Nunca entiende la gente del suburbio por qué guarda él tan cuidadosamente esa fruta vulgar.
* La idea de esta parte tomada de la película Psycho de Alfred Hitchcock
El 19 de julio de 1953, el arquitecto Aldo van Eyck, conocido por crear los parques infantiles más populares del mundo, escuchó por primera vez la palabra «umbral» en el IX Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, en Aix-en-Provence. «El flechazo llegó al ver unas fotografías de críos jugando frente a sus casas en un barrio al este de Londres tomadas por los arquitectos Alison y Peter Smithson, expuestas en la charla del matrimonio a propósito de un proyecto de rehabilitación de un barrio con casas jardín», así lo describe Noelia Ramírez en Nadie me esperaba aquí y añade que lo más fascinante para Van Eyck fue ver cómo los espacios deshacían la polaridad entre lo individual y lo colectivo. Esa idea se encontró con las propuestas del nuevo brutalismo, el movimiento que estaban fundando Alison y Peter Smithson, influidos a su vez por Le Corbusier y Mies van der Rohe. Para los Smithson, la arquitectura era «el resultado directo de un modo de vida, una afinidad entre la construcción y el ser humano».
Aunque Van Eyck ya había diseñado treinta espacios urbanos de juego infantil, la idea del umbral le ofrecía la posibilidad de incorporar en su arquitectura una nueva conciencia, idea que materializó en el orfanato municipal de Ámsterdam, donde creó una ciudad ideal en un microcosmos para ciento cincuenta niños. El edificio parece una ciudadela o un laberinto, compuesto por muchos espacios interiores y exteriores interconectados en un orden complejo que acaba por fundirlos unos en otros, de forma casi imperceptible. Van Eyck desarmó la frontera entre el edificio y la ciudad, convencido de que lo privado y lo colectivo están estrechamente vinculados. En otras palabras: creó la arquitectura del umbral o, como afirma Ramírez, «se atrevió a definir una nueva conciencia de lo que queda en medio».
La periodista Noelia Ramírez convierte el descubrimiento de Van Eyck en una suerte de poética y se sirve de la metáfora del umbral para escribir su ensayo Nadie me esperaba aquí, en el que reflexiona sobre la reconciliación con nuestros orígenes y el privilegio. Proveniente de una familia andaluza que se instaló en Cataluña en busca de mejores oportunidades, pone de manifiesto cómo ha tenido que disfrazar sus raíces y su propia identidad para ganar capital social y cómo es esta la única manera en la que las voces de la periferia logran acceder al centro del discurso cultural. En ese orfanato que funciona como un umbral, ve la posibilidad de dar un significado a un espacio sin definir.
¿Cómo habitar la categoría sin categoría, ese espacio que no es ningún espacio? El de ser «casi catalana», «casi charnega», «casi pija», «casi choni», «casi víctima», «casi vengadora», «casi madre», «casi escritora»; ese «casi» en el que la categoría nunca es completa y reconocible para los demás. Nadie me esperaba aquí crea, con palabras, ese nuevo espacio que Van Eyck concibió a través de la arquitectura: ¿funciona el texto como refugio para las personas que no lo tienen en su familia, identidad, trabajo o clase?.
Ramírez, que proviene de la Barcelona de extrarradio, que viene «de pobre» y ha conseguido «infiltrarse» en espacios en los que nadie lo esperaba, mira a Van Eyck como una posibilidad, una esperanza y una promesa. ¿Se puede crear una simbiosis armónica entre la idea del afuera y del adentro?.
PILDORAS
PARA ESTYAR AL DÍA
El amor de una madre
Ramírez está convencida de que fue la madre de Van Eyck, Nelly Estelle Benjamins, quien le transmitió esa emoción por el umbral: una mujer de origen judío y latino que se había criado en Surinam y que apuntó a su hijo a una escuela antiautoritaria. El amor de la madre es fundamental, porque es un amor que enseña. En Nadie me esperaba aquí, la enfermedad y la pérdida de su madre son una prueba más de que las despedidas, también hoy en día, se alcanzan mediante el estatus y el dinero. Sin ellos, «no hay madre mágica posible», sino un largo pasillo hacia la muerte que demuestra que «despedirse, en la sociedad capitalista, también es una cuestión de clase y entorno».
Julianne Moore y Tilda Swinton en La habitación de al lado, dirigida por Pedro Almodóvar, que gira en torno al tema de la eutanasia (2024).
La obra de una madre
En la exposición Tarros de Chutney, Bobby Baker creó una performance donde mostraba tarros de conserva elaborados por ella, en los que se combinaban «la gratificación de la productividad, el valor de preservar algo, la funcionalidad a la hora de favorecer la economía doméstica […] y el placer estético de contemplar la instalación que los tarros formaban una vez colocados en la estantería», como narra María Arranz en El delantal y la maza. Ramírez terminó de escribir su libro al lado de una instalación igual que esa, pero firmada por otra autora: su madre, entonces ya ausente. Uno de esos tarros lleva el nombre de Noelia, en una conserva que su madre hizo para ella. «Ahí está, en mi despensa, dedicada, una de sus últimas grandes obras.»
FUERA
DE PAGINA
Diez autores responden: ¿qué tienes en la mesa donde escribes?
Juan Tallón, Paulina Flores, Mario Obrero, Juan Villoro, Luis López Carrasco, Esther García Llovet, Camila Fabbri, Ariana Harwicz, Cynthia Rimsky y Andrés Barba se someten a un cuestionario de diez preguntas. Esta es la primera entrega.
Guadalupe Nettel y María Gainza, ganadoras del Premio Jan Michalski y Narrativas a Escena
Celebramos, con mucha ilusión, dos galardones para dos autoras de Anagrama.
La hija única, de Guadalupe Nettel, se ha hecho con el Premio Jan Michalski, concedido cada año por la homónima fundación suiza, un prestigioso reconocimiento literario de carácter multicultural.
La obra Un puñado de flechas, de María Gainza, ha sido elegida por el jurado del Premio Narrativas a Escena, formado por Marc Caellas, Verónica Nieto y Dunia Gras, para su adaptación al teatro en el marco de la quinta edición del Festival KM Amèrica que se celebrará en Barcelona en junio de 2026.
Leyendo "Aventuras del lenguaje" de German Espinosa, recordé algunos trabajos académicos sobre el tema y decidí escrutar de nuevo sobre el mismo por ser el lenguaje la herramienta esencial para la literatura como para la filosofía. Empieza uno de estos trabajos con este análisis: "Vale tener en cuenta que el término literatura, en su significado habitual, es reciente, por lo que no cabría encontrar propiamente un uso del mismo en culturas antiguas como en la romana o la griega. Por ejemplo, en la Antigua Grecia tendríamos el término grammatiké, cuyo equivalente latino era litteratura; ambos designaban una amplia esfera de fenómenos del lenguaje y de la enseñanza de la lengua, y no tanto un corpus diferenciado de textos"1.-.
Por este camino entre a escrutar la relación de la literatura y la filosofía. Está claro que las relaciones en estas materia son profundas y complejas, pues ambas disciplinas, aunque distintas en sus métodos y objetivos, comparten una preocupación fundamental por entender la condición humana, la existencia, el conocimiento y los valores. Desde la antigüedad, la literatura ha sido un medio para expresar ideas filosóficas, mientras que la filosofía ha encontrado en la narrativa, la poesía y otros géneros literarios una forma de explorar conceptos abstractos de manera más accesible y emotiva.
Históricamente, la frontera entre literatura y filosofía ha sido permeable. En la antigüedad, por ejemplo, los filósofos griegos como Platón y Aristóteles utilizaron la narrativa y el diálogo para comunicar sus ideas. Platón, en sus diálogos como "La República" o "El Banquete", combina elementos filosóficos con un estilo literario que busca no solo exponer teorías, sino también involucrar emocional y estéticamente al lector. Aristóteles, por su parte, en su "Poética", analiza la tragedia y la poesía, estableciendo las bases para comprender la función catártica del arte y su relación con la ética y la moral.
Recordé a Borges. Sus textos, muchos de ellos con un talante filosófico, profundamente paradojales, que juegan no solo con algunos conceptos recurrentes que siempre le han preocupado, son una excelente muestra de esta relación.
Recordé que durante la Edad Media y el Renacimiento, la literatura se convirtió en un vehículo para explorar cuestiones filosóficas a través de relatos, poemas y obras dramáticas. La "Divina Comedia" de Dante Alighieri, por ejemplo, es una obra literaria que refleja profundas reflexiones filosóficas y teológicas sobre la vida, la muerte y la salvación, estructuradas en un viaje alegórico que combina narrativa, simbolismo y pensamiento filosófico.
Mauro Jiménez, en un trabajo para la universidad autónoma de Madrid, hablando de la relación entre la filosofía existencialista y la literatura, establecía que el estudio presenta "en principio el problema de dilucidar qué tipo de vínculo hay entre ambas expresiones culturales. La médula de la cuestión puede cifrarse en la equidad de la relación, esto es, si la filosofía predomina sobre la literatura y utiliza esta como un mero medio, o si la literatura transforma lo filosófico en una expresión ficcional de carácter artístico sin alcances cognoscitivos. Sin embargo, muy probablemente la disyunción se resuelve al contemplar el origen mismo de la expresión: la propia filosofía existencial establece una especial relación con el arte desde sus presupuestos estéticos. El existencialismo filosófico no ejerce sobre el discurso literario una función tiránica de corte contenidista, sino que su propia especulación filosófica se caracteriza por elementos de índole literaria"2-.
La literatura permite expresar ideas filosóficas de manera más subjetiva, simbólica y emocional que el discurso filosófico tradicional. A través de personajes, historias y metáforas, los autores pueden explorar dilemas éticos, existenciales y epistemológicos, invitando al lector a reflexionar de manera más personal y profunda.
Otra dimensión importante en la relación entre literatura y filosofía es el uso del lenguaje y la estética. Mientras la filosofía tradicional ha tendido a privilegiar el análisis lógico y conceptual, la literatura emplea el lenguaje en formas más creativas, ambiguas y evocadoras. Esto permite explorar no solo ideas, sino también sentimientos, intuiciones y experiencias subjetivas que la filosofía verbaliza con dificultad.
Otra cosa es ver esta relación desde la perspectiva estética. La poesía de Hölderlin o Rainer María Rilke refleja reflexiones filosóficas sobre el ser, la existencia y lo divino, usando imágenes y símbolos que trascienden la lógica racional, pero que comunican verdades profundas sobre la experiencia humana
En el "Fausto" de Goethe, se abordan temas como la búsqueda del conocimiento, el deseo de poder y la lucha interna entre el bien y el mal, en un marco narrativo que combina elementos filosófico-religiosos y culturales. La obra plantea preguntas sobre la condición humana y el sentido de la vida, utilizando la historia del protagonista como metáfora de la aspiración humana por trascender sus límites.
"La peste" de Camus no solo es una historia sobre una epidemia, sino también una metáfora del comportamiento humano frente a la absurdidad de la existencia y la fragilidad de la vida. La novela invita a reflexionar sobre la solidaridad, la responsabilidad y la resistencia ante la adversidad, temas profundamente filosóficos.
La obra de Samuel Beckett, especialmente en "Esperando a Godot", muestra una exploración del absurdo, la existencia sin sentido y la espera eterna, que refleja ideas filosóficas del existencialismo y el nihilismo. La obra, a través de su estilo minimalista y simbólico, invita a cuestionar el significado de la vida y la condición humana en un mundo sin certezas.
La narrativa moderna y postmoderna, con autores como Virginia Wolf, James Joyce, William Faulkner o John Dos Pasos experimentan con el lenguaje y su estructura la complejidad de la conciencia y la realidad, abordando temas filosóficos relacionados con la percepción, la identidad y la relatividad de la verdad.
Este tema se puede abordar de mil maneras, no solo desde esquemas conceptuales generales o desde ópticas muy particulares. Autores como Milán Kundera sería un buen ejemplo de obras profundamente filosóficas y políticas. Son muchas las aristas, pero el tema, muy estudiado por cierto, es ric en matices.
1.-De las relaciones entre literatura y filosofía: la potencia de la experiencia literaria
On the relations among literature and philosophy: the power of literary experience
Jairo Vladimir Sandoval Mota.
2.-LA NOVELA EXISTENCIALISTA, NARRATIVA FILOSÓFICA, Mauro Jimenez Universidad autonoma de Madrid
«Vivir es muy raro. Pienso que sobre todo los jóvenes tienen la percepción de que vivimos de milagro, la sensación de que la vida es un regalo continuo. Es curioso, pero me ha salido mi novela más de calle. Es una deriva de pensamientos y un encuentro de personajes muy distintos», dijo Carmen Martín Gaite en la presentación de Lo raro es vivir. «Escribí el libro en plan jazz. Tenía una partitura previa, pero el proyecto empezó a estallar y yo me dejé llevar. Todo transcurrió muy deprisa.»
De hecho, en la novela, la protagonista –una mujer joven que lleva una vida anodina y rutinaria en Madrid trabajando como correctora para una editorial– es quien dice: «Es que todo es muy raro, en cuanto te fijas un poco. Lo raro es vivir. Que estemos aquí sentados, que hablemos y se nos oiga, poner una frase detrás de otra sin mirar ningún libro, que no nos duela nada, que lo que bebemos entre por el camino que es y sepa cuándo tiene que torcer, que nos alimente el aire y a otros ya no, que según el antojo de las vísceras nos den ganas de hacer una cosa o la contraria y que de esas ganas dependa a lo mejor el destino, es mucho a la vez, tú, no se abarca, y lo más raro es que lo encontramos normal».
Un collage de Carmen Martín Gaite.
Así pues, vemos cómo la emblemática autora de Salamanca, Carmen Martín Gaite, encontró para esta novela una forma exacta de generar, a partir de un monólogo interior lleno de reflexiones y saltos temporales, un diario mental, una conversación íntima de la narradora consigo misma, que emerge como una toma de conciencia de lo extraordinario que supone estar vivo. Puede que este sea el motivo por el que no sabemos el nombre de la protagonista, Águeda, hasta bien avanzada la novela: el lector descubre su nombre de la misma forma que ella descubre su existencia milagrosa.
Este año celebramos el centenario de Carmen Martín Gaite, una de las autoras más relevantes y vigentes de la cultura española contemporánea. En toda su obra percibimos su maestría para hacer literatura de la vida y vida de la literatura, sirviéndose del diálogo para desentrañar la verdad. De hecho, Usos amorosos de la postguerra española, XV Premio Anagrama de Ensayo, es una viva radiografía de esta indagación en los discursos afectivos de la época.
Vivir es muy raro: seguramente la autora miraría con curiosidad cómo los jóvenes españoles de hoy se sienten más solos que nunca. Como afirma el Observatorio del Estado de la Soledad, tienen una sensación de «no crecimiento», viven instalados en la laguna de la precariedad, condenados a vivir con sus padres sin poderse emancipar, y parecen víctimas de la desinformación, ahogados por una sensación de final que no deja de imponerse. Lo raro, realmente, es vivir; y, lo importante, dar sentido a esas vidas que, a veces, no encuentran sentido.
Así lo hizo Carmen Martín Gaite, consciente de que la literatura ayuda a comprender el milagro –y, a veces, la condena– que es la vida. Ella lo demostró con toda su obra. Leerla es, ahora y siempre, nuestra forma de celebrarla.
NOVEDADES
DE LA SEMANA
Esta semana publicamos dos recuperaciones indispensables en «Panorama de narrativas». Por una parte, El Mago, de John Fowles, traducido por Enrique Murillo, la obra central de uno de los más singulares novelistas ingleses. Un espectáculo de fantasía, lujuria y conciencia moral que es, en palabras de Jean Ruer, «una suerte de historia de la conciencia del mundo occidental en el siglo XX».
Y, por otra, Don Quijote, que fue un sueño, de Kathy Acker: en este libro, el Quijote cabalga de nuevo, pero ahora es una dama andante. Con referencias autobiográficas a sus vivencias en Londres y Nueva York, la autora de la obra de culto Aborto en la escuela emprende aquí una reescritura radical del deseo, y aborda tanto las relaciones sexuales entre mujeres como la fluidez de género. La traducción es de Marcelo Cohen.
PILDORAS
DE LA SEMANA
La reina de la Feria
En octubre de 2017, el editor Jorge Herralde participó en la presentación del Archivo Martín Gaite en el Casino de Salamanca y ofreció un discurso en el que destacaba su intensa amistad, llena de complicidad: «editar sus libros fue una de las experiencias más gratas de mi vida editorial», por su curiosidad, generosidad, exigencia y coherencia. Además, rememoró lo mucho que le gustaba la Feria del Libro de Madrid: «Le encantaba encontrarse con sus lectoras y lectores y también, por qué no, las larguísimas colas para que firmara sus libros con su hermosa letra y a menudo con graciosos dibujos. En resumen, Carmiña era la Reina de la Feria».
Fue también Jorge Herralde quien definió a Carmen Martín Gaite como «jeep todoterreno que, con gran elegancia, exploró todos los géneros». Hay quien no sabe que las portadas de Nubosidad variable y Agua pasada llevan collages de la autora. Visión de Nueva York, el diario-collage que elaboró durante su estancia en EE. UU. entre 1980 y 1981, es la mejor expresión de su buena traza para el arte plástico: más de ochenta collages que combinan recortes de prensa, fotografías, anotaciones manuscritas, mapas… Así demostraba que las imágenes corren más que las palabras, como ella afirmó, y que ante la imposibilidad de abarcarlo todo es mejor rendirse a lo fragmentario, lo múltiple: lo que es verdaderamente abierto. Como también lo fue, ciertamente, su literatura.
FUERA
DE PAGINA
Cincuenta años del estreno en la gran pantalla de Alguien voló sobre el nido del cuco
Este miércoles se han cumplido cincuenta años del estreno de Alguien voló sobre el nido del cuco, una película que amplió el debate social al ofrecer una mirada subversiva sobre la psiquiatría. Dirigida por Miloš Forman, la cinta adapta la novela homónima que Ken Kesey comenzó a escribir en 1959, inspirada en su experiencia como celador nocturno en un hospital psiquiátrico. Durante aquellas horas de guardia, Kesey conversaba con los pacientes, a quienes no veía como locos, sino como víctimas de un sistema profundamente deshumanizador.
La última perversión
Este 2025 publicamos Nosotros los malditos, de Pau Malvido, una serie de relatos-crónica aparecidos en su mayoría en la influyente revista Star. A modo de material extendido, compartimos con vosotros una breve crónica del autor sobre la llegada del punk a España, publicada originalmente en 1977 y tomada de la revista Interviú.
Son muchos los factores que fueron determinando la independencia de las colonias de los poderes peninsulares. Existía desde 1700 una clase criolla con mucho poder económico, igualmente con la expedición botánica y la aparición de los periódicos y las tertulias en Santa Fe de Bogotá, había emergido una clase intelectual muy conectado con hechos importantes ocurridos en Europa y Norteamérica con las colonias inglesas, exactamente La independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa.
Jorge Antonio Melo escribe en su historia mínima de Colombia: “EI crecimiento de la minería, la agricultura y el comercio aumentó el poder de las grandes familias del Nuevo Reino. Muchos de sus hijos, frustrados por las restricciones al comercio o a la agricultura o por la política de dar los mejores cargos a los europeos, querían un nuevo “pacto” colonial que les diera más poder, reconociera su derecho a ocupar los cargos públicos y creará mayores oportunidades para el progreso, mediante la libertad de comercio, la reducción de impuestos, la supresión de monopolios o la distribución de tierras (baldíos y resguardos)”.
Como se ve pocos hablaban de independencia y más bien señalaban un nuevo pacto con la península. Tal vez, algunos influidos por el ejemplo de Estados Unidos o por la lectura de ideólogos ilustrados, pensaron antes de 1808 en la conveniencia de independizar América. Entre ellos el más importante en la Nueva Granada fue Pedro Fermín de Vargas, uno de los jóvenes bogotanos interesados en el conocimiento y la reforma del reino, quien se exilió desde 1791 y vivió en Europa y el Caribe hasta 1810, de conspiración en conspiración, y apoyó en algunos momentos los proyectos de independencia de Francisco Miranda. Y es posible que también Antonio Nariño lo haya considerado, al menos entre 1795 y 1798, cuando estuvo exiliado.
Entre los varios hechos puntuales que influyeron en la independencia podríamos enumerar varios relevantes, la revolución industrial, que se inicia en Inglaterra y se extiende rápidamente por toda Europa, implicó grandes cambios socio-económicos. Así mismo, las ideas de la ilustración, la enciclopedia, la Revolución francesa, los derechos del hombre y del ciudadano, así como la independencia de las trece colonias de América del Norte, fueron fenómenos queinfluyeronenelpensamientodelos habitantes del sur del continente americano para impulsar los acontecimientos que definieron los movimientos deindependencia de España.
Javier Ocampo en el libro sobre la independencia destaca varios hechos que igualmente forjaron a los pueblos de Suramérica hacía la independencia. “Merece especial atención la independencia de Haití: El 1 de enero de 1804 es proclamada por el General en Jefe del ejército indígena, Jean Jacques Dessalines, la Independencia de la ex colonia francesa de Saint Dominique. Es necesario tambiéntenerencuentalainfluenciadelreinodePortugal que, por causa de la invasión napoleónica a España en 1808, trasladaron a Brasil a los integrantes de la familia real, Carlos VI y su esposa Carlota. Con ello, Carlota, hermana de Fernando VII, se creyó heredera de la corona de España y comenzó a intrigar ante los gobernantes del Río de la Plata y de Bolivia para reclamar la corona desu hermano. Las pretensiones de Carlota sirvieron de argumentoa losdirigentesdeBuenosAiresyelaltoPerúpara proponer los movimientos emancipadores de nuestra América.Chuquisaca, el25demayo,LaPaz,el16deJulio,Quito el 10 de agosto de 1809 prendieron las llamas de la independencia de España, en 1809. Caracas el 19 de abril, Buenos Aires el 25 de mayo, Santafé el 20 de julio, y México el 16 de septiembre de 1810”.
Los movimientos revolucionarios de la Nueva Granada se iniciaron en las provincias. Cartagena 14 de junio, Cali el 3 dejulio, Pamplonael 4 dejulio,El Socorro 10julio,
de 1810, declararon su independencia. Mompox, declaró su independencia absoluta de España el 10 de agosto de 1810.
Santafé preparó para el 20 de julio una recepción a don Antonio Villavicencio, comisionado regio de la corona española. Los criollos, quienes habían realizado reuniones secretas en virtud de las noticias de una eliminación física de 19 personajes de Santafé considerados conspiradores y afrancesados, responsables de los pasquines que aparecían en las paredes de la capital pidiendo cambios en el mal gobierno, planificaron cuidadosamente el episodio delflorero.
Es de necesario en esta parte hablar de un hecho de suma importancia y que puede decirse que es el no retorno al acto de la independencia. “La primera confrontación preocupante, que las autoridades y los españoles vieron como señal de voluntad de independizarse de España, ocurrió a comienzos de 1794, cuando Antonio Nariño, un joven y próspero comerciante, de las familias más poderosas del reino, que había sido alcalde en 1789 y recaudador de diezmos y reunía en su casa una tertulia con otros jóvenes letrados, publicó, en la imprenta que había establecido con patrocinio del virrey, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano hecha por
la Asamblea francesa de 1789. Aunque Nariño recogió las copias y nunca se encontró un impreso de la Declaración, fue apresado y juzgado con dureza después de que en agosto se pegaran en las paredes de la ciudad pasquines contra las autoridades.
Volvamos al 20 de julio de 1810. El pueblo de Santafé estaba hastiado por las represiones de los Oidores de la audiencia, los impuestos y contribuciones a la corona de España para mantener su guerra contra Francia. Fue fácil incitar a la muchedumbre en un día de mercado y conducirla a una protesta contra el mal gobierno. Un pueblo maltratado que fue creciendo como una ola y llenó la plaza Real, hoy de Bolívar, hasta San Victorino para obligar a declarar el Cabildo Abierto. La inteligencia de los conspiradores, José Acevedo y Gómez, FranciscoJosédeCaldas,PrósperoCarbonell,entreotros,fue la de nombrar al mismo Virrey, Amar y Borbón y al alcalde de Santafé José Miguel Pey, como presidentes del cabildo, y convencerlos de que una actuación de fuerza contra el pueblo sería desastrosa para la vida de todos ellos y causaría una tragedia entre los habitantes de la Capital. La aceptación de la propuesta contribuyó a que los revolucionarios se apoderaron de los cuarteles de artillería y caballería al mando de Juan Sámano y del Coronel Antonio Baraya.
Los documentos que el profesor Ocampo agrega a su estudio, son fuentes primarias de nuestra independencia: las Capitulaciones de Zipaquirá, la traducción de los Derechos del hombre, El Memorial de Agravios de Camilo Torres y Tenorio, El Acta de la Independencia y los Escritos de José Acevedo y Gómez y Francisco José de Caldas, actores y directores del grito de independencia del 20 de julio de 1810, expresan el pensamiento de nuestros libertadores y de sus actuaciones políticas.
Está claro que en el ciclo histórico de la Independencia, hizo crisis el sistema colonial europeo y surgió un movimiento anticolonialista y de libe ración nacional, el cual se generalizó en las últimas décadas del siglo XVIII. Lascolonias americanas se opusieron a la dependencia colonial de las metrópolis europeas y planearon, realizaron y llevaron a su culminación la Independencia.
La Revolución de Independencia se presenta también como la culminación de una crisis que tuvo gestación y maduración en la sociedad colonial, en un proceso histórico que surgió en el mismo siglo XVI y se manifestó en un sentimiento de aversión a la sociedad dominante; y el cual creció y adquirió conciencia en la segunda mitad del siglo XVIII. Cuando hablamos de crisis, nos referimosalamodificacióndelasideaseinstitucionesen una sociedad y a los cambios en sus estructuras políticas, socio-económicas, culturales, ideológicas, etc. Cuando los cambios son profundos y hacen impacto en la estructura total de la sociedad, ocurre la revolución total o radical; y cuando son parciales en una de las estructuras, o son graduales a través de un proceso, se presenta la revolución parcial o cambio marginal.
Siempre leo sus columnas. Aparece el Domingo en el periódico "El colombiano" de Medellín, lo tomaba e iba directo a sus artículos, muy frescos, escritos con cierto tono intimista, pero con la distancia para sentirse invitado a escuchar sus opiniones e historias, cómo viendo desde una ventana privilegiada. Alguna vez escribió algo de sus libros y empecé a indagar por los mismos. Me encontré con una escritora excelente, con una narrativa muy original, cuando se empiezan sus libros, se siente que hay una narradora a carta cabal, escritos con un tono en apariencia seco, pero es siempre conmovedor, nos muestra un mundo con pocas respuestas y muchas preguntas. Apenas empecé a leer su obra, creo que no ha publicado más de cuatro novelas y realmente me cautivo de sobremanera.
Carolina Isasi Vocondoa, se expresa de esta manera sobre su personalidad y obra: "Sus libros, traducidos a varios idiomas, son celebrados en festivales internacionales como si fuera una estrella del rock. En su última novela, 'El cielo está vacío' (Lumen, 20025) vuelve a hacer de la intimidad un espejo colectivo en el que siempre interesa mirarse. Hablamos con la autora sobre símbolos, sexualidad y desarraigo".
Así la presenta: "Sara Jaramillo Klinkert (Medellín, 1979) no teme hurgar en lo que otros callan. Desde su debut con 'Cómo maté a mi padre' (2019, Lumen), en el que narró con desarmante naturalidad el asesinato de su padre, hasta 'El cielo está vacío' (2025, Lumen), su obra ha hecho de la intimidad un espejo colectivo. Entre medias publicó 'Escrito en la piel del jaguar' (2020, Lumen) y 'Donde cantan las ballenas' (2022, Lumen), confirmando una voz que combina crudeza, ternura y humor. Sus libros, traducidos a varios idiomas, son celebrados en festivales internacionales como si fuera una estrella del rock. En su última novela, Jaramillo escribe como vive: con la certeza de que la literatura es su modo de pensar y con la obsesión por los símbolos —las orquídeas de su madre, el fuego interior— que pueblan sus páginas".
Transcribiré una entrevista hecha por la misma crítica a la escritora:
P: En tu última novela cuentas tu año en Londres. ¿Qué te llevó a convertirlo en literatura?
R: Tenía esa historia muy guardada, incluso me daba pena pensarla. En 'Cómo maté a mi padre' ya apareció un capítulo sobre un amante inglés y a partir de ahí la curiosidad fue creciendo. Descubrí un patrón en mí: siempre me han atraído los hombres mucho mayores. Al escribirlo entendí que buscaba un padre, el que me faltó.
P: Dices que fue el año más formador de tu vida. ¿Por qué?
R: Porque me mostró de qué estaba hecha. Fue la primera vez que me sentí una mujer independiente: resolviendo dónde vivir, trabajando de niñera o limpiando casas, sobreviviendo a los estigmas de ser colombiana. Ese año me enseñó que podía con todo, que era libre para decidir sobre mi vida y mi sexualidad.
P: Uno de los hilos centrales de tu novela es esa relación con un hombre mayor. Hablas de edadismo, pero también de deseo.
R: Sí, porque lo primero que una se pregunta es: ¿cómo será ese cuerpo? ¿Qué significa tocar la piel de alguien mayor? A mí me perturbaba mucho. Y al mismo tiempo había un sexo maravilloso. En aquel momento lo ocultaba con vergüenza, ahora puedo analizarlo: toda relación es transaccional. No existe relación sin interés, incluso con los padres o los amigos.
P: Esa afirmación puede sonar dura.
R: Lo es, pero es real. Nos han enseñado que el amor es puro, desinteresado. Yo creo que eso es una idealización peligrosa. El amor tiene muchas formas, muchos intereses mezclados. Reconocerlo no lo hace menos bello, al contrario: lo hace más humano.
P: Tus escenas de sexo han sido muy comentadas. ¿Cómo fue escribirlas?
R: Difícil. Mi editora me advirtió que era lo más complicado. Yo no quería ser cursi ni bestia, quería mostrar la pasión con delicadeza. Me ayudó mucho mi novio, que es mi primer lector: le mostraba las escenas y él me decía si estaban exageradas o si faltaba algo.
P: ¿Por qué sigue siendo tan difícil hablar de sexo en la literatura?
R: Porque nos enseñan a callarlo, sobre todo a las mujeres. Pero el deseo es parte de la vida, igual que la soledad o la muerte. Yo no quiero escribir desde el pudor, sino desde la honestidad.
Herencia materna y escritura
P: Tu madre aparece mucho en tu obra. ¿Qué aprendiste de ella?
R: Todo. Quedó viuda con 40 años y cinco hijos, tres de ellos trillizos de seis. Nunca buscó otro hombre. Nos enseñó que una mujer no necesita a nadie. Esa fortaleza me marcó pero también me dejó una herencia simbólica: sus orquídeas. Ella las cuidaba con una paciencia infinita, en un ejercicio casi místico de fragilidad y resistencia. Crecí viéndola ganar concursos con esas flores imposibles de mantener, y entendí que la vida se parece mucho a una orquídea: difícil, frágil, pero capaz de florecer si se le da tiempo y cuidado.
P: ¿Esa dureza también te empujó a escribir?
R: Sí. Escribir exige valentía. Si uno se preocupa por lo que va a pensar la abuela o el novio, no puede hacer autobiografía. Yo no tengo vergüenza. Creo que esa valentía me la dio mi madre: verla sobrevivir me enseñó que se puede atravesar cualquier cosa. La escritura es mi manera de hacerlo.
P: ¿Cómo es tu proceso creativo?
R: Me gusta aislarme en cabañas sin señal de celular, rodeada de naturaleza. Allí puedo escribir un mes entero sin interrupciones. Tengo una capacidad de trabajo enorme: cuando entro en flujo, no hay quién me pare.
P: ¿Qué papel juega la disciplina en tu escritura?
Muchísimo. La gente cree que cuando me voy a esas cabañas estoy descansando. No: trabajo como una bestia. Puedo pasarme el día entero sin comer ni ducharme, tan concentrada estoy en la escritura. Tengo un fueguito interno que me empuja, y si no lo obedezco siento que se apaga algo vital en mí.
El cielo vacío y los símbolos
P: El título viene de Sylvia Plath: "Hablo con Dios, pero el cielo está vacío". ¿Qué significa para ti?
R: Era el resumen perfecto: esa necesidad de un padre, de alguien sabio a quien llorarle y esa sensación de vacío, de no encontrarlo. Plath me acompaña siempre como una voz que entiende la herida, la soledad y la rabia.
P: Eres muy simbólica al escribir. ¿Qué papel juegan las orquídeas y el fuego en tu última novela?
R: La orquídea viene de mi madre, cultivadora apasionada de esas flores difíciles de mantener. Me servía para hablar de fragilidad y resistencia. El fuego apareció solo: en Londres hay obsesión con desconectar los enchufes para evitar incendios, y poco a poco entendí que el fuego era la protagonista, su fueguito interno, lo que la hacía seguir y resistir.
P: ¿Crees en fantasmas?
R: Soy muy incrédula, muy realista. Pero me gusta pensar que mi padre me acompaña de alguna manera. Una vez, en un momento sentí su presencia y le pregunté: "¿Dónde estás?". Y me respondió: "En todas partes". Fue hermoso, aunque sigo siendo escéptica.
P: ¿Qué lugar ocupa tu padre en tu literatura?
R: Un lugar central. Su ausencia marcó mi vida y, de alguna forma, todo lo que escribo dialoga con esa falta. Escribir es una manera de sostener una conversación imposible con él.
P: ¿Cómo entiendes hoy la literatura latinoamericana y tu lugar en ella?
R: Siento que estamos en un momento de enorme diversidad. Hay voces que se atreven a hablar de temas antes callados: violencia, deseo femenino, maternidades, política. Mi lugar es el de alguien que escribe desde la intimidad, pero con la esperanza de que esa intimidad resuene en lo colectivo. No me interesa escribir panfletos, pero sí que mis historias puedan ser espejos para otros.
P: En tus libros siempre hay un cruce entre autobiografía y ficción. ¿Cómo manejas ese límite?
R: No me obsesiona marcar la frontera. Creo que toda novela tiene mucho de autobiografía y todo testimonio mucho de ficción. Yo escribo para entender lo que me pasó, pero también para transformarlo en algo que ya no me pertenezca solo a mí.
P: ¿Qué autores han marcado tu manera de narrar?
R: Muchos. De pequeña me impactó García Márquez, claro, pero también Sylvia Plath, Clarice Lispector, Marguerite Duras. De los contemporáneos admiro a Mariana Enriquez, Fernanda Melchor, Samanta Schweblin. Todos ellos me enseñan que se puede escribir con crudeza y belleza al mismo tiempo.
P: Tus novelas viajan mucho entre países y culturas. ¿Qué papel tiene el desarraigo en tu literatura?
R: Fundamental. Yo siempre he sentido que no encajo del todo en ningún lugar. Ese desarraigo se convirtió en un motor creativo. Londres, Colombia, México, cada sitio me da un material distinto, una manera de mirar el mundo. El desarraigo me da libertad.
P: Las heridas como motor de la escritura
R: Sara Jaramillo transforma las heridas en relatos, los silencios en palabras y los símbolos en brújulas íntimas. "La vida es dura, sí, pero también es infinita. Y escribir es la mejor manera que tengo de entenderla", dice antes de despedirse. En sus páginas, el cielo podrá estar vacío, pero su literatura arde.