jueves, 14 de diciembre de 2017

ROGELIO ECHAVARRÍA


Se confirma la crisis de la poesía, la muerte de este gran poeta Colombiano no ha suscitado los homenajes acordes a una obra importante, remozada, de una calidad indiscutible:

 El transeúnte

Todas las calles que conozco
son un largo monólogo mío
llenas de gentes como árboles
batidos por oscura batahola.
O si el sol florece en los balcones
y siembra su calor en el polvo movedizo
las gentes que hallo son simples piedras
que no sé por qué viven rodando.
Bajo sus ojos que me miran hostiles
como si yo fuera enemigo de todos
no puedo descubrir una conciencia libre
de criminal o de artista
pero sé que todos luchan solos
por lo que buscan todos juntos
son un largo gemido
todas las calles que conozco.

Fue un periodista de carrera, un hombre culto, sin arrogancias, la soledad de la capital, como alguna vez lo dijo en una de tantas entrevista, lo llevó a escribir poesía, con los años se convertirían en los versos de:” El transeúnte”. Nació en Santa Rosa de Osos, igual que Porfirio Barba Jacob su mayor influencia. La muerte fue su  obsesión, le compuso a esta inexorable presencia, a esa silenciosa compañía, lloraba cuando leía a Epifanio Mejía, a Zaid. Su labor crítica es de suma importancia, las antologías de la poesía colombiana suyas son memorables, didácticas y constituyen una verdadera guía de la geografía poética nuestra. “Se   le asoció en un principio con el grupo literario "Cuadernícolas" y más tarde con la generación de "Mito". No obstante, su obra permanece casi insular dada su sencillez, brevedad y hondura existencial”. 

La Muerte me coge el pie,
yo la cojo del cabello;
si se queda con mi pie,
me quedo con su cabeza.

La Muerte me coge un brazo,
yo la agarro con el otro;
cuando amanezca estaremos
dando vueltas en redondo.

Un prologo al transeúnte expresaba con sabiduría sobre su poesía: “En la poesía de Rogelio Echavarría hay humor. Ligereza de baile y música, juego verbal. Un humor tenue, que podríamos llamar metafísico. Como en esta "Biografía":

Ayer, sueño.
Hoy, recuerdo.
¿Cuándo realidad?

Se nos ha ido un cultor de la buena poesía, un estudioso, un divulgador y un gran ser. No lo digo yo, lo dicen sus amigos.








1 comentario:

https://www.canticoprimaveral.blogspot.com dijo...

Amar la poesía como lo hizo Barba Jacob o Ruben Dario o Jesús María Peman o Guillermo Valencia o cualquiera antiguo o contemporáneo o el finado Rogelio Echavarria, es caminar la insondable vida de una paz interna en donde la Divina Providencia dotó de inspiración para delinear en papel aquel pensamiento virtuoso por cierto.
Nunca encontraras a un poeta temerle a la muerte, ella es su amiga, como también lo es el proceso de vida, aquella experiencia que se vierte con figuras literarias dentro del corazón de cada admirador o admiradora.
Rogelio, que esa eternidad sea propicia, para tu éxito final. Llamo final a la vida terrena, porque la otra es infinita.